Lunes, 23-06-25
Llevo unos días jodido / con el tal Santos Cerdán / y
aquellos que también van / a cargarse ¿su partido? / Aunque me encuentre
dolido, / seguiremos escribiendo / y con todos compartiendo / opiniones,
pareceres, / pues creo que son deberes / que buenamente yo emprendo.
Lo malo del escribir / es sujetarte al dictado / del que
observa en lo plasmado / un pretexto para urdir. / Al que quiera colegir / que
en este blog se maquina, / receto la medicina / de ponerse negra venda: / haya
miedo que se ofenda / si no entra en mi cocina.
Unos cuantos encumbrados, / que me tienen entre cejas, / no
van a escuchar las quejas / ni gimoteos seriados. / Cómodamente sentados /
pueden ustedes seguir / que mi derecho a escribir / se ejercita sin tutelas, /
no podrán las triquiñuelas / mis andares dirigir.
De todas maneras pienso / que en esto del protocolo, / de
manejarlo un pipiolo, / existe fuerte disenso. / Y utilizado de ascenso / para
medrar con descaro / –de lo contrario, en el paro– / demuestra bien a las
claras / lo injustas que son las varas / de medir sin un buen faro.
Nos quieren aborregados / como perritos falderos, / pues
manejan los dineros / cual objetos empeñados. / Aquellos antiguos fiados / que
tú debías pagar / han vuelto a resucitar, / sobre todo con mayores, / que
devuelven los favores / por llevarlos a pasear.
Con aquellos que no entramos / en guaguas y bocadillos, /
aplicaremos rodillos / y los dientes enseñamos. / Los caudales nos gastamos /
para aplausos recibir / y tú sí, bwana, decir; / de lo contrario no existes, /
y a soportar los embistes / por no saber asentir.
Martes, 24-06-25
Costumbres se van perdiendo, / pues nos volvimos urbanos, /
se nos fueron de las manos / o las hemos ido hundiendo. / Como vivimos
corriendo / ya no hay tiempo para hogueras / –mejor dicho, fogaleras– / ahora
toca una movida / porque ganan la partida / otras cómodas maneras.
Antaño por junio había / tres quemas de trastos viejos, /
mas tornaron los festejos / en otra fisonomía. / Con San Antonio se abría / el
ritual de la llama / y luego San Juan enrama / la silla con rica fruta, / amén
de noble disputa / oculta bajo la cama.
Lo más importante era / piñas de millo turrar, / que brasas
van a quedar / de la enorme fogalera. / Se distendía la espera / saltando sobre
los restos, / pues se entendían los gestos / señales de valentía / y nada raro
ocurría / a tan imprudentes tiestos.
Nueva en San Pedro tocaba / y en julio otras dos más /
seguidas, a todo gas: / ni un resto al final quedaba. / Tras la de Santiago
estaba / la limpieza de Santa Ana, / quemando de buena gana / cuanto arritranco
agenciabas, / no existían grandes trabas / en fecha no tan lejana.
Costumbres se van perdiendo / y como los viejos nos vamos /
sin recuerdos nos quedamos: / es algo que estamos viendo. / A todos estoy
pidiendo / que las vivencias guardemos / o prisioneros seremos / de olvidos
imperdonables, / ¿nos sentiremos culpables / de que el legado borremos?
A modo de conclusión:
Las costumbres de los viejos no deben de abandonarse, dice
una copla. Pero las modas han cambiado. Vaya que sí. Y este iluso pretende que
imperen los buenos modales. Como diría Calero: deja ver.
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