Sí, lo estoy
realmente porque del dicho al hecho va un gran trecho. O porque una cosa es
predicar y otra bien diferente dar grano. Y como uno debe remitirse a lo de por
sus obras los conoceréis, tiemblo cada vez que un político manifiesta que no va
a hacer tal o cual cosa, porque, indefectiblemente, al minuto siguiente está
cambiando de parecer. Le ocurrió a José Luis Rodríguez en sus momentos de
apogeo y al gobierno actual ni siquiera le hizo falta el periodo de adaptación
ni los consabidos días de (des)gracia. Eso sí, presumen de haber acometido en
cien de ellos más reformas que las llevadas a efecto por el ejecutivo
socialista en dos legislaturas. Lo que no tengo tan claro es si las susodichas
van en la dirección adecuada y si al final van a servir para sacar a este país
del profundo socavón.
Dijo la
ministra de Empleo, la andaluza (onubense) Fátima Báñez (entrevista del
periódico La Razón, 1 de abril de 2012), que “hay dos líneas rojas que no vamos
a traspasar: las pensiones y las prestaciones por desempleo”. Y ahí me empezó
el tembleque. Porque como tampoco iban a subir los impuestos, ni estaban de
acuerdo con la supuesta idea de Zapatero acerca de una amnistía fiscal a los
defraudadores de guante blanco para hacer aflorar dineros no declarados (se
supone, entiendo yo, procedentes del narcotráfico y otros negocios de igual o
peor calaña), y vistas las ‘ocurrencias’ del último Consejo de ministros, nada
me extrañaría que la próxima semana me volvieran a bajar la cuantía mensual que
la Dirección General de Clases Pasivas me remite a la libreta de CajaCanarias,
mejor, Banca Cívica, o más chachi aún, Caixa Banca Nivariense.
“El
compromiso de este Gobierno es siempre decirle la verdad a los ciudadanos”,
sentenció doña Fátima. Y todos esos que observas en la foto, hombres hechos y
derechos, con una vitalidad que pueden todavía comerse medio mundo, creyeron
que no iba en serio. Y pensaron que se habían ganado a pulso el percibir una
cantidad fija, que se incrementaría con el paso del tiempo, por haber,
simplemente, estado currando durante algo más de cuatro décadas. Ilusos. Ni que
hubieran sido diputados durante ocho años seguidos. Y ese que está de pie, y
con la mano en el bolsillo, aparentemente fumando, que se deje de extras porque
le vamos a mandar un sablazo al tabaco que… A partir de ahora, un habano para
Mariano y va que chuta. De los combustibles hablaremos otro día.
“En menos de
dos meses hemos cumplido con la revalorización de las pensiones”, es otra de
las guindas de la señora ministra, mientras se mandaba una fresa cultivada en
los extensos campos de Almonte, bien cercanos a El Rocío, y acopiada por las
enormes y negras manos de un recolector ocasional. Nada expresó de que otro
gravamen (IRPF) iba a obrar el milagro del fraccionamiento (multiplicación en versión original) de los
panes y de los peces. No obstante, Montoro asevera que en 2012 va a cumplir
todo el mundo, no se va a escapar nadie. Hasta miedo me da poder ver satisfecho
mi principal objetivo inmediato: una de seis en la Primitiva. Porque no sé si
me será más rentable vender el boleto o ingresarlo con los otros cinco euros
ahorrados (del reintegro de la semana pasada). Y consultarlo con un asesor
fiscal puede llevarme a un mayor caos mental según el hombre respire por el
pulmón derecho o izquierdo. Y no digamos nada si es militante de cualquier
partido en sus ratos libres.
Estoy
realmente confundido. Lo único que tengo claro es que en 2011 cobraba 1788,32.
En enero del presente hubo un asiento de 1806,21. Y en febrero y marzo (y así
seguirá en todo 2012), la asignación descendió a 1782,13. No me quejo. Mis dos
hijos tienen, por fortuna –toco madera–, trabajo. Con lo que aún me puedo permitir
el lujo de ir a La Gomera cuando me entren ganas. Pero que esta dichosa crisis
tengamos que arreglarla los de las nóminas (activas o pasivas), mientras
Amancio Ortega ganó la pasada semana 448 euros cada segundo, me parece de una
incongruencia total.
Y como no
atisbo visos de solución alguna con los actuales dirigentes (tampoco los
vislumbraba con los anteriores), porque el tejido productivo (incluyan las
clases pasivas porque como titulares de una nómina también nos clavan, y bien)
no tiene capacidad suficiente para taponar el fonduco. Y los que sí pueden no
están por la labor. En unos meses, más IVA; lo que se traducirá, por simpatía,
en más IGIC. Consumiremos más gofio, más plátanos (de las pintitas), más pan y
poco más, porque como no llueve, ya me dirán. Con tales ingredientes, y algún
viaje esporádico a Mercadona, lo mismo explotamos (de gases) cualquier tarde de
estas. Y yo pendiente de un ingreso hospitalario el 20 de este mes. Si la
situación no mejora, que al menos no me joda.
Hasta dentro
de un ratito, pues los temas surgen como hongos.
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