lunes, 1 de abril de 2013

Cambio de hora

No lo tengo demasiado claro. Casi 40 años (desde 1974) jugando con el reloj en los meses de marzo y octubre, y lo único que observo es que el cuerpo se te pone bobo durante unos días. Porque el tan cacareado ahorro energético no lo acabo de vislumbrar. Es más, gente mucho más entendida que este rebenque de la platanera aún discute acerca de la conveniencia o no de la medida. Y lo que es peor, cuatro décadas después seguimos dependiendo del petróleo y sujetos a sus crisis y vaivenes. Mientras, los indudables avances tecnológicos no se han traducido en mejoras en este sector. Ahí tienen, verbigracia, a todos los dirigentes políticos, sin rubor alguno, alegando de las bondades de las energías alternativas sin que el sol, el agua y el viento les saque sus vergüenzas.
Es casi el mismo tiempo que el que lleva Informe semanal en antena. Que arrancó ha tanto que apenas había llegado la tele a mi casa. No te rías. Aquellas sí eran penurias, crisis y miserias y no estas en que restan terrenos valutos (traduzco: no cultivados)  por todos esos campos isleños, a la par que nos quejamos de lo caras que están las papas.
Como no hay mal que por bien no venga, a partir de ya saldré una hora más tarde a caminar (por aquello del solajero: traduzco: sol intenso y abrasador) y tendré otros sesenta minutos para pensar boberías, muchas de las cuales te cuento en este blog. Otras las guardo –bendito invento el ordenador– y de esas gavetas electrónicas serán extraídas en un futuro por mis descendientes, porque eso de publicar en soporte papel cada está más fastidiado (con jota).
Después de unas semanas de polémica relacionada con los comedores escolares, respecto a si eran asistenciales o no, se saca un conejo Paulino de la chistera, deja con el trasero al aire, una vez más, al equipo de José Miguel, y anuncia –uno de los diez preceptos de su enésimo decálogo– los talleres de inmersión lingüística para este próximo verano. Por supuesto, nada mejor que una zambullida en tal época de año. Llevamos años sumergiéndonos en piscinas extranjeras y no percibimos los adelantos. Debió pensar Rivero que era por falta de combustible y dedujo que no solo debía limitarse a la apertura estival de los colegios. Abriría también los comedores. Y el personal deberá servir en inglés. A las five o´clock, of course.
Recuerdo que en las anteriores crisis vividas soportábamos mejor las miserias, carencias y necesidades. Intuyo que utilizábamos la imaginación porque no existía el actual exceso informativo. Enterado hace bien poco que tenía una prima de riesgo sin que ningún tío lo pusiera en mi conocimiento, hace unos días hemos iniciado la senda del escrache. Palabra fea a más no poder. Y por la que, parece ser, los políticos están enfadados porque no quieren que los molestemos. Ellos abogan por una escuela en la que cada alumno puede hacer lo que le venga en gana sin que nadie llame su atención. Para ellos. Para las nuestras, normas, preceptos y leyes. Y la policía de por medio. Para que no nos descarriemos y vayamos a sus casas a ponerles la publicidad en sus buzones.
Menos mal que me queda menos para entrar en ese estado del bienestar al que alude cierto estudio: “Los mayores de 65 años están resistiendo bien la crisis”. Y tanto es así, que mantienen a hijos y nietos con la pensión. Percibida el 25 y casi no alcanza fin de mes. El verbo escachar sí está en el diccionario. Si no lo cogiste, dedícate al noble oficio de la política. Se abre ante ti un gran futuro.
Si ahora mismo se celebrasen elecciones, entre PP y PSOE (juntos) alcanzarían un 50% de los votos. Lo que demuestra el crédito que ofrecen estos dos partidos ante una sociedad que se  halla estupefacta y anonadada. Si uno intenta ser neutral para emitir opinión con ciertas dosis de ecuanimidad, piensa que guarda algo de lógica en que esa valoración sea de tal guisa hacia el partido que no ha cumplido una sola promesa electoral y que ostenta el dudoso récord de haber llevado a cabo todo lo contrario.
Extraña mucho más, sin embargo, el que los socialistas, partido de larga trayectoria, no hayan sido capaces de poner un apósito consistente en el tremendo hueco por el que se desangran  y continúen con la clásica tirita que no les aguanta la primer sístole. Y se suceden declaraciones con las que intentan demostrar que tienen soluciones, cuando la inmensa mayoría de la población desencantada reclama algo tan simple como quítense de ahí porque han dibujado, y con creces, una ineptitud sin parangón.
Rubalcaba sostiene que el Gobierno ha hecho el ridículo ante Europa con una cifra del déficit amañada. Y no deja de ser cierto. Pero una vez acabado el crédito, procede ponerse ante un espejo y darle la receta a la imagen reflejada. Eso, ni caso.
Por aquí también se prodigan las perlas. Manuel Marcos: “El PSOE está obligado a cambiar para recuperar su capacidad de influencia”. Es decir, la culpabilidad recae en la organización, no en sus dirigentes. ¿Cómo puede producirse ese cambio, estimado amigo, con los mismos caretos? El pueblo ha perdido la confianza y jamás la recuperarán con las mismas recetas. Ustedes han entrado en una etapa anodina, reiterativa. Son como los viejos que acuden a los galenos y farmacias con el único objetivo de ‘repetir’. Y eso no significa mejora, sino alargar cuanto se pueda el padecimiento crónico. Mira qué fácil es. Basta con un pronombre enclítico: ‘El PSOE está obligado a cambiarnos para recuperar su capacidad de influencia’. Aunque no capto muy bien eso de la capacidad de influencia, te concedo el beneficio de la duda. Yo hablaría de programas de actuación, pero lo mismo es mera cuestión de matices.
Se acabó la Semana Santa y hemos arrancado con abril. Parece que en Chipre están peor. El que no se consuela…

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