Tú imagínate
que en las sesiones plenarias del ayuntamiento realejero, Adolfo se dedicara a
preguntarle a Manolo que cómo va el desarrollo de la obra tal o cual. Cabría
hacerse diversas interpretaciones. Y cada una de ellas sujeta a las
elucubraciones de rigor. Por razones obvias de toda índole y bajo cualquier
enfoque que pretenda dársele. Y es que uno entiende que tales cuestiones
deberían ser planteadas por CC, PSOE e IU. Porque los concejales del PP, máxime
cuando prácticamente todos están liberados y bien dotados de medios técnicos y
humanos, tendrán tiempo para la comunicación interna y conocer todos los
entresijos de la administración municipal.
Ahora bien,
parece que algo tan elemental, aparentemente, se marca por otras directrices en
ámbitos parlamentarios. Y, sobre todo en el Senado –otra muestra inequívoca de
su inutilidad–, puedes comprobar cómo un militante popular pregunta a un
ministro, o al propio presidente del gobierno, que cuánto dinero se va a
asignar para el proyecto equis a
ejecutar en su provincia de origen. Y estarás conmigo que para tal menester
basta con un teléfono. O un leche y leche.
Aquí en
Canarias no podíamos ser menos. Bien sabemos que el ejecutivo de esta
nacionalidad ultraperiférica está sostenido por un pacto entre Coalición
Canaria y el Partido Socialista. Y a uno le causa cierta perplejidad el
observar a un diputado del PSC-PSOE (Manuel Fajardo) que pregunta a Paulino
Rivero (socio gubernamental) sobre la decisión unilateral del gobierno español
de quitarle a los jubilados un derecho adquirido, cual es la revalorización de
las pensiones. Ya se pueden imaginar ustedes en qué sentido iba la respuesta
presidencial. Con girar cañones y resto de artillería pesada hacia el noreste
(por ahí debe hallarse, más o menos, la ubicación madrileña), asunto
finiquitado.
Al día
siguiente es Ana Oramas la que interpela al presidente nacional acerca del
abandono –qué otra disculpa podía ser– a que han sometido a Canarias. Como
Antona tuvo tiempo de soplar a Soria lo que aquí había acontecido, José Manuel
le señaló a Mariano que le devolviera la moneda. Repásate las intervenciones de
ayer en el Congreso de los diputados y llega a esta conclusión: ¿Se merecen
realmente el sueldo que están cobrando? Y para no esforzarse demasiado lo
llevan apuntado. Menos mal que Rajoy últimamente ya entiende su letra. Es que
él es más de números y cada mes hace una adición con al menos tres sumandos.
Operación por la que siente especial adicción.
La mayoría de
los políticos se han creado un mundo ad hoc. Y como no salen de él, creen que
el resto de ciudadanos vemos la situación con sus mismos ojos. Y nos tachan de
esquizofrénicos cuando pretendemos hacerles ver que su imagen no coincide con
nuestra realidad. Que es ficticia, sumergida en un paraíso de cuentos de hadas
y duendes. Si ustedes fueran capaces –soy consciente de que exijo un sacrificio
enorme– de soportar una de esas tediosas sesiones de control al gobierno (creo
que así se menta) en cualquiera de los dieciocho parlamentos que sufrimos en el
país, colegirían con un servidor la inutilidad de tanto chiringuito. Nos
espetan que lo contrario no sería democrático. Como si el hecho de enchufar a
todos los componentes de las candidaturas electorales ofreciera mayor
rentabilidad a la población, traducida en una mayor eficiencia en los servicios
que nos prestan, o nos deberían prestar.
Y son esas
vanas justificaciones las que los sostienen. Como ‘los arregostos son malos de
quitar’, que repetía hasta la saciedad mi padre, viene a resultar que incluso
la labor opositora se ha diluido con tanta comodidad. Son demasiados los
ejemplos en que cargos sin responsabilidad alguna disponen de servicios, y
sueldos del erario público, por supuestas contribuciones a la comunidad. Y digo
–escribo– supuestas porque ni siquiera deben rendir cuentas ante la sociedad
del dinero que perciben, que lo mismo lo justifican con la compra de bragas y
calzoncillos.
Echo en falta
que los partidos de izquierda, si quieren estar donde dicen estar y representar
a la clase trabajadora, verdadera víctima de esta crisis que sigue
estableciendo diferencias abismales, comiencen a romper esquemas a los que se
han amoldado con una facilidad pasmosa. Se han aburguesado, permítaseme la
expresión. Y los que las están pasando canutas necesitan espejos, modelos. No
basta con promesas del bien quedar, con manifiestos, vídeos y presentaciones.
Hay que mojarse y predicar con el ejemplo.
Otra vez
pidiéndole manzanas al cirgüelero. No
tengo remedio. Nací barrigón y aunque me fajaron de chiquito…
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