lunes, 13 de septiembre de 2010

Marianella Aguirre


Este pasado sábado se inauguró una exposición de dibujos de Marianella Aguirre en el Restaurante Kambak de Santa Cruz de Tenerife. Este negado en todo lo que guarde relación con las artes plásticas (y en otras tantas facetas) se dio un paseo esa tarde y quedó encantado, gratamente sorprendido. Pero vamos por partes:
¿De qué conozco yo a Marianella? Pues parece ser que ella recaló en Ediciones Idea mucho antes que este realejero. Y al ofrecer a la editorial la posibilidad de ilustrar las publicaciones de aquellos autores que no fuesen con un dibujante bajo el brazo  –que es mi caso–, no tardó mucho para que se produjera el encuentro. En la nueva edición de “Pepillo y Juanillo” se consideró oportuno cambiar la portada, por exigencias de la propia colección en la que fue incluido, y allí aparecieron nuestros protagonistas, sentados en un mollero, bien ‘repotiados’, y ante ellos un trompo, una gallina y unas tuneras. Algunos entendidos en la materia ya me habían destacado en el pasado mes de abril la originalidad de la misma.
Luego, en “Potajito de cuentos”, aún sin presentar en sociedad, fue algo más que la portada. Los ocho cuentos que lo conforman han quedado debidamente retratados. Ya lo comprobarán en unos días, pues hoy no corresponde hablar de mi libro sino del magnífico quehacer que bien plasma Ánghel Morales García en su blog, y del que copiamos estas dos coplas: Marianella ilustra cuentos /  para niños y mayores, / con mucha imaginación / llena a todos de ilusiones. También ilustra portadas, / que es la cara de los libros, / con su toque original / que los hace muy sencillos.
Y así es. En la presentación, el propio Ánghel Morales, a quien tuve el gusto de saludar, tras resaltar la anterior trayectoria de la autora en Venezuela y Nueva Zelanda, manifestaba que sus dibujos tienen algo especial que enganchan. Y bien cierto, pues en cada uno de los treinta y tres expuestos existe ese grado de complicidad que te remonta a la época de tu infancia. En aquellos que ya nos queda algo lejos, mejor que mejor pues cuánto reconforta el echar la vista atrás, cerrar los ojos y revivir agradables momentos. Ya sé que al avanzar por ese sendero denominado Tercera Edad, vas trazando, casi sin darte cuenta, un camino paralelo por el que afloran a cada paso los recuerdos de la niñez.
Se comentó, y mucho, la especial capacidad de Marianella para escudriñar un texto y buscar el instante preciso para “retratarlo”. Eso, entiendo, es el positivismo que definió Morales García en su disertación y que un servidor, más allá de la casuística que guió a Marianella hacia la confección de los dibujos expuestos, pudo captar en las pinceladas gráficas que en buen número trajo (carga en ristre) hasta La Orotava para ‘amenizar’ un potaje de letras cuando el mes de junio nos anunciaba el comienzo de la estación veraniega. Por cierto, al margen de la propia exposición, Marianella cuelga una composición de las cuatro estaciones a la que solo falta la conexión adecuada y que Antonio Vivaldi ponga el adecuado contrapunto con sus conciertos para violín y orquesta.
El próximo 24 me corresponderá felicitar nuevamente a Marianella. Pero ya hubo un adelanto el pasado sábado en la capital tinerfeña. Y como saben de anteriores entradas la dificultad para ubicar varias fotografías en un mismo comentario, me he permitido la licencia de colocar solo una, como muy bien han captado al asomarse al Pepillo y Juanillo. No obstante, para irlos poniendo en ambiente, al tiempo de cursarles invitación para que pasen por el restaurante aludido al principio, sito en la calle Benavides (número 32), echen una visual a la columna de la izquierda donde he insertado otros cinco dibujos de los que se hallan expuestos.
Sé que este blog no es el vehículo informativo más potente, pero, ya se sabe, si Juan se lo dice a Pepe, Pepe se lo transmite a Antonio y Antonio no se calla, es más que probable que la bola siga rodando. Ya me entienden.
Enhorabuena, Marianella.

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