15 de febrero de 2025

¿Dos varas de medir?

Qué tufillo más raro. Se puede opinar y se puede desconfiar. De sesgos más que evidentes y de procederes harto dudosos. Y algunos jueces persisten en mear por fuera de la bacinilla.

Jueves, 13-02-25

Sí, con las cartas marcadas / sigue jugando el pepé, / una cuestión que se ve / en diferentes jugadas. / Resoluciones sesgadas / de estamentos judiciales / parecen no ser casuales; / difundidas previamente / denotan que hay mucha gente / con acuerdos especiales.

Si no es trato de favor / el que a un señor se dispensa / por tener la suerte inmensa / de formar nido de amor / con la lengüina mayor / de todo el Madrid castizo / en un elegante piso, / que me expliquen el retraso / en la instrucción de este caso / por defraudar cual chorizo.

¿Dilaciones indebidas / o retrasos a conciencia?, / pues no entiendo la secuencia / de estas idas y venidas. / Da la impresión que tejidas / en la sede de un partido, / do algunos de pecho henchido / se jactan de compadreos / y con tales bamboleos / va este mundo bien servido.

Ya van cuatro citaciones / sin haber declaración, / parece más vacilón / con olor a absoluciones. / En las condecoraciones / de Ayuso en el futuro, / esta jueza, de seguro, / se llevará una medalla, / por ser esa fiel vasalla / que la libró de un apuro.

Viernes, 14-02-25

Huele mucho a prescripción / cómo se instruye un sumario, / pues no tiene de ordinario / ni una simple citación. / De hace un tiempo la impresión / de dos varas de medir / y elegirla va a influir / en ir rápido o despacio, / ser diligente o reacio, / atorar o destupir.

Sin recato ni vergüenza / se paralizan acciones, / pues juegan las dilaciones / en favor de la defensa. / Se tiene la suerte inmensa, / según baile algún togado, / de ver camino allanado / sin que el fondo se ahonde, / casualidad que responde / siempre a los del mismo lado.

Disminuye la confianza / a pasos agigantados, / proliferan los enfados / y se inclina la balanza. / No basta con la templanza / ante hechos tan chirriantes, / pues aumentan los desplantes / con parciales decisiones; / son demasiados botones / en nada ejemplarizantes.

Se va la imparcialidad / a tomar el viento fresco, / por el desvío burlesco, / rayano la vacuidad. / Tremenda deslealtad / a quienes son ejemplares / dejando al margen pensares / muy lícitos, por supuesto / en su quehacer muy honesto / sin salidas estelares.

En la justicia no debe / lucir aquel que la imparte: / a un lado debes echarte, / pon tu labor de relieve. / Aquí lo que se promueve / es aplicar bien las leyes, / pues ustedes no son reyes / en altos tronos aupados, / que tratan administrados / cual borregos de sus greyes.

A modo de conclusión:

Si los maestros deben ser modelos ante sus alumnos –no conozco a uno que le haya indicado a sus discípulos que fumar es malo con un cigarrillo en la boca–, si el periodista no puede erigirse en protagonista de la noticia, si el objetivo del médico es sanar a los enfermos y no enviarlos al otro barrio, ¿por qué no se puede aplicar esta medicina a los jueces? ¿Será porque el minuto de gloria les puede? Lo mismo sí.

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