Lo prometido es deuda. Como la vida del jubilado no debe ser ociosa (corres la aventura de anquilosarte mentalmente, mucho más peligroso que el físico), me atreví –lo mío es osadía en grado sumo– con este Romance al ilustre desconocido: una semblanza histórica de Viera y Clavijo, del que hoy, la primera parte.
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