Domingo, 09-03-25
En el año me retienen / ocho mil ciento cuarenta, / y en
ello se fundamenta / el que muchos se mantienen. / Por eso cuando me vienen / a
que pueda esclarecer / las perras a devolver, / solo tienen que mirar / lo que
debí cotizar… / y que no debiera ser.
Siendo yo clase pasiva, / no es renta sino pensión, / y de
haber tributación / que tome nueva deriva. / Según lo que se perciba / al fisco
se aportará, / pero renta no será, / pues no existe ya el trabajo; / si en el
curro no me fajo, / el impuesto cambiará.
El pagar es necesario / por justicia y equidad, / no depende
de la edad / sino en función del salario. / Se llama ser solidario, / y quien
lo contrario piense, / que la cuerda más no tense / ni se mire el propio
ombligo; / el impuesto no es castigo / ni algo que se dispense.
Si el montante no alcanzara / el mínimo a tributar, / me
debiera preocupar / de forma rotunda y clara. / Pero si mucho aumentara / y
superase el umbral, / no puede sentarme mal / el que algo me retengan / para
que otros obtengan / una mejora esencial.
Lunes, 10-03-25
Pasear por Las Canteras / es algo que me relaja, / con la
añadida ventaja / de no encontrarme barreras. / De los nervios te liberas / en
mosaico interracial, / que viene a ser la señal / de encuentro de continentes,
/ do se juntan muchas gentes / en un ambiente cordial.
Las Arenas, La Puntilla, / incluso hasta El Confital, / es
terapia vacunal / mejor que cualquier pastilla. / Si tú prefieres la silla, /
yo la brisa de la mar; / cada cual puede jugar / con las cartas oportunas / y
utilizar las tribunas / bien consciente o al azar.
Estamos a diez de marzo / y continúo opinando, / versiones
del mundo dando / que en espinelas esparzo. / Poco a poco las engarzo / en mi
Pepillo y Juanillo, / amasando en el lebrillo / pareceres, disparates, / a
merced de los embates / de algún que otro velillo.
A perdonar el inciso / y a salirme por la rama, / la que en
Agaete llama / a todos sin compromiso. / Me parece un paraíso, / como todas las
Canarias, / con tantas semblanzas varias / que si todas quieres ver / tiempo
habrás de disponer: / son evidencias palmarias.
Estuve en El Bufadero / y a Neptuno saludé, / por Ingenio
retraté / al amigo cochinero. / Unos días de febrero / me largué de vacaciones,
/ pude pasar por Cardones, / por Teror y Valleseco, / y también me quedó un
hueco / pa´ escuchar a Los Gofiones.
Por los cuatro secarrales, / que cantara don José, /
encantado visité / a Néstor y sus riscales. / Aunque fue por carnavales / el
tiempo de la estadía, / ni me disfracé por Guía, / ni en La Aldea ni en Mogán,
/ sino que mis pasos van / a rendirle pleitesía.
No pretendo con mi rima / emular al gran Yeray, / ─imposible ser tan guay─ / porque él está en la cima. / Lo mío ni se aproxima / a ese
grande de Artenara / ─aunque
la luz le llegara / abajo en la capital─
/ que suma ingente caudal / de forma rotunda y clara.
No envidio a los que se privan / por conocer otros mundos, /
porque tenemos fecundos / parajes que nos cautivan. / Las Canarias me motivan /
para seguir descubriendo / y en cada viaje voy viendo / lugares encantadores: /
son delicias, son primores / de la tierra que defiendo.
A modo de conclusión:
¿Se acuerdan de don José? Sí, ese personaje al que mi pueblo le dedicó una calle por el mérito de haber vilipendiado desde su periódico a sus propios compatriotas. Pues cada vez que puedo me doy un salto. Para cagarle en la oreja.
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