Miércoles, 19-03-25
El invierno ya se acaba / siendo mejor que el pasado, / con
más agua que ha mojado / el Valle de la Orotava. / Nuestro campo se mojaba / ─de tiempos inmemoriales─ / al llegar los carnavales; /
ahora nos enfadamos / sin en el coso nos chingamos / por fenómenos pluviales.
No sabemos valorar / lo que nos da la natura, / ya no impera
la cordura, / ya nos molesta el sembrar. / Es más cómodo comprar, / aunque caro
nos parezca, / que esperar que en tierra crezca / el producto a consumir, /
todos queremos vivir / repotiados, a la fresca.
Tenemos inmenso mar / al que poder recurrir / y pa´ poder
subsistir / nos basta con desalar. / Las lluvias deben estar / prohibidas por
decreto: / vaya falta de respeto / el que caigan chaparrones; / primero las diversiones
/ y mover el esqueleto.
Para qué quiero verduras / si el lomo debo doblar; / yo sí
quiero trabajar… / en labores menos duras. / No se hicieron las cinturas / para
coger las guatacas, / porque luego las resacas / son malas de sostener, / ¿no
es mejor un buen somier / o unas buenas butacas?
Quiero poner de relieve / que se imponen acomodos, / puesto
que a gusto de todos / se dice que nunca llueve. / Y que nadie se subleve / si
reclamo sensatez, / pues me tiene la idiotez / hasta allí y más allá / con esta
gente que va / por la vida haciendo el juez.
Mejor que sigan dormidos / y “más nunca” se despierten, / no
sea se desconcierten / al destupir sus oídos. / Tan vacuos de contenidos / en
sus lamentos pueriles / de los múltiples perfiles / que por las redes abundan,
/ que en vacuidades se hundan / inmersos en sus rediles.
Jueves, 20-03-25
Siempre escuché a los mayores / que agua caída del cielo /
era su mayor consuelo / para aliviar los dolores / de las tierras de labores /
y asegurar el sustento / que crecía a ritmo lento / con mimo y dedicación, /
enfatizando ese don / de congénito talento.
Ante palabras tan sabias / poco queda que añadir, /
simplemente colegir / que no comparto esas labias / ─producto, quizás, de rabias─ / de ignorantes redomados, / los que siguen empeñados / en
protestar cuando llueve: / que el demonio se los lleve / y que purguen sus
pecados.
Las escalas de valores / no son tenidas en cuenta, / y lo
fácil se patenta / sin que nos cause rubores. / Ya sobran los directores / y
escasean los currantes; / ya está bien de comediantes / que solo bulos
propagan, / menos digan y más hagan, / pandilla de maleantes.
Que llueva cuarenta días / y se subsanen carencias / para
que acaben dolencias / de innumerables sequías. / No apuntemos tonterías, /
seamos más responsables; / ten seguro cuando hables / que lo que vas a decir /
es más claro que omitir… / envainémonos los sables.
El agua es un bien escaso, / cuanto más llueva, mejor; / así
que haz el favor, / no me hagas el payaso. / A la carta no es el caso, / el
horario no se elige / ni en un mago usted se erige: / no se dicta una
instrucción / pa ´ que caiga un chaparrón: / que venga y me regocije.
A modo de conclusión:
Cada vez que escucho quejarse a la gente por la lluvia, más
entiendo la pronta reacción de los políticos en instalar desalinizadoras.
¿Negocios y ganancias a la vista? ¡Ah!, no sé. Hasta Casimiro mostró interés en
ubicarlas en La Gomera. Que baje El Cedro y lo vea.
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