Hoy es jueves
7 de febrero. Y hace cinco años en que otro jueves (de carnaval) venía al mundo
la primera nieta. Dicen que se nos nota, que se nos pone cara de abuelo, que
nos volvemos laxos, que dejamos hacer lo que como padres no estuvimos
dispuestos a consentir… ¿Y qué culpa tengo yo de que tú no puedas hacerlo? A
llorar a la plaza, que se decía tiempos atrás.
Ayer mismo,
en un duelo –lugar de bastantes horas de cháchara;
sí, hombre, conversa con amplísimo temario–, comentaba algo del particular con
otros del gremio. La casuística es variopinta. Y la impertinente crisis ha
hecho proliferar el conjunto de vaivenes que conforman el abanico.
En esta
familia no nos podemos quejar. Vamos escapando. Y cuando Emma corre –apenas
camina– por aulas, pasillos y patios de un colegio PÚBLICO en La Guancha, cuando ejercita
en cada instante sus excelentes aptitudes para la Comunicación y las Relaciones
Públicas, recordé cuando la familia se trasladó a la Villa de Ingenio. Fue el 7
de febrero de 2009 (un sábado). Para asistir a una ceremonia entrañable en la Casa de Postas de aquella
población grancanaria. Y de la que aún crece en casa un árbol que de allá
trajimos.
Me apetece
rescatar estas décimas que leyó un emocionado alcalde, mientras los oyentes
conteníamos a duras penas las lágrimas. Algunos, otros no pudieron siquiera disimular.
Por supuesto, también nos tornamos sentimentales. Y a mucha honra. Se
titularon: Bienvenida, ciudadana. Y estas son:
Un jueves de
carnaval,
hace un año
justamente,
llegaste
tranquilamente.
Por entonces don
carnal
alcanzaba su final,
pero Emma disfrazó,
desde que un dedo
movió,
la vida de mucha
gente,
hasta el instante
presente
que
en Ingenio nos citó.
En este cumple
primero,
hemos querido
temprano
venir hasta un pueblo
hermano,
para en abrazo
sincero,
este siete de febrero
pregonar en noble
Villa
–dilo tú, o mejor,
chilla–
que bienvenida aquí
eres
y ojalá siempre
tuvieres
una
acogida sencilla.
Mis elogios,
ciudadana,
te toca tejer futuro,
pues sólo bregando
duro
el respeto bien se
gana.
Igualdad para el
mañana
y libertad de
horizonte,
que desde el mar
hasta el monte
haya concordia y
entente,
para que siempre la
gente
con
optimismo lo afronte.
Desde La Guancha llegamos,
todos hechos una
piña,
a presentar nuestra
niña.
Como esta tarde nos
vamos,
aquí en Ingenio
dejamos
nuestro
reconocimiento,
junto a los ecos del
viento
que desde El Teide
trajimos
y en estos lares
fundimos
con
profundo sentimiento.
Lamento no haber
podido
de algún rato
disponer,
pero ha sido menester
dar anoche buen
zumbido.
Y es que he estado
entretenido
en trabajo más
prosaico,
sin pensar que “mi
mosaico”
se merece mejor trato
y no este verso
barato,
recurso
más bien arcaico.
Con la décima he
plasmado
el cariño de un
abuelo,
que se queda medio
lelo
cuando Emma justo al
lado
–y yo medio
adormilado–,
una siesta nos
echamos.
Después nos
regocijamos
con vídeos de Pocoyó.
¡Qué más puedo pedir
yo
si
con la nieta flipamos!
Me temo que
en el próximo mes de junio me tendré que inventar algo, no sea que Leo, que
apareció –más bien se adelantó– allá por San Juan, me reclame lo suyo. Ya se
verá.
Feliz cumpleaños, Emma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario