lunes, 23 de mayo de 2011

Alfredo Mederos Galán

En el antojo –y ya es manía– de persistir el husmeo en periódicos de años idos (otro capricho de expresión que calco reiteradamente), hallo varias referencias del personaje que da título a esta entrada (con visos de posteriores, según ustedes pueden fácilmente deducir), cuando ejercía como maestro nacional en la escuela de La Longuera (Los Realejos). Y a uno, obviamente, le picó la curiosidad, por varias razones. La principal, la procedencia de esa zona (mejor, del núcleo originario que fue La Gorvorana). El segundo, la coincidencia en la profesión, salvando las distancias de varias décadas y la época convulsa que a él le correspondió ‘sufrir’. La tercera, y por qué no manifestarlo, ese matiz –utópico, si se quiere– que intuyo en sus escritos y que me recuerda etapas de ilusión en eso, actualmente tan degradado, llamado política, servicio, implicación, arrojo, valentía.
Algo había encontrado cuando un servidor se encerró durante muchos meses a la caza y captura de informaciones periodísticas que me condujeran a la situación de la instrucción primaria en el Norte de la isla de Tenerife en el periodo interrepúblicas (1873-1931). Pero, ahora con algo más de tiempo para dedicar a nobles causas –esas que no son retribuidas en lo económico, pero sí, y mucho, emocionalmente–, me seguía picando la curiosidad. Y hace unos días, alongándome una vez más a esa estupenda ventana que es Jable, y que nos brinda la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (http://jable.ulpgc.es), volví a tropezarme con la figura de Alfredo Mederos. Recordé, asimismo, que algo había leído, no ha tanto, de que formaba parte del denominado grupo de ‘Los once de La Laguna’, colectivo que fue ¿desaparecido? en el ignominioso 1936, en los primeros compases de la incivil guerra que sacudió el país.
Aclaro, no obstante, que no es el presente, y siguientes, trabajo alguno de investigación. Ni mucho menos. Para ello es menester mayores mimbres que los que este pobre aprendiz de escribidor puede aportar. Solo pretendo sacar a la luz (que seguro otros han hecho con anterioridad), pequeñas pinceladas informativas de cuando este maestro ejercía como tal en el barrio costero de Los Realejos. Y daba a conocer sus inquietudes en la prensa de la época. O participaba de manera muy activa en acontecimientos culturales del momento: Fiesta del Árbol, Día del Libro, Homenaje a Clara Eugenia Gutiérrez Yanes (esa maestra sureña que ejerció de manera ininterrumpida durante 44 años en Buenavista del Norte, que casó con el cronista oficial de aquel pueblo Nicolás Díaz Dorta y que ya argumentamos en una entrada de este blog meses atrás)…
Primero, si me lo permiten, unos datos que uno se halla navegando por este maravilloso invento de la Internet:
“Alfredo Mederos Galán nació en Tacoronte el 22 de Mayo de 1897, hijo de Alfredo Mederos Cruz, maestro nacional, natural de La Victoria, y de Antonia Galán López, natural de Tacoronte. Estudia Magisterio en La Laguna. Ejerce como maestro nacional en Agulo, La Gomera, y contrae matrimonio en Vallehermoso con Emérita González Jaumandreu, el 20 de junio de 1927 (debe tratarse de un error, pues entiendo que es 1917). Allí nace su hija Ofelia.
Se traslada luego al Realejo Alto donde nacen sus hijas Ernestina, Ana y Elpidia. En 1931 era vicepresidente de la Agrupación Socialista del Realejo Alto. Luego se traslada como maestro nacional a Los Adelantados, Tacoronte, pero reside con su familia en La Laguna a finales de la calle Maya. En La Laguna nace su hijo más pequeño Alfredo. También ejercía como representante de Seguros. Tenía inquietudes literarias y musicales. En 1936 era el Secretario General de la Agrupación Socialista de La Laguna.
Tras el golpe militar del 18 de Julio de 1936, su casa era visitada por la noche por las milicias franquistas para detenerlo y su mujer amenazada en presencia de los niños. A la sirvienta la llevaron dos veces a La Esperanza para que dijera dónde estaba escondido, pero ella no sabía. Él estaba escondido en casa de unos familiares en Tacoronte, hasta que fue detenido o se entregó. Luego lo desaparecieron. Su esposa lo buscó por varias cárceles, pero no estaba. Era por septiembre-octubre de 1936.
Presuntamente está en la fosa del cementerio de San Juan, aunque se ha hablado también de La Esperanza. En la primera depuración de maestros por la Comandancia Militar (B.O.P. n° 113, 18 de Septiembre de 1936) fue sancionado con separación del servicio durante un año y pérdida de escuela. También fue sancionado su padre Alfredo Mederos Cruz, maestro en La Caridad, Tacoronte, condenado a medio sueldo durante diez meses. Luego su padre fue suspendido de empleo y sueldo durante cuatro meses, con traslado forzoso dentro de la Provincia y prohibición de solicitar vacantes durante dos años (B.O.P. n° 20, 14 de Febrero de 1940). Su esposa y cinco hijos quedaron desamparados y marcharon a La Gomera, donde la familia de su esposa también fue duramente castigada.
El Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas expedienta a Alfredo Mederos Galán el 23 de Mayo de 1940 (B.O.P. n° 101, 21 de Agosto de 1940). En la sentencia 330/1940 dictada en Las Palmas el 31 de Octubre de 1940 (B.O.P. n° 157, 30 de Diciembre de 1940), rollo 141/1940 y 57/1940 del Juzgado de Instrucción de Santa Cruz de Tenerife, se dice ‘exmaestro nacional, natural de Tacoronte, con último domicilio en La Laguna, y en la actualidad en paradero desconocido por lo que no ha sido oído’, y se le sanciona a tres años de inhabilitación para cargos públicos y de confianza y se le imponen 250 pesetas de indemnización civil, dando 20 días de plazo para el pago de la misma, que harían sus familiares”.
En unos reportajes publicados en La Gaceta de Canarias, en su separata El Mosaico, cuyo autor es José Francisco López Felipe, leemos: “Ocho dirigentes de FETE-UGT, entre los que se encontraba confundido un jornalero, fueron lanzados al mar en Anaga desde el barco Alegranza” (31 de octubre de 1999, página 123). Entre esos dirigentes, aparte del tacorontero-realejero José Galán Hernández, se hallaba Alfredo Mederos. Del mismo autor, y en idéntico medio (21 de noviembre de 1999, página 99), nueva alusión a los dos mentados (y añadimos, Ramón García Rojas, maestro de Realejo Alto). Asimismo, en los ejemplares de 16 de enero de 2000 (páginas 138 y 139), al glosar la figura de Policarpo Niebla Mora, y en el de 6 de febrero del mismo año (páginas 74 y 75), que lo hace con José Galán Hernández, se cita expresamente a quien da título a este y sucesivos comentarios. Hay, pues, lagunas, dudas, disparidad…
Sirva, pues, este arranque a modo de preámbulo, y nos sumergiremos en sus facetas educativas y literarias en posteriores entregas. Hasta entonces.

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