jueves, 21 de febrero de 2013

Viera y Clavijo

En la madrugada del 21 de febrero de 1813, a las 81 años de edad, falleció don José de Viera y Clavijo en Las Palmas de Gran Canaria. Había nacido en este pueblo realejero el 28 de diciembre de 1731. Por lo tanto, vaya obviedad, hoy se cumplen doscientos años de su óbito. Por tal motivo se ha elaborado una extensa programación que se va a desarrollar a lo largo de este año. De la misma cuentas con debida información en las diferentes webs municipales y en los medios de comunicación tradicionales.
Hace dos días estuve en el ayuntamiento –fui a sacar un certificado de residencia para viajes; ya sabes lo sacrificada que es esta vida de jubilado con esto de Mundo Senior, si Orizonia y Orbest nos dejan– y tuve la oportunidad de intercambiar unas palabras al respecto con el concejal de cultura. Le comenté, amén de la felicitación por la cantidad de actos a realizar, la asignatura pendiente: la adquisición de la casa natal del polígrafo y su posterior conversión en museo. Bueno, y algo más, también aludimos a la posibilidad, ya planteada en tiempos pretéritos, de trasladar sus restos a su villa natal. Algo que a los tres segundos estábamos descartando. Baste pensar que Viera apenas vivió unos días en el Realejo del entonces, mientras que en la capital grancanaria, ciudad en la que se asentó tras su regreso de la Península cuando contaba con 53 años, no solo vivió hasta el momento de su muerte, sino que en ella desarrolló una ingente y fecunda labor cultural.
Me daré un salto esta tarde-noche hasta la plaza que lleva su nombre para asistir al estreno de una obra compuesta por el amigo Jesús Agomar González Guillama, y que contará con la participación de músicos de las dos agrupaciones existentes en el municipio. Lo mismo voy un fisco antes y me alongo a la puerta de la iglesia para escuchar cómo la coral Cantares pone las consabidas notas en el funeral que allí tendrá lugar. Con el pertinente respeto, declaro que no son ese tipo de hechos, llamémosles institucionales, los que concitan mi interés. No sé si es por el lugar o tal vez porque las invitaciones que te cursan –mi agradecimiento al protocolo del consistorio– ponen la coletilla de ‘traje oscuro’.
Inmerso en la singular manía de pretender poner en verso (el clásico, el de toda la vida) cualquier acontecer que me llame la atención, me sumé asimismo a la efeméride y quedaron plasmadas en el disco duro estas letras: Décimas del segundo centenario (un total de veinte, que hacen un repaso de su trayectoria), Romance del ilustre desconocido (una semblanza histórica) y Sonetos a Viera (uno de los cuales ya fue publicado en ‘Sodero’).
Es mi intención darlos a conocer la próxima semana. Aunque creas que pueda ir de farol, el mantenimiento del blog requiere igualmente cierta planificación. Y las entradas de mañana viernes y la del próximo lunes ya me rondan el magín. No obstante, para que no te quedes con las ganas –qué iluso sigue siendo el tío–, van estos fragmentos a manera de adelanto. Te recuerdo que los comentarios están abiertos. Solo pido respeto y buenas maneras. ¡Ah!, y la lista de seguidores se estancó tiempo ha, y no hay manera. Menéala un fisco (la lista, claro). Va el aperitivo:
Una décima (la primera)
El segundo centenario
de su muerte celebramos,
así que nos aprestamos
a honrarte, genial canario.
En un viaje imaginario,
que libremente yo elijo
–y por lo tanto me exijo–,
comentaré la andadura
de quien fue genio y figura:
José de Viera y Clavijo.
El inicio del romance:
Sumemos al romancero
los hechos del ilustrado
que a este pueblo del Realejo
mayor fama le ha brindado.
El veintiocho de diciembre,
un día muy señalado,
de aquel año treinta y uno,
el hijo del escribano
se nos asoma a este mundo,
aunque algo delicado,
en el siglo de las luces,
así por todos llamado.
Hasta mañana. ¿Cómo? ¿El debate sobre el estado de la nación? Ya se verá.

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