En la noche
de este pasado jueves estuve en La Gorvorana.
A pesar de la lluvia. Se presentaba públicamente la
restauración del retablo de la ermita que se hallaba en lamentable estado de
conservación. Me extrañó que al llegar al lugar no hubiese nadie. Bueno,
alguien tiene que ser el primero, pensé. Pero dieron las ocho, hora prevista, y
no apareció un alma (qué mejor expresión para tan sagrado lugar). Ni siquiera
columbré al Gabriel, el cura.
Regresé a
casa y por el camino pensaba que muchos fueron los años vividos en aquellos
alrededores. Mi familia fue una de las tantas que habitó la Casona, ahora abandonada y
en ruina galopante. Su actual propietario, ayuntamiento de Los Realejos, lleva
más de una década estudiando qué hacer con el inmueble. Cuando se adquirió, la
crisis no había asomado el hocico y el alcalde de aquel entonces creyó que los
dineros acudirían prestos al rescate. A la vista está de que los deseos no
tomaron el mismo camino que la cruda realidad.
En Facebook
me enteré de que el acto (¿o debí escribir evento?) había sido suspendido
porque las restauradoras debían venir de la capital y la borrasca estaba aún
jugando malas pasadas. Estaremos atentos para esa nueva fecha del 11 de
diciembre y darnos el salto de rigor.
No obstante,
no dejemos pasar la ocasión y rescatemos unas notas que Internet nos brinda:
“La ermita de
La Gorvorana
posee en su interior un pequeño retablo, dorado y policromado perteneciente al
siglo XVIII; contiene la imagen titular, Nuestra Señora de Guadalupe, cuya
presentación se acerca a la
Virgen extremeña más que a la versión mexicana, que se venera
en el actual templo parroquial del Toscal-Longuera. Otra pieza no carente
de mérito estético es la del Niño Jesús, expuesto en el pequeño nicho abierto
en el remate del mencionado retablo.
Es digno de
mencionar los lienzos de San Pedro Apóstol, Santa Águeda, San Antonio de Padua,
Ntra. Sra. de Belén, situados junto al retablo principal y a los pies de la
ermita.
El 7 de septiembre
de 2013 se cerró al culto para proceder a la restauración de su retablo
principal, de los cuadros anteriormente mencionados y mejorar el entorno de la
ermita. Esta se abrió al culto el 3 agosto de 2014.
La ermita es
de propiedad privada, pero goza de la celebración de la eucaristía dominical a
las 09 horas de la mañana, por el cura-párroco de Ntra. Sra. de Guadalupe,
barrio Toscal-Longuera.
Para ver
el álbum fotográfico de la
Ermita pulsa el siguiente enlace:
De la charla
de Ana María Díaz Pérez en el Casino Realejos (2 de julio de 1997) extraemos:
“En la época
de la Conquista,
Francisco Gorvalán fundó en el actual barrio del Toscal-Longuera la hacienda de
la Gorvorana,
dotándola de una ermita que dedicó a Ntra. Sra. de Guadalupe, cuya fachada se
observa distinta a las habituales edificaciones de este tipo en las Islas,
debido a que su frontispicio, aunque es el resultado de un añadido posterior,
termina en forma circular. A pesar de que las transformaciones se
sucedieron a lo largo de la historia, aun así conservan parte de las
construcciones de los siglos XVII y XVIII.
Ya dentro del
recinto se contempla en la hornacina central del lígneo retablo barroco la
imagen de la Virgen
titular, cuyas particularidades iconográficas recuerdan más a las
representaciones extremeñas de esta advocación, que a las realizadas en México.
La Madre de
Dios y su hijo, con rubios cabellos y rosadas mejillas en los abultados pómulos
de sus rostros, cuyas miradas se dirigen al espectador, muestran oscuros
ropajes en los que destaca el dorado, portando el Niño Jesús, en su mano
izquierda, el globo terráqueo con la cruz, y la derecha queda libre en actitud
de bendecir, en tanto que Ntra. Sra. sujeta al Pequeño con el brazo izquierdo y
ase el cetro con la mano diestra”.
Bueno,
prometido queda para la próxima. Allí estaremos. Seguro que aprenderemos mucho.
Y si acude, igualmente, el amigo Germán, las enseñanzas se multiplicarán.
Como colofón,
una presentación fotográfica de Fuerteventura, isla agraciada en este último
episodio lluvioso, y de la que habrá más entregas. Hasta la próxima.
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