Es la enésima
e ignoro si será la última. Me temo que no. Ahora dirijo el ruego a cualquiera
de los socios gubernamentales de Rivero en el ejecutivo canario. ¿Será posible
que ni uno de los consejeros socialistas, y resto del organigrama de su
consejería respectiva, eche una visual a cualquier informativo de la televisión
canaria? ¿No hay más material periodístico que sucesos macabros y juicios cuanto
más morbosos mejor? ¿No hay un profesional más decente que sea capaz de hacer
una selección que no solo abarque perros y ovejas muertas, robos, violaciones,
raptos y un largo etcétera de los mayores desaguisados ocurridos en estos
peñascos? ¿Cómo es posible que tras una hermosa ristra de calamidades y
perversidades, colemos que pretendemos potenciar el turismo con la campañita de
rigor?
Y eso que no
quiero inmiscuirme en otras lindezas, aunque también relacionadas con las
noticias o telediarios, como puede ser el capítulo de entrevistas a personajes
de más que dudosa catadura moral, cuya principal aportación es el ataque
furibundo a otro medio de comunicación (Radio Club) –cuna, quién lo diría, de
muchos de los cargos directivos de la tele pública, fichados a golpe del
talonario que se nutre de fondos que no les duele– y a los baboserías, que
rayan el vómito y sobrepasan el esperpento, de los que pretenden subirse al
carro del poderoso caballero don dinero (el de nuestros impuestos). Incluyendo
los piropos de mal gusto hacia la presentadora. Menos mal que no lo dejaron
impartir clases. Orondo ejemplo. Por cierto, que explique de una vez Carmelo
Rivero la razón por la que jamás quiso (él) que existiera acuerdo contractual
escrito con el grupo Prisa. ¿O es que pretendía una coartada, a la prisa y
corriendo, para caer en manos de Willy, Paulino y resto de la compaña?
Me gustaría,
para acabar con esta primera entrega, que los cargos socialistas del Gobierno
de Canarias reflexionaran un poco –no se me estresen–, pues bueno sería
recordar lo que se ha manifestado con anterioridad acerca de este engendro
audiovisual (y también de la guanchancha, ya que estamos) y al menos
consultaran con los profesionales que tienen adscritos en sus gabinetes, de
prensa y/o semejantes. También somos capaces de pensar aquellos que estamos al
otro lado de la barrera. Y no me gustaría añadir otra muesca al revólver con el
que disparo en cada cita electoral. Porque a la que me indica la negativa a
votar por esa inutilidad llamada Senado, puede que le sume cualquier otra. Van
a terminar logrando que olvide aquellos pasajes de la década de los ochenta del
pasado siglo cuando nos montamos en un carro llamado ilusión y al que jamás
podremos volver a subirnos por dos razones de peso: una, ustedes no han sido
capaces de reponer los neumáticos pinchados, y dos, cambiaron los burros que
tiraban del mismo por elegantes carruajes con dóciles, amanerados (falta de
variedad en el estilo) y refinados conductores.
El segundo de
los ruegos va dirigido al concejal que actuó de portavoz de Coalición Canaria
en el espacio semanal que Radio Realejos concede a cada uno de los grupos
políticos que conforman la corporación de este pueblo norteño, que es el mío
(como muy bien saben todos ustedes, estimados lectores). Fue el miércoles
cuando el susodicho acudió a la emisora y durante su intervención arremetió
contra un ciudadano (un señor que escribe en el periódico), porque este plasma
por escrito determinadas cuestiones que parecen no gustar demasiado a esta
formación. No muy lejanos quedan los tiempos, le recuerdo, en que ‘ese señor’
formó parte de una de sus candidaturas en elecciones municipales. Y como parece
haberse ‘virado’, eso dice él que no yo, hacia los postulados del actual equipo
gobernante, arremeten contra el díscolo. Pues mal asunto, ya que,
afortunadamente, en este país llamado España aún se puede expresar libremente
cualquier tipo de opinión. Y eso, que en periodismo se llama ‘matar al
mensajero’, no es buena táctica política.
Aprovechar,
asimismo, la coyuntura radiofónica para querer atribuirse la autoría de todo lo
que se acomete ahora en el ayuntamiento realejero, parece que está fuera de
todo lugar. Máxime cuando se alude a la colocación de placas en obras iniciadas
en anteriores mandatos. Pues eso se ‘cura’ con el encargo de una bien grande
–estilo lápida de tumba– en la que quepan todos y cada uno de los ediles cuyas
posaderas tomaron asiento en los sillones ‘plenarios’ desde la colocación de la
primera piedra hasta que se procedió al corte de la cinta (procedan con varias
tijeras).
El último, a
ti que ojeas estas líneas en este mismo instante: tenga usted un muy feliz fin
de semana. Y ya va septiembre con la proa pa´l marisco. Y a la vuelta de la
esquina, Navidades.
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