No, no crean que me he vuelto medio majara.
Soy consciente de que no es hoy el Día de Canarias. Pero te voy a contar un
secreto: las entradas –o posts– de la pasada semana habían sido programadas con
antelación porque tenía previsto darme un garbeo por Fuerteventura, la isla que
menos he visitado (debe ser la culpable una dermatóloga que me dijo que yo era
muy blanco y no debía coger mucho sol), y algunos amigos me tenían comido el
coco. Así que aproveché una de esas ofertas que nos brindan a los jubilados (puesto
que puedes viajar en cualquier época), y me largué para Corralejo. Te iré dando
cuenta, poco a poco, con el cambio de fotos de este blog y las presentaciones
que ubicaré, como siempre, en su hermano gemelo o versión dos.
Coincidió, además, que el día 30 de mayo
próximo pasado fue el escogido para subir el coche al barco y darme el oportuno
salto a la vecina Isla de los Volcanes en la que siempre existen los saludos de
rigor y los ‘enfados’ de los que no fueron visitados, pero un día da para lo
que da. Eso sí, en la cámara quedaron plasmadas las instantáneas de rigor. Y
allá en Lanzarote tuve tiempo de vislumbrar mucho mago, sobre todo en Arrecife.
Debe ser que los conejeros se llevan mucho mejor con Paulino que los herreños y
no le dieron plantón.
A la vuelta, ya en el hotel, la televisión
autonómica (esa hermana de la ‘radio nacional de Canarias’) me deleitó con el
acto en el que se entregaron los premios y medallas. Saben que un servidor
siempre alberga dudas con respecto a estas concesiones. Pero no pretendo quitar
méritos a nadie (aunque comparto el parecer del presidente del Cabildo de El
Hierro acerca del colectivo destinatario del galardón tras la erupción
volcánica de La Restinga, pues desprende un tufo político de no te menees),
sino que me ceñiré al discurso del presidente y a la posterior interpretación
del Himno de estas ínsulas.
Y comienzo por este último, pues tras el
fallido concurso por el que se buscaba una letra para el mismo, saben ustedes
que se lo asignaron (a dedo) a Benito Cabrera. Se demostró palmariamente que
segundas partes nunca fueron buenas. El villancico funcionó, pero este himno no
hay por donde cogerlo. Pasarán más de mil años y no habrá canario (salvo los
del coro del Conservatorio) que le hinque el diente. Y te lo puedo demostrar
científicamente, aunque no me halle presente en esa fecha por razones más que
obvias.
Vamos con el discurso. Aunque mi pensamiento
político esté a varios años luz de los postulados del Partido Popular, debo
coincidir con ellos en que Rivero (bueno, el que le prepara los papeles) no se
halla en sus justos cabales y confunde los actos institucionales con sus
clásicas verborreas en los periodos precongresuales de Coalición Canaria.
¿Quién se puede creer, con una simple mirada a la cantidad de parados, que en
estas peñas se está haciendo todo bien y que los errores siempre proceden de
Madrid? Los políticos que gobiernan en el archipiélago parecen no percatarse de
que el amplio capítulo de transferencias con las que se han dotado las
diecisiete autonomías no permiten estas alegrías oratorias. Pero nos hemos acostumbrado tanto a mendigar que
parece no haber otra alternativa. Cada vez es mayor la vergüenza que sentimos
al escuchar este tipo de justificaciones. Han logrado que recuperemos el
concepto de disco rayado que tanto quebraderos de cabeza nos causó en los
tiempos del vinilo.
No se prestaba el acontecimiento para la
llorona de rigor. En la que llegué a atisbar ciertos tintes independentistas
(¿haces guiños a don José, Paulino, para que cambie la línea editorial?). Si
no, ¿a cuenta de qué los dos mil kilómetros de distancia si hace una semana
escasa dijiste otra cosa cuando saliste de La Moncloa? De verdad, estimado
presidente, te noto más quemado que la pipa de Toro sentado y Canarias necesita
unos dirigentes con mayor prestancia, diligencia y rigor.
Estamos cansados porque Canarias, y los
canarios que presumimos de al menos dos dedos de frente, nos merecemos otra
cosa y no más de lo mismo. Y como los socialistas canarios no se atreven a
abrir la boca (solo un fisquito para disimular, no sea que los desembarques),
negro panorama nos espera. Puede, a estas alturas de la película y para que
Rubalcaba despierte y se retire a sus cuarteles de verano, que se cometa la
enésima puñalada trapera (abundan dispersos por estos peñascos los
especialistas) y escenifiques otra boda con Soria (después del congreso
‘nacional’ –otra incongruencia–), porque este pacto no solo está condenado,
sino que puede forzar a CC y PSOE a una derrota electoral sin paliativos. Y sin
que Rajoy, como siempre, mueva un dedo. Porque si con la que está cayendo, el
desgaste gubernamental (nacional) no es ‘aprovechado’ por los opositores (y las
fuerzas –es un decir– que conforman el ‘desgobierno’ canario lo son), y las
encuestas apuntan en esa dirección, mucho habría que recapacitar. Me temo, no
obstante, que CC no se halle en condiciones de esfuerzos tales (lo de los
socialistas canarios, mejor ni mentarlo, máxime cuando más de un dirigente
municipal histórico ya cuestiona ciertas componendas).
Me alegro de que haya dejado marginada mi
actividad folclórica. Quizás, tras contemplar estos espectáculos
‘tradicionales’ (los del Día de Canarias se incluyen), lo mismo comienzo a
odiar tajarastes y sirinoques. Pero no quiero desanimar a los alumnos del CEIP
Valsequillo, quienes aún ponen ganas en este nacionalidad de pandereta, la
misma que le permite a Elfidio seguir recibiendo generosas subvenciones para
pasear en ‘buses’ descubiertos bajo el acueducto segoviano.
Respeto a lo que se celebra. Allá donde
fueres, haz lo que vieres. Aunque no sea creyente, si entras en una iglesia
adoptarás una postura acorde con lo que allí concita a los fieles. Tú, Rivero,
no fuiste capaz de situarte y pensaste que estabas en otro foro. Pero como sé
que no lo vas a entender… Y ya está.
Cuando nombren a mi alcalde presidente insular
del PP (que para eso lo designó Cristina Tavío; en ese partido es tradición el
actuar de ese modo)… No, eso no toca hoy; lo mismo otro día. Porque mañana,
quizás, te comente la peripecia para volver el pasado domingo de Fuerteventura
gracias a Binter.
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