miércoles, 16 de enero de 2013

Un día entretenido

Ayer fue un día movido. Informativamente hablando, que se diría. O, si quieren, utilizando un oxímoron, asquerosamente delicioso, parodiando un pasaje de la novela ‘El perfume’, de Patrick Süskind.
Sigo percatándome de que la política continúa ofreciendo demasiados titulares. O los medios y periodistas están confabulados para que ello sea así o la cruda realidad se muestra una vez más tozuda. Y me subo al carro. Si el PP pretende privatizar hasta el aire que respiramos, ya es hora de que se defina claramente para que nosotros podamos adoptar la postura consabida. No me refiero a eso, que lo mismo acabaremos de tal guisa, sino que aludo a seguir el ejemplo, verbigracia, de los sanitarios madrileños.
Ayer tarde, mientras caminaba unos kilómetros, escuchaba el programa de la Ser ‘La ventana’. Y el panorama, amén de las alertas meteorológicas, no pinta con demasiada alegría. Como la principal función de los gobiernos es sacar de la crisis a los que nos han metido en ella, se están olvidando de que existimos ciudadanos –los que los pusimos al frente de la nave, fíjate tú– que requerimos aquellas cuestiones que la Constitución señala. Educación y Sanidad, sin ir más lejos. Y estamos comprobando que dinero hay, lo que pasa que muy mal repartido. O mejor quizás, se lo reparten muy bien.
Cospedal se ha empeñado en que Castilla-La Mancha vuelva a los niveles de población de la mitad del siglo pasado. Y con el ritmo que lleva, en unos meses lo habrá conseguido. ¿Tú te acuerdas cuando la gente se moría de repente, no? Pues en los pueblos castellano-manchegos (si no va el guion, quítaselo) ya es un hecho. Pero ella duerme como una lirona en su confortable mansión sin esos quebrantos de cabeza.
El asunto del tal Güemes solo puede ocurrir en España. Oye, se me acaba de ocurrir, a este paso acabaremos yendo a Cuba, como Chávez, para paliar nuestros sufrimientos. Ya Fraga tenía buenas relaciones con Fidel. Lo mismo los herederos nos fletan en aviones, ahora que Raúl ha abierto algo la mano en este particular aéreo.
Dijo Cebrián que los periodistas seguirán existiendo. No hacía falta que te devanaras los sesos para la frasecita. No aclaró, sin embargo, que lo más probable es que la inmensa mayoría en el paro. Qué País.
El Consorcio para la Rehabilitación Turística de Puerto de la Cruz, del que tanto ha escrito el amigo Salvador, que en su corta trayectoria se parecía a aquel baile de la yenka, o al pasacatre del folclore, le ha surgido otro sarpullido: la contratación de su gerente ha sido declarada nula. Vuelta a empezar, me imagino. Que siga, mientras, el Puerto languideciendo.
Los chimpancés tienen un sentido de la justicia similar al de los humanos. Así lo leí. Y así pensé: ¡Pobres chimpancés!
El PSOE persiste en su táctica de elaborar documentos, hacer reuniones, hablar de renovación (para seguir siendo los mismos), un antes y un después y esas cosas. ¡Ah!, pretende ser una herramienta política de los ciudadanos. Estoy de acuerdo. Cuando los dirigentes actuales se den cuenta de que para conseguirlo es necesaria la credibilidad, a lo mejor dan un paso al lado.
Lo del cabildo tinerfeño, estimado Yeyo, de pena. Calco de la situación en Canarias. Cada vez hunden más la nave. Pero ustedes harán lo que al capitán del Costa Concordia. Cuando llegue la debacle definitiva, ande yo caliente… No, calientes estamos otros. Y lo de Margarita, de pena también. Se va, pero sigue. Me lo explique.
Y hubo más con el adelanto de las declaraciones de Lance Amstrong en las que deja entrever que se dopaba hasta el personal de los laboratorios encargados de vigilar los hechos irregulares. O las declaraciones del yernísimo, que hizo todo a la perfección y no percibió un euro de más. De Mas creo que no, pero de Valencia y Baleares no me atrevo a decir lo mismo. Y no van sobrados en el PP donde ya le crecen los enanos en El Hierro. ¡Ay!, Antona, pon tus barbas a remojar. Por ser palmero, no creas que yo pueda estar pensando que también te vas a ir a Noruega a pescar salmones. Este Padrón debía no estar bien, pues cómo se le ocurrió pagar cuatro veces y media más sobre el precio que tasó la oficina técnica. Pensó, quizás, que nadie se iba a dar cuenta.
Hasta mañana.

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