Martes, 15-07-25
Unos días llevo raro, / intranquilo por la noche, / y no es el ruido del coche / que en la calle
busca amparo. / Como no lo tengo claro, / tendré yo que averiguar / qué coño
podrá pasar / por mente calenturienta, / que por poco se impacienta… / será de mucho
pensar.
En los vacíos momentos / me pongo a mirar el techo, / pero
tumbado en el lecho / van brotando sentimientos. / Y en lugar de los lamentos /
voy pintando en un papel, / con un ficticio pincel, / las letras que van
surgiendo / y que luego iré puliendo / para adornar el pastel.
Y en ello me encontraba / cuando eché la mente atrás, / descubriendo
en un pispás / que el recuerdo me rondaba. / Con traje me retrataba / aquel grande
de Juan Dumas, / ascendiendo hasta las brumas / por minúscula escalera, / sin
que aún yo padeciera / por las temidas reúmas.
El totizo sacudí /
volviendo a la realidad, / porque ya con esta edad / tal sufrimiento excluí. /
En dos bodas me vestí / colocándome corbata, / y en lo que resta se trata / de
escapar en camiseta, / que con el chándal completa / su vestimenta barata.
El embeleso siguiente / me pegó muy fuerte susto: / madre
mía, qué disgusto / cuando me vi en San Vicente. / Con pendón allí presente /
trajeado me observé, / y el voto renové / con boato rimbombante… / un sonido
penetrante… / menos mal que desperté.
Miércoles, 16-07-25
Soñé anoche y conversaba / con la Virgen del Carmelo, / que
me pedía consuelo / por lo mal que lo pasaba. / Cada julio se enfadaba / por el
uso inadecuado / de aquel hecho consagrado / cuatro décadas atrás, / pues no la
dejan en paz / con el bastón entregado.
“Si tú ya uno me diste, / que guardo cual oro en paño, / me
parece muy extraño / ─por no
decir que es un chiste─ / en
que cada alcalde insiste / dándome otro en las fiestas / en ceremonias molestas
/ que ya de quicio me sacan, / hasta creo que me opacan / tantas poses
indigestas.
Yo creo sinceramente / que me están utilizando / y con el
rollo del mando / se va luciendo esta gente. / Hasta lo noto indecente, / con
esa falsa sonrisa, / el que vengan de tal guisa / a mi casa año tras año, /
para usarme en el amaño / sin la menor cortapisa.
Un día de estos me planto / y voy a llamar al cura, / le
explicaré mi postura / porque estoy que no me aguanto. / Si no escucha, me
levanto / y cambio de residencia, / pues ya perdí la paciencia / ante tanto
compadreo: / que yo no soy el trofeo / que usen a conveniencia.
Aquí se viene a rezar / quien oportuno lo estime, / pero
nadie se aproxime / a vanaglorias buscar. / Aquel que quiera medrar, / que a
costa mía no sea, / pues la iglesia no recrea / el postureo constante: / este trafulleo liante / que baje Dios y lo
vea”.
A modo de conclusión:
Cualquier tiempo pasado fue… peor. Cualquiera se atreve a manifestar
lo contrario. Íbamos desorganizados, cual ejército de Pancho Villa. Sin
protocolo que guiara nuestros pasos. Aun así, se dotó de alumbrado público a
las calles, se llevó agua potable a todos los rincones, se construyeron
colegios, centros sociales, cuartos mortuorios… Sin redes sociales, sin
móviles, sin ordenadores, sin asesores que nos escribieran los discursos y
pregones… Cállate, bobomierda.