Les
adelantaba ayer en Facebook que estaba cansado de escuchar, hasta la saciedad,
la cantinela de que hay que mejorar las instalaciones, de todo tipo, en la
extensa nómina de alojamientos hoteleros esparcidos por estas ínsulas
atlánticas. En diversas ocasiones lo mentan como ‘rehabilitación de la planta alojativa’. Lo malo es que la palabreja
en cursiva debe ser invento del político de turno, porque el chivato
(diccionario) me indica que no existe tal vocablo.
Si los
innumerables tertulianos, amén de los cargos públicos entendidos en todo,
tuvieran un mínimo de razón en aquello que esgrimen, y referido al tema que hoy
nos concita, a buen seguro que el problema ya se hubiese arreglado desde
bastantes décadas atrás. Es como lo de la crisis, todos tenemos medicinas, pero
el enfermo no se recupera. Si tú repasas los discursos del presidente canario,
hallarás tantos ejemplos de cómo todo se queda en agua de borrajas, que te dan
ganas de mandarlos a hacer turismo en pensiones cutres. Porque como esa grey
privilegiada dispone de las comodidades de los establecimientos de lujo, bien
poco les importa en realidad el que tú puedas ser uno de los sufridores en esas
dependencias plagadas de inconvenientes. Al decir de ellos mismos, que nada me
invento yo.
Obvia
manifestar, pero lo señalo, que un servidor viaja ahora con Mundo Senior. Lo
que buenamente le alcanzan los ahorros (no te rías). Y cuando lo hace por su
cuenta, de menos ostentación aún puede presumir. En las estancias habidas a
través del Imserso, he podido tropezar con hoteles que oscilan entre las tres y
cuatro estrellas. Pero en ninguno de los anteriores he vislumbrado tantas
anomalías y desperfectos como en este último. En el otro blog te doy norte de
su ubicación. Para no herir susceptibilidades. Te acompaño unas fotografías
para la debida ilustración y constancia gráfica.
Siempre, y ya
te lo he contado en otras oportunidades, existirán comentarios para todos los
gustos. Los más, relacionados con la comida. Porque los viejos nos volvemos
impertinentes en los asuntos del alimento. Del cuerpo, que ya el alma, eso
dicen, no está para tales trotes. Por lo que debe considerarse normal el
escuchar protestas ante una oferta de dos docenas de platos calientes y otros
tantos fríos, amén del sustento del vegetariano y la amplia gama de postres,
bebidas incluidas.
Pues no, no
estaban muy bien cuidados los apartamentos del complejo conejero en el que me
albergué durante diez días de este final de abril y principios de mayo (mi fuga
de los fuegos). Los exteriores, bien, con piscinas en diferentes espacios y
zonas ajardinadas perfectamente cuidadas. Pero lo que era de puertas adentro, a
las imágenes me remito. Espero que Paulino las vea. O alguien se las haga
llegar, porque él va a Puerto Calero. O lo mismo le prestan La Mareta.
Te cuento que
un viaje a Mallorca en esta modalidad que te vengo relatando cuesta la mitad
que otro similar a Lanzarote. Canarias se paga más caro también para los que
somos residentes. Los peninsulares se muestran encantados con la temperatura
agradable que encuentran por estas latitudes y presumen de pantorrillas –algo
pochas, pero en fin– a las primeras de cambio. Y llega un momento en que
reclaman el aire acondicionado. Pero en este recinto, que se ha quedado
obsoleto, tuvieron la infeliz ocurrencia de ubicar un aparatejo en cada uno de
los varios centenares de apartamentos. Les debió salir más barato que acometer
una reforma integral. Y aquello es el primer pegote o adefesio en la terraza.
Por el que hay que abonar la tasa correspondiente.
También hay
una tele. Faltaría más. Pero solo se ven seis canales y te dicen en recepción,
a donde acudes para alquilar el mando, que la tele canaria no se coge porque
utiliza la misma frecuencia que la Sexta. Y
tú echas de menos al Daswani y al Willy. Claro, si columbras luego el ‘empate
antenístico’, nada te extraña de los fallos en la recepción de las imágenes.
En el baño
nos encontramos con una flamante tubería exterior, con una elegante llave de
paso roja que te vale para colgar el neceser. Todo planificado a la perfección,
hasta el penúltimo detalle.
No el plafón
del techo no se ha caído, pero no aguantará mucho. Y las lámparas de la
habitación… Chacho, mira las fotos y ya está. Hasta mañana, día en el que
volveremos a escuchar los miles de puestos de trabajo que se crearán con el
remozamiento de la planta hotelera. Tantos, o más, que los que se perdieron el
pasado mes de abril.
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