miércoles, 19 de diciembre de 2012

Enormes dosis de cinismo

La sociedad española ha alcanzado tal grado de resignación que el PP, con su mayoría absoluta, podría acordar mañana mismo el suprimir los sueldos durante el primer semestre de 2013 y cada sector implicado protestaría un poquito y… nada más. Se ríen de nosotros por delante y por detrás. Los partidos de la oposición consideran justificada su presencia en el hemiciclo con un par de preguntas y a otra cosa, mariposa. Entre lo que uno lee y el otro también, pasan un rato aparentemente tenso, pero cuando las cámaras hacen mutis por el foro… ¿dónde comemos?
Pero con ser ello lamentable –la culpa es nuestra y solo nuestra–, hay aún una actitud que me causa horripilantes dolores de barriga: el cinismo del que hacen gala los dirigentes políticos, sindicales, bancarios… Porque ante la pasividad de un pueblo que alcanza cachetones cada cinco minutos, no tienen el más mínimo recato a la hora de ponerse ante un micro para soltar lindezas que rayan el descaro más absoluto. Y aunque hasta los jueces –quién nos lo iba a decir– ponen en solfa las medidas gubernamentales, entiendo que si no hay unión –lo malo es que no existe elemento aglutinador alguno– seguiremos cumpliendo a rajatabla los ejercicios de adelgazamiento que eso llamado Europa dicta sin rubor alguno.
Me cuesta mucho asignar un calificativo que lo defina, pero entiendo, y siendo demasiado benévolo, que José Manuel Soria es un impresentable de tomo y lomo. Alega que tienen mucha razón los que se manifiestan por no haberse actualizado las pensiones en la medida que la ley establece. Él, que hace un mes sostenía lo contrario. Tanto los comprende (a los pensionistas) que lo mismo no dudaría en colocarse detrás de la pancarta.
Llevan un año. Las medidas siguen sin surtir efecto. El paro aumenta sin freno. Las perspectivas no auguran mejoría hasta dentro de bastante. Se continúan agarrando al asidero de la herencia. Me temo que les dure la jaqueca los tres que restan. Mientras, nosotros enfermamos cada día un poco más. La gravedad nos atenaza y dudamos en adquirir los antídotos porque ni siquiera nos los suministra el seguro. Y claro, con las reflexiones socialistas (una de Tomás Gómez y dieciocho de Rubalcaba) y la búsqueda de un nuevo proyecto que se adecue a las caras de siempre (¿tendrán tiempo de hacer otro PSOE 2015 para seguir siendo el PSOE?), campan a sus anchas en este cada vez más notorio erial.
Esa eminente figura que se halla al frente de un sindicato –mentado en su día como ce ce o o–, Fernández Toxo, tras dos convocatorias puestas en tela de juicio, no cree ahora que la huelga general sea una solución. Paulino Rivero, en la presentación de su enésimo plan de (des)empleo, se congratula de que la economía canaria irá un poquito mejor que la española. Y no se sonroja. Ni este ni el otro. Eso sí, le ha entrado la manía de estirar el cogote que un día se le va a escapar el cuello de la camisa. ¿No te has fijado?
Puede que lo que vaya a escribir seguidamente no cuadre en los cánones del cinismo. Porque a lo peor es debido a la improvisación, a esa manera de gobernar si medir consecuencias y a salto de mata, a lo que vaya saliendo. El gobierno canario hizo un amago de enrocarse con los presupuestos para 2013. Más tarde debió arrepentirse y se percató de que la bravuconería de bien poco le valdría. Y hace unas semanas, tras darle el visto bueno en una reunión del consejo, los remitió al Parlamento. Los mismos grupos que forman el actual pacto (PSOE y CC) han presentado 75 enmiendas. Merced a las cuales, y por la presión habida –te remito a mi comentario del pasado viernes–, varios sectores (investigadores, becarios, escuela de actores, hospitales del Norte y del Sur…) podrán sacar la cabeza y respirar un fisco mejor. Pero todos esos millones deben surgir de alguna fuente. Y aquí viene la guinda: De producirse una mayor recaudación en el conjunto de los tributos respecto a la estimación en el estado de ingresos… Qué ilusos, qué manera de autocomplacerse, qué modo de autoengañarse, qué ganado tenemos al frente del corral, qué ineptitud nos invade, qué cínicos tan grandes.
No puedo justificar en modo alguno la violencia. Pero no me discutirás que hay gente que se la busca. Y a veces te dan ganas de exclamar: ¡Bien hecho! Pues eso es lo que le pasó ayer a uno (o una, no sé) de los cámaras de la tele canaria. Mientras Willy estaba en La Oliva hablando con Claudina para ir a partir juntos el año en la plaza de Corralejo, un poco más al Sur, a la altura de Puerto Cabras, un operario tuvo la desgracia de caerse de una torre de alta tensión. Y como ese tipo de sucesos son los que vende Daswani en su informativo de la sobremesa, cuando el intrépido reportero fue a la caza y captura del morbo, le salió un exaltado que casi le rompe la cara. Seguramente el que quiso tomarse la justicia por su mano, estaba, como yo, hasta las mismas narices de robos, juicios, cabras muertas, violaciones… Y no aguantó más. Don Miguel Ángel, para justificar la presencia del cámara, alegó que lo hacen para que este tipo de hechos no sucedan más. Y llevan desde sus inicios con idéntica cantinela. Es como lo que ocurre en Estados Unidos tras la última masacre: la gente sigue comprando armas para defenderse de los que ya las tienen. Cínicos.

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