Aunque vaya
del Imserso, el titular está bien: Inmersos. Porque la situación actual lo
requiere. Y van en este año unas buenas cuantas. Me refiero, obviamente, a
convocatorias electorales. Resta la traca final el próximo 20 de diciembre. Ha
sido el marrón, perdón, el turrón con que Rajoy pretende despedirse de los
suyos. De los otros ya lo hizo mucho tiempo atrás.
Leo que el
Gobierno se moviliza para salvar los viajes de un millón de jubilados. Ya saben
que esta temporada el concurso de adjudicación de las plazas que se ponen en
liza ha sido de lo más entretenido, a la par que chapucero. Pero discrepo del
planteamiento periodístico. Al Partido Popular, de no haber elecciones de por
medio, bien poco se le habría importado que los viejos se quedaran en casa. Y
así contribuían a la recuperación de un país que navega viento en popa y a toda
vela.
Sostiene el
informador que se ha hecho todo lo posible ante este litigio entre Mundo Senior
y Mundiplan para calmarnos los nervios, al tiempo que disminuir la tensión con
los hoteleros que ven peligrar negocios y puestos de trabajo. Me creo lo
segundo, pero no tanto lo primero.
Mi actual
escepticismo me indica no tenerlo tan claro. La tropa del gallego no está
preocupada por nosotros. Diría que más bien por ellos. Un caladero tan
importante de votos bien merece un respetito. Y como los pensionistas ya
estamos más para allá que para acá, pensarán los dirigentes que hemos perdido
el tino hasta el punto de agarrar su papeleta y depositarla en la raja que tú
sabes. Un error lo comete cualquiera.
En Canarias
ya somos 293.819. Imagina que nos pusiéramos de acuerdo y nos decantáramos
todos por el mismo partido. Si el PSOE fue el más votado en las pasadas
autonómicas del mes de mayo con 180.000 votos, me dirás si no constituimos un
mercado apetecible. Máxime cuando el mundo de la comunicación se empeña en
retratarnos como viejos bailongos que no sabemos hacer otra cosa que
rehabilitar la artrosis con movimientos sexis. No niego que sea la ilusión de
bastantes, pero no olvidemos que el tejido neuronal, gracias a los avances de
la medicina, no se hallan tan deteriorados como para convertirnos en autómatas.
Oh, fíjate tú que muchos manejamos ordenadores y todo. Y accedemos a Internet
cual avezados navegantes.
Mariano sabe
que se la juega. Si gana (cruz perro maldito, que me equivoque), será su éxito
personal. Si pierde y no puede continuar en La Moncloa, será devorado por
los mismos que hasta ahora le han hecho carantoñas. Ha sido capaz en estos
últimos días de no abusar tanto del discurso en el papel. Hombre, chuletas
sigue llevando. Y con letra más clarita que la suya. Lo malo es que no se baja
del burro y sigue empeñado en vender éxitos que solo él ve. Bueno, y los que
deben seguir al pie de la letra el manual. Pero salió del plasma. Algo es algo.
Estamos en
una situación inmejorable. El paro se ha reducido hasta cifras equiparables a
cualquier país de la vanguardia europea. La caja de la Seguridad Social
rebosa y el Fondo de Pensiones alcanzará para llegar al año 3528 sin mayores
agobios. Los contratos de trabajo han permitido que cualquier obrero disfrute
de dos meses de vacaciones con retribuciones que jamás se han conocido en la
nación. Nadie ya lo pasa mal ni se ha quedado en el camino. Cualquier
enfermedad grave es tratada al día siguiente de su diagnóstico en todos los
hospitales públicos, sin excepción alguna. Por fin se ha cumplido el aforismo
de Alfonso Guerra: A este país no lo conoce ni la madre que lo parió.
Tanto ha
cambiado la película que el organismo de loterías está realmente preocupado por
el notable descenso en las ventas. Normal, para qué ilusionarse con el Gordo si
con el confort alcanzado vivimos en completo desahogo. A este paso, El Gato
Negro se convertirá en un despacho de pan, que de eso seguimos comiendo hasta que
alguno suelte el bulo de que produce cualquier enfermedad maligna.
Yo lo tengo
decidido. Esta vez no voy a votar por el Partido Popular. Y espero que este año
el mes de la castaña sea diciembre. Ojalá que aquellos cuyo DNI señala que se
hallan en edad de viajar con el Imserso, pero que aún sueñan y se fabrican sus
utopías, sean capaces de discernir con la cabeza y dejen el corazón para
cuestiones de otra índole. Que la racionalidad impere en su ámbito natural. Y
como cada vez somos más, y duramos más (como las pilas), va la sentencia final:
Compañeros, el futuro es nuestro.
E inmersos en
la niebla y en las lloviznas, sin avisos ni alertas, de ustedes atentamente, un
servidor. Eso, para servirles. Hasta mañana.
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