Como Paulino
Rivero se halla algo más liberado de sus quehaceres –sentencias incluidas–, le
voy a proponer que convoque una reunión urgente (al estilo de la que hizo en La
Ermita sauzalera cuando el Tenerife se iba a pique) para que le pegue unos
buenos envidos a los prestigiosos volcanólogos (está en el DRAE) que se
enzarzan en discusiones estériles, pretendiendo –esa impresión da– acaparar las
atenciones que los movimientos telúricos herreños tienen en estos momentos de
inquietud. Se erige Juan Carlos Carracedo, a quien no soy nadie para restarle
los muchísimos méritos que atesora, en el Pepito Grillo permanente. Y no le
gusta cómo se está llevando a cabo el protocolo seguido en la Isla del
Meridiano. Por ahí afuera se están estallando de risa por el despliegue habido
ante una nimiedad. ¿Y no puede pensar usted que con esas declaraciones solo
está añadiendo elementos significativos para que continúe la fiesta? En este
país en el que los periodistas parecen moverse por simpatías personales, somos
muy dados a generalizar opiniones individuales. Ya ocurrió cuando los gases de
Benijos (La Orotava) y los odios, celos o antipatías –que lo aclaren ellos–
entre los sectores Carracedo y Nemesio nos recuerda al cuento de nunca acabar.
Ya que el
presidente autonómico se atrevió a sentenciar que la erupción, en caso de
haberla, sería como la del Teneguía (y en caso de no suceder así, decreto-ley
al canto), ignoro a qué bando se arrimó o si se basó en estudios propios, no
estaría de más el que se los llevara a todos a La Restinga para que mandándose
un buen pescadito, o a los postres, intentara ponerlos de acuerdo, a fin de que
el circo no siga creciendo, y las habladurías, cual lava al uso, no lleguen a
oídos de los hawaianos, protagonistas de danzas más moviditas que las hasta
ahora sentidas en La Frontera y El Pinar. Para completar la luchada, lo mismo
se ponen la ropa de brega Eligio Hernández y Manuel Fernández, con Alpidio de
árbitro. Luego nos quejamos de Mourihno.
Y vamos con
la segunda, que nos atañe de manera más directa a los habitantes de este Valle
norteño. La fotografía de hoy (habrás comprobado que no se trata de Nemesio, ni
Carracedo, ni Paulino, pero sí de un volcán) pertenece a Nalaya Brown,
tinerfeña por los cuatro costados (como su propio nombre indica), “única
artista española elegida para actuar en el escenario electrónico de Rock in Rio
2011 en Brasil, patrocinada por Burn, de la marca Coca-Cola. Allí actuará este
domingo, 2 de Octubre. Nalaya afronta su actuación en el festival con nervios y
muchísima ilusión. El mercado sudamericano se abre para ella gracias a esta
importante cita, en la que se codeará con grandes como Shakira, Rihanna o Kate
Perry”. Tal cual.
Pero lo mejor
viene ahora. Porque, eso también leí, “la artista irá vestida por el famoso diseñador
brasileño Fabio Dultra”. Observando la ilustración con mucho detenimiento tengo
mis serias dudas de que esto último sea cierto. Estarás conmigo, y los
videoclips musicales lo ratifican plenamente, que cualquier lanzamiento
discográfico no debe, necesariamente, demostrar las cualidades de la cantante,
sino más bien los atributos, que, aunque parecidos, son conceptos completamente
diferentes.
La noticia
nos señala, además, que “Nalaya creció entre Puerto de la Cruz y La Orotava,
exactamente en la Candelaria del Lomo, de donde es toda su familia paterna y
donde guarda gran parte de sus recuerdos de infancia”. El informador no debe
estar muy ducho en la geografía cercana, en la de andar por casa –no sé que
pensará Isaac lo del ranillerismo del barrio cercano a La Piedad–, pero sí
demuestra su altísima preparación de altos vuelos en los elogios a la que
denomina “Reina de Ibiza” (¿no era canaria, y villera, por más señas?), pues
“con la marca ha dado la vuelta al mundo y codeado con celebridades importantes
como Bob Sinclarir, David Guetta, Paris Hilton, Nacho Cano, el diseñador
Cavalli (que la invitó a una fiesta privada en Dubai) o el jugador de
baloncesto Denis Rodman”. Ignoro si la marca aludida tiene algo que ver con
alguna de las aparentes pintadas que se vislumbran en el imaginario traje de
ese diseñador que menté un fisco más arriba. Puede que este sea el modelo que
lució en la fiesta privada ante un
montón de acaudalados árabes. Ellos, como siempre, muy tapados, para cubrir sus
vergüenzas y las posibles erupciones por tanto calor, y ellas… bailando como
las hawaianas de Carracedo.
Disfruten del
veranillo de San Miguel.
Hoy domingo leo en la prensa que la artista de la foto declara que en España para llegar a ser algo hay que enseñar mucha carne. Le eché otra visual y me dije: ¡Quién lo diría, no se nota nada!
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