La sociedad
española ha alcanzado tal grado de resignación que el PP, con su mayoría
absoluta, podría acordar mañana mismo el suprimir los sueldos durante el primer
semestre de 2013 y cada sector implicado protestaría un poquito y… nada más. Se
ríen de nosotros por delante y por detrás. Los partidos de la oposición
consideran justificada su presencia en el hemiciclo con un par de preguntas y a
otra cosa, mariposa. Entre lo que uno lee y el otro también, pasan un rato
aparentemente tenso, pero cuando las cámaras hacen mutis por el foro… ¿dónde
comemos?
Pero con ser
ello lamentable –la culpa es nuestra y solo nuestra–, hay aún una actitud que
me causa horripilantes dolores de barriga: el cinismo del que hacen gala los
dirigentes políticos, sindicales, bancarios… Porque ante la pasividad de un
pueblo que alcanza cachetones cada cinco minutos, no tienen el más mínimo
recato a la hora de ponerse ante un micro para soltar lindezas que rayan el
descaro más absoluto. Y aunque hasta los jueces –quién nos lo iba a decir–
ponen en solfa las medidas gubernamentales, entiendo que si no hay unión –lo
malo es que no existe elemento aglutinador alguno– seguiremos cumpliendo a
rajatabla los ejercicios de adelgazamiento que eso llamado Europa dicta sin
rubor alguno.
Me cuesta mucho
asignar un calificativo que lo defina, pero entiendo, y siendo demasiado
benévolo, que José Manuel Soria es un impresentable de tomo y lomo. Alega que
tienen mucha razón los que se manifiestan por no haberse actualizado las
pensiones en la medida que la ley establece. Él, que hace un mes sostenía lo
contrario. Tanto los comprende (a los pensionistas) que lo mismo no dudaría en
colocarse detrás de la pancarta.
Llevan un
año. Las medidas siguen sin surtir efecto. El paro aumenta sin freno. Las
perspectivas no auguran mejoría hasta dentro de bastante. Se continúan
agarrando al asidero de la herencia. Me temo que les dure la jaqueca los tres
que restan. Mientras, nosotros enfermamos cada día un poco más. La gravedad nos
atenaza y dudamos en adquirir los antídotos porque ni siquiera nos los
suministra el seguro. Y claro, con las reflexiones socialistas (una de Tomás
Gómez y dieciocho de Rubalcaba) y la búsqueda de un nuevo proyecto que se
adecue a las caras de siempre (¿tendrán tiempo de hacer otro PSOE 2015 para
seguir siendo el PSOE?), campan a sus anchas en este cada vez más notorio
erial.
Esa eminente
figura que se halla al frente de un sindicato –mentado en su día como ce ce o
o–, Fernández Toxo, tras dos convocatorias puestas en tela de juicio, no cree ahora
que la huelga general sea una solución. Paulino Rivero, en la presentación de
su enésimo plan de (des)empleo, se congratula de que la economía canaria irá un
poquito mejor que la española. Y no se sonroja. Ni este ni el otro. Eso sí, le
ha entrado la manía de estirar el cogote que un día se le va a escapar el
cuello de la camisa. ¿No te has fijado?
Puede que lo
que vaya a escribir seguidamente no cuadre en los cánones del cinismo. Porque a
lo peor es debido a la improvisación, a esa manera de gobernar si medir
consecuencias y a salto de mata, a lo que vaya saliendo. El gobierno canario
hizo un amago de enrocarse con los presupuestos para 2013. Más tarde debió
arrepentirse y se percató de que la bravuconería de bien poco le valdría. Y
hace unas semanas, tras darle el visto bueno en una reunión del consejo, los
remitió al Parlamento. Los mismos grupos que forman el actual pacto (PSOE y CC)
han presentado 75 enmiendas. Merced a las cuales, y por la presión habida –te
remito a mi comentario del pasado viernes–, varios sectores (investigadores,
becarios, escuela de actores, hospitales del Norte y del Sur…) podrán sacar la
cabeza y respirar un fisco mejor. Pero todos esos millones deben surgir de
alguna fuente. Y aquí viene la guinda: De producirse una mayor recaudación en
el conjunto de los tributos respecto a la estimación en el estado de ingresos…
Qué ilusos, qué manera de autocomplacerse, qué modo de autoengañarse, qué
ganado tenemos al frente del corral, qué ineptitud nos invade, qué cínicos tan
grandes.
No puedo
justificar en modo alguno la violencia. Pero no me discutirás que hay gente que
se la busca. Y a veces te dan ganas de exclamar: ¡Bien hecho! Pues eso es lo
que le pasó ayer a uno (o una, no sé) de los cámaras de la tele canaria.
Mientras Willy estaba en La
Oliva hablando con Claudina para ir a partir juntos el año en
la plaza de Corralejo, un poco más al Sur, a la altura de Puerto Cabras, un
operario tuvo la desgracia de caerse de una torre de alta tensión. Y como ese
tipo de sucesos son los que vende Daswani en su informativo de la sobremesa,
cuando el intrépido reportero fue a la caza y captura del morbo, le salió un
exaltado que casi le rompe la cara. Seguramente el que quiso tomarse la
justicia por su mano, estaba, como yo, hasta las mismas narices de robos,
juicios, cabras muertas, violaciones… Y no aguantó más. Don Miguel Ángel, para
justificar la presencia del cámara, alegó que lo hacen para que este tipo de
hechos no sucedan más. Y llevan desde sus inicios con idéntica cantinela. Es
como lo que ocurre en Estados Unidos tras la última masacre: la gente sigue
comprando armas para defenderse de los que ya las tienen. Cínicos.
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