martes, 7 de mayo de 2013

Rehabilitación hotelera

Les adelantaba ayer en Facebook que estaba cansado de escuchar, hasta la saciedad, la cantinela de que hay que mejorar las instalaciones, de todo tipo, en la extensa nómina de alojamientos hoteleros esparcidos por estas ínsulas atlánticas. En diversas ocasiones lo mentan como ‘rehabilitación de la planta alojativa’. Lo malo es que la palabreja en cursiva debe ser invento del político de turno, porque el chivato (diccionario) me indica que no existe tal vocablo.
Si los innumerables tertulianos, amén de los cargos públicos entendidos en todo, tuvieran un mínimo de razón en aquello que esgrimen, y referido al tema que hoy nos concita, a buen seguro que el problema ya se hubiese arreglado desde bastantes décadas atrás. Es como lo de la crisis, todos tenemos medicinas, pero el enfermo no se recupera. Si tú repasas los discursos del presidente canario, hallarás tantos ejemplos de cómo todo se queda en agua de borrajas, que te dan ganas de mandarlos a hacer turismo en pensiones cutres. Porque como esa grey privilegiada dispone de las comodidades de los establecimientos de lujo, bien poco les importa en realidad el que tú puedas ser uno de los sufridores en esas dependencias plagadas de inconvenientes. Al decir de ellos mismos, que nada me invento yo.
Obvia manifestar, pero lo señalo, que un servidor viaja ahora con Mundo Senior. Lo que buenamente le alcanzan los ahorros (no te rías). Y cuando lo hace por su cuenta, de menos ostentación aún puede presumir. En las estancias habidas a través del Imserso, he podido tropezar con hoteles que oscilan entre las tres y cuatro estrellas. Pero en ninguno de los anteriores he vislumbrado tantas anomalías y desperfectos como en este último. En el otro blog te doy norte de su ubicación. Para no herir susceptibilidades. Te acompaño unas fotografías para la debida ilustración y constancia gráfica.
Siempre, y ya te lo he contado en otras oportunidades, existirán comentarios para todos los gustos. Los más, relacionados con la comida. Porque los viejos nos volvemos impertinentes en los asuntos del alimento. Del cuerpo, que ya el alma, eso dicen, no está para tales trotes. Por lo que debe considerarse normal el escuchar protestas ante una oferta de dos docenas de platos calientes y otros tantos fríos, amén del sustento del vegetariano y la amplia gama de postres, bebidas incluidas.
Pues no, no estaban muy bien cuidados los apartamentos del complejo conejero en el que me albergué durante diez días de este final de abril y principios de mayo (mi fuga de los fuegos). Los exteriores, bien, con piscinas en diferentes espacios y zonas ajardinadas perfectamente cuidadas. Pero lo que era de puertas adentro, a las imágenes me remito. Espero que Paulino las vea. O alguien se las haga llegar, porque él va a Puerto Calero. O lo mismo le prestan La Mareta.
Te cuento que un viaje a Mallorca en esta modalidad que te vengo relatando cuesta la mitad que otro similar a Lanzarote. Canarias se paga más caro también para los que somos residentes. Los peninsulares se muestran encantados con la temperatura agradable que encuentran por estas latitudes y presumen de pantorrillas –algo pochas, pero en fin– a las primeras de cambio. Y llega un momento en que reclaman el aire acondicionado. Pero en este recinto, que se ha quedado obsoleto, tuvieron la infeliz ocurrencia de ubicar un aparatejo en cada uno de los varios centenares de apartamentos. Les debió salir más barato que acometer una reforma integral. Y aquello es el primer pegote o adefesio en la terraza. Por el que hay que abonar la tasa correspondiente.
También hay una tele. Faltaría más. Pero solo se ven seis canales y te dicen en recepción, a donde acudes para alquilar el mando, que la tele canaria no se coge porque utiliza la misma frecuencia que la Sexta. Y tú echas de menos al Daswani y al Willy. Claro, si columbras luego el ‘empate antenístico’, nada te extraña de los fallos en la recepción de las imágenes.
En el baño nos encontramos con una flamante tubería exterior, con una elegante llave de paso roja que te vale para colgar el neceser. Todo planificado a la perfección, hasta el penúltimo detalle.
No el plafón del techo no se ha caído, pero no aguantará mucho. Y las lámparas de la habitación… Chacho, mira las fotos y ya está. Hasta mañana, día en el que volveremos a escuchar los miles de puestos de trabajo que se crearán con el remozamiento de la planta hotelera. Tantos, o más, que los que se perdieron el pasado mes de abril.

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