O
malquerencias, quizás. Porque si uno observa cómo anda el patio (informativo),
agüita. Que no Anguita. Del que rescato –tenemos una tendencia al olvido tal
que ni los que pretenden ser alternativa son capaces de arrojar lastre– este
fragmento de no ha tanto (13-11-2013) en Europa Press:
El excoordinador general de IU Julio Anguita
ha criticado este miércoles el pacto de IULV-CA con el PSOE-A porque cree que la Junta de Andalucía aplica
"medidas de austeridad" no "por imperativo legal". En
cambio, considera que el pacto entre el partido y el PP en Extremadura "ha
servido de algo".
Y como uno
lee, y además se siente mínimamente capacitado para pensar, reflexionar y
opinar, no entiende estas salidas de tono de los que deben predicar con el
ejemplo. Porque que yo sepa en Andalucía IU llevó a cabo un referéndum, de
carácter vinculante, que se saldó con un 80% de votos a favor de un gobierno de
coalición con el PSOE. Y ahí está, por ejemplo, Diego Valderas en un puesto de
relevancia en la Junta.
¿No se aceptan las decisiones mayoritarias o va cada uno por libre para lo que
convenga? ¿O puede más la arrogancia? Que también detecto, o intuyo, en otras
formaciones que usurpan representaciones que van más allá de lo que un hecho
puntual –hasta ahora– ha puesto sobre la mesa.
El profesor
don Julio, ahora jubilado como un servidor, no debería echar tanta leña al
fuego porque corre el peligro de que se pueda chamuscar. En todas partes cuecen
habas y el que menos corre, vuela. Incluso por zonas más cercanas a las de este
aprendiz de escribidor se ha extendido la moda de que el culpable de todos los
males habidos y por haber es el Partido Socialista. Y más de un abanderado, que
ha encontrado tremendo filón en las redes sociales para el autobombo y el
protagonismo exacerbado (interprétese como que le gusta buscar las cosquillas),
corre estúpido velo a pactos no tan
lejanos en los que alguna ‘ganancia’ debió existir. No pienso que económicas. O
a lo peor sí.
Algunos
militantes –los hay en todos los partidos– parecen estar por arriba del bien y
del mal. En su pretensión de suponer que no están sujetos a férreas
disciplinas, mean más de la cuenta por fuera de la bacinilla. Y en esa tesitura
se lanzan a piscinas vacías, puede que silbando la Internacional pero
obviando el fragmento que dice: ni en
dioses, reyes ni tribunos está el supremo salvador.
Las fuerzas
de izquierda (son tantas que me van a faltar dedos) que se han visto
favorecidas por el descontento general en estas últimas elecciones, y cuyos
votos ‘robaron’ al PSOE (no lo digo yo, basta poner la oreja atenta y escuchar
declaraciones siniestras, es decir, cañotas), han focalizado su discurso en un
único enemigo. Y este resultado, legítimo como el que más pero que puede ser
más producto del cabreo ciudadano que de un mérito que aún no se ha podido
demostrar, les está conduciendo a posturas que rayan el despropósito cuando no
la petulancia y prepotencia. Tanto que para la defensa de sus postulados echan
mano de las armas que dicen van a combatir.
No es de
recibo –como a ellos les gusta, me apropio de la expresión– que sostengan que
se niegan al diálogo para no ir de la mano. ¿De qué, entonces? ¿Van a ir de
culo, como hasta ahora? ¿Se trata de una nueva táctica de convergencia tirando
los unos para La Corona
y los otros para El Guindaste? No le vamos a lavar la cara al PSOE. Perfecto,
pues lávenle el culo ya que tanto la ha cagado en estos últimos años.
Esta manera
de entrar a degüello no la entiendo. Mucho menos la comparto. Cada vez que
algún miembro de las Juventudes Socialistas realejeras expresa un parecer o
reproducen el de un tercero, surgen navajas afiladas para despedazar semejantes
osadías. Los programas, propiedad exclusiva de los ungidos, contienen en la
letra menuda el recuerdo de la pinza. Jolines, bien nos gusta ver pajas en ojos
ajenos. Eso déjenlo para los que no estamos sujetos a dictados ni hemos de
regirnos por manuales de instrucciones. Aunque nos los remitan en el vano
intento de que un día nos ablandemos y los reproduzcamos. Que no, que no le
hago publicidad a nadie. Y menos a mi costa. Yo elijo los mares por los que
navegar. En solitario. Así no me debo.
Y un último
consejo a los progres izquierdosos, o izquierdistas: aquellos que nacimos antes
del 20 de noviembre de 1975 gozamos del mismo derecho que ustedes (los jóvenes
que tienen la suerte de manifestar lo que les venga en gana porque otros
lucharon por un estado de libertades) a reivindicar lo que unos golfos se han
encargado de emborronar. Y como de manchas algo sabemos los de la casta de
agricultores plataneros, jociquiadores
de tierra en régimen de vasallaje, casi de esclavitud (y a mucha honra, por mis
padres, q.e.p.d.), no sigan tirando barro contra los que sentamos las bases de
esta nueva etapa. Que es utilizada, aprovechada, mejor, para la ‘defensa’ de
intereses tan opacos como espurios (engañosos). Cambien, que legitimidad
poseen, lo que menester fuere. Pero no olviden que ello es posible desde esta
plataforma que otros fabricamos.
Se nos llena
la boca con frases rimbombantes sin percatarse de que a lo mejor se podría
dejar a un lado personalismos, protagonismos y retratos del bien quedar y
sentarse alrededor de una mesa. Y si se marginan estereotipos y prejuicios con
un exiguo esfuerzo, podría haber acuerdos que desterraran este enfrentamiento
inútil y estos espectáculos lamentables que solo vienen a confirmar el
desprestigio y la desafección. Lo malo es que los llamados a llevar las riendas
ya le tomaron el gustito al burro y tampoco se quieren bajar. Vaya exposición
de ganado. Como la habida este pasado sábado en mi pueblo. Y a las fotos
colgadas en Facebook me remito. Dado que no asistí sino al Festival de las
Islas (40º edición), no pudieron retratarme. Así que en los del censo de dos
patas todavía no me han incluido.
Hay apreciaciones muy atinadas en este texto. La convivencia interna se está tornando imposible. Al PSOE le sobra flagelo y le falta autoestima. El problema es que está perdiendo mucho tiempo mientras otros -que aún tienen mucho que demostrar- avanzan. El hartazgo y el vacío tienen la culpa.
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