viernes, 20 de noviembre de 2009

Funcionarios: ¡a trabajar!

Por fin. D. José Manuel Soria ha cogido el toro por los cuernos y ha dicho: ¡¡¡Basta!!! Los funcionarios gandules, al paredón (es un símil). Qué es eso de coger una baja por la cara e irse a curar paseando por la playa (las Canteras o El Socorro, tanto monta). En dieciocho meses, ¿cuántos kilómetros se han podido recorrer? Ni Paulino con sus medias maratones. Al curro, carajo, gandules.
No me va a caer la breva de que don José Manuel me haya podido leer el comentario de hace un par de días ( a no ser que Salvador le haya dejado la URL a Jerónimo. Y éste a Paulino. Y el presidente al vicepresidente. Qué va, demasiadas coincidencias). En el que aludía a un caso flagrante. Y si yo conozco uno, imagínate cuántos habrá. El señor Soria disparaba de manera directa a los docentes. Y yo estoy de acuerdo con él. Quién me lo iba a decir. Y el noventa por ciento de los que siguen transitando aulas, también están de acuerdo. Y va la pregunta de los dos millones: si lo saben, excelentísimos señores gobernantes, ¿por qué no les meten mano de una vez? ¿Quién (des)gobierna estas ínsulas desde que yo era mucho más joven?
Jubilaron, años ha, docentes a porrillo sin motivo aparente alguno. Una ligera sordera (que no fue posterior impedimento para otras actividades musicales), una pequeña jaqueca en las cuerdas vocales, una mísera alergia a vete a saber qué polvos y otras dolencias ilocalizables fueron causa de una espantada de mucho cuidado. Con cuarenta y pocos. Y nos quejamos de la banca y de telefónica. Por cierto, otro consejo a los sindicatos: cojan un fisco de vergüenza y en vez de caer en el recurso fácil de pedir dimisiones, exijan a Soria que presente pruebas. Porque ustedes, los cuatro que dicen representar a cientos de miles, son tan cómplices como el que más. Un paso por las aulas está haciendo falta a los cuatro mangantes que explotan las bajas, pero también a ustedes, que con el reparto de cuatro folletos están viviendo de gorra. Y luego llaman carotas a los políticos. Ni contigo ni sin ti. Yo me callo y tú me tapas. A trabajar, los unos y los otros, que ambos desprestigian el magisterio. Y mucho.
Pero, por fin (otra vez), don Soria va a acabar con este desmadre. Y bastante que me alegro, aunque un poco tarde. Porque si yo me hubiese subido al carro de los carotas, a día de hoy este blog estuviese por los dos millones de entradas. Y salidas (sin helicóptero), ni te cuento.
Por un casual, Paulino: ¿te coge la jubilación Logse? Lo digo por si tienes algún traspiés en la política –cosa que no creo, pero nunca se sabe– y Mariano no te deja volver al Sauzal. La descendencia ya puede desenvolverse sola, ¿no? Y claro, el deporte ya no renta. No es lo mismo que las conferencias de Aznar. Tampoco te veo yo disertando de las competencias básicas. No, no es por nada, simplemente porque no las has trabajado, no por otra cosa, no te vayas a creer. Mira que empecé con Soria y acabo con Rivero. ¡Idea!
Quiero acabar esta historia / en los altos, por Ravelo, / pues los ‘milagros’ del cielo / te juntaron con el Soria. / Y me viene a la memoria, / mi incombustible Paulino, / que un buen bistec de cochino / nos hace olvidar las penas, / y las dichas serán buenas / con unos litros de vino.
Ánimo, tándem; y cuando acaben con los funcionarios golfos, a pegar con los políticos. Cuenten conmigo, que ahora tengo un fisco más de tiempo y este medio de comunicación directo y barato.
¡Ah!, me olvidaba, qué bien quedaste, Paulino, saltando el charquito. Si te tranca uno de los que las pasó realmente canutas, te suelta en Los Tres Pinos y a brincar con el chorro hasta Playa Jardín (que no existía en el 68).

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