Para iniciar
una nueva semana quisiera hacer hincapié en dos campañas de rabiosa actualidad.
La primera, ‘Yo estudié en la pública’, promovida por Ciudadanos por la
Educación Pública, pretende la defensa de este bien social, conseguido con la
dedicación de muchas personas de las generaciones anteriores. Y como me siento
partícipe por haber intentado aportar otro granito durante muchos años, aquí
estoy haciéndome eco de la misma, en el convencimiento de que al menos un par,
o tres, de fisgoneadores de Pepillo y Juanillo no lo verán con malos ojos.
Del que me
remitió la noticia, vía e-mail, copio: “En concreto, mis hijos estudian en la
pública y no creo precisamente que estén en desigualdad alguna, más bien al
contrario, no los veo inmersos en un sistema que, al contrario de lo que
predica, aleja la libertad proponiendo un modelo de educación único, en
contraposición a los diferentes modelos que conviven en la enseñanza pública,
tecnológica y didácticamente más avanzada para cualquiera que conozca la
realidad, más allá de la propaganda”. Añade un servidor que, aparte de los
hijos, debo sumar su propia andadura por tales vericuetos, amén de la de sus
nietos; la primera ya inmersa en el sistema, y el segundo a la espera del
silbato que le dé acceso.
Establece
como principios los siguientes:
1. La
Educación Pública es un derecho constitucional y Patrimonio Nacional
irrenunciable.
2. La
Educación Pública es factor de cohesión social, favorece la igualdad de
oportunidades e integra la diversidad.
3. La
Educación Pública es calidad. No aceptamos que se deteriore, sino que se
trabaje para mejorarla desde todos los estamentos.
4. La
Educación Pública no es un negocio.
Nada tiene en
contra de la Educación Privada (también lo pongo en mayúscula) quien estas
líneas suscribe. Al contrario, cada cual es libre de la elección pertinente. Si
te puedes permitir el pagarla y estimas que es lo más adecuado y conveniente,
adelante. Pero no jueguen –también los políticos– a desvíos, trasvases y otras
componendas varias.

Menos mal que
dentro de bien poco cantaremos todos unidos –Canaria, eso sí, sin el Gran,
también– lo de Canarias una, Canarias grande, Canarias libre y nos sentiremos
sin las ataduras del yugo opresor, por lo que las cosas de casa se quedan en
casa y tal y cual. Y El Hierro, avanzadilla canaria en la Mar Océana, llevará
la voz cantante. Exacto, lo mío es en plan jocoso, lo de ustedes debe tratarse
de un prodigio en el campo informativo. Inviten a la gente a que visiten la
isla y no los asusten, cenizos de mal agüero. Hasta luego.
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