El jueves 24
del pasado mes me ausenté de la isla. Estuve hasta ayer fuera en un programa
del Imserso. O de Mundo Senior, que tanto monta. Hasta Roquetas de Mar
(Almería) me llegaban las noticias de San Juan. De La Rambla, como la mentamos
por aquí, aunque las gentes del barrio de El Rosario me dirán que eso es cosa
de ellos. Y junto con el espectáculo circense en el que se halla inmerso el
Partido Popular, el cóctel me provocaba náuseas. Como todos los que hemos
podido disfrutar de alguno de los viajes precitados sabemos que la comida es
capítulo fundamental (lo de la pensión completa es practicado hasta las últimas
consecuencias: incremento notable de la prominencia abdominal), las arcadas
eran, asimismo, manifiestamente notorias. Que sí, Tomás, me causas vómitos. Y
tú, alcalde de mi pueblo, no te ampares en lo de dejarlo en manos del comité
local, porque serías el primero en poner el grito en el cielo si un caso
similar se hubiese podido producir en Los Realejos de haber obtenido tu
partido, por ejemplo, diez concejales.
Para comenzar
esta primera semana de febrero existían temas suficientes. Porque las
declaraciones sabatinas de Rajoy (no me pregunten que me trabuco) o las
conclusiones de la investigación interna popular podrían acaparar los
comentarios hasta el próximo viernes (o más). Por cierto, la auditoría no ha
detectado anomalías, la situación financiera está saneada, no se han realizado
pagos fuera de las cuentas oficiales… ¿Hasta cuándo nos van a seguir tomando
por gilipollas?
Pero, por
inmediatez y cercanía, se impone escribir del ínclito Tomás. Ese portento de
militante del equipo de Manolo Domínguez que alcanzó la friolera de 200 votos
en las pasadas elecciones municipales y se convirtió en la ‘llave’, en la pieza
clave de la política del pequeño pueblo norteño. Dado que se había encargado de
propagar a los cuatro vientos que jamás pactaría con los malvados de la AIS (versión sanjuanera de las
huestes de Paulino), no hubo mayores problemas en conformar un equipo de
gobierno con los seis concejales del Partido Socialista. Aunque, y el tiempo da
y quita razones, el puñal estaba a buen recaudo.
Tras algo más
de año y medio (plazo de cobro del paro y que bien definiera la hasta ahora
alcaldesa), las tornas se han virado y Tomás ha visto la luz; mejor, se ha
iluminado. Bastante. Los comentarios así lo atestiguan. Algún vecino lo
corrobora con su ayuda humanitaria. Como somos generosos lo dejamos en
conductas irregulares. Es, y a perdonar el símil (análogo, semejante,
metafórico), como la versión light de alcohólico anónimo por borracho conocido.
Y cree (el
señor Mesa) a pie juntillas que erró (casi lo pongo con hache) al aceptar
solamente la primera tenencia de alcaldía, admite que se equivocó igualmente al
criticar la gestión del equipo de Manolo Reyes (ahora retirado a sus cuarteles
de invierno), y reconoce que hay que darle otro aire al municipio. Para ello se
fue a echar un arroz caldoso a Las Aguas, se mandó sus buenos y generosos
tragos (de brisa marina), hizo acopio de grandes dosis de ética, moral y buenas
costumbres (las mismas que predica Manolo en El Realejo pero cierra los ojos al
pasar Barranco Ruiz), y díjose para sus interiores íntimos de adentro: yo me
merezco más, mucho más. O alcalde o nada. Subió a toda pastilla silbando el
estribillo, se sentó en uno de los bancos por fuera de la iglesia y esperó a
Marco Antonio. Fueron apenas quince segundos, porque Abreu, la nueva cerradura
(y sin dobles), no supondría obstáculo –al contrario– para acometer las dos
cosas nuevas que requiere el municipio. Que no son los que se vienen comentando
en los diferentes medios de comunicación, sino que son dos grandes proyectos
relacionados con la industria de alimentos y bebidas que le darán un vuelco de
180 grados a los casi 21
kilómetros cuadrados de su territorio. Ya te contaré –no
me adelanto porque lo mismo el presidente insular piensa un fisco con la cabeza
y cambia de opinión antes del día 11 (festividad de Nuestra Señora de Lourdes:
7 mil curaciones y 66 milagros)–, y podrán comprobar que será “todo un descándalo”,
como bien definiera cierto ilustre personaje en una intervención televisiva.
Lo mismo
estás a estas alturas en condiciones de insinuarme que he podido ser irónico,
quizás con ciertos tintes de broma. Nada más lejos de la realidad. Lo
manifiesto con una total y profunda convicción. Mucha más que la que pueden
esgrimir estos politiquillos de tres al cuarto que ni siquiera tienen la
dignidad de presentar la renuncia al cargo ostentado de manera simultánea a la
presentación de la moción de censura. Porque si ya con tan escasa cifra de
votos es harto difícil justificar un hecho tan vergonzoso, legal pero
ilegítimo, el pretender seguir cobrando a toda costa un sueldo inmerecido solo
demuestra la catadura moral de quien se presta
a cambalaches y chanchullos.
Espero y
deseo que el noble pueblo de San Juan de la Rambla no caiga en la tentación generalizada del
“yo no voy a votar más”, porque aun comprendiendo el inmenso cabreo que pueda
rondar por sus cabezas y el estado de abatimiento en el que puedan encontrarse,
tal actitud solo vendría a favorecer las ansias desmedidas de estos
impresentables que creen que la política es un mero juego con el que defender
intereses espurios. Tomen debida nota y comiencen la tan necesaria y demandada
regeneración. Ojalá desde los pueblos pequeños se pueda dar comienzo a la
urgente reconquista de los valores democráticos. Y condenar al ostracismo a
esta serie de sujetos depredadores.
No debe estar
de luto La Rambla
después del 11 de febrero. La legalidad juega estos envites. Pero refuerza
convicciones. El país está atravesando una etapa de hondo descrédito.
Afortunadamente la situación tiene solución. Y se halla en nuestras manos. La
desazón solo conduce a que la herida se enquiste. Recapacitemos y acabemos con
tanta golfería. Y un consejo a los concejales que son apeados: sean comedidos
en las redes sociales, no jueguen con las mismas armas que utilizan los
censurantes.
Dedicado a tu
proceder, solitario concejal del PP y futuro alcalde, sin acritud pero con
total abominación, este humilde acróstico de un realejero entroncado con ese
maravilloso pueblo al que has engañado desde mayo de 2011 y al que ahora,
paradojas de la vida, vas a defender: Tu Obscenidad Merece Amplias Sátiras.
En 1985
estuve en la toma de posesión de Conchita. Intentaré repetir el próximo lunes.
Sí, el haz y el envés.
No puedo estar más de acuerdo con su artículo. Mucha razón. Saludos Desde La Guancha
ResponderEliminarUn indigno concejal bien merece tu frase de cierre del artículo: Tu Obscenidad Merece Amplias Sátiras. Gracias Jesús
ResponderEliminarEsto me recuerda una frase que el Sr. Fraga Iribarne (qed) dijo en unas de las primeras elecciones en nuestro pais, que gobernar simpre era bueno aunque tuviera que pactar con "El Diablo" Todo tu comentario me parece lo mas acertado, quizas hasta venebolo me parece.
ResponderEliminarUn saludo