Este post,
como casi siempre, va a ser un revoltillo de aconteceres. Porque la realidad es
variopinta y diversa. Y el título puede ser debido a que pretendía llamar la
atención de mis escasos lectores, a decir de mis acérrimos vigilantes, o de mis
incondicionales fisgoneadores, bastantes más según los indicadores por los que
el contador de visitas va sumando de manera inexorable.
Ese ente
tenebroso –por lo menos antes lo parecía– que nos acechaba en cada esquina,
parece que se ha diluido bastante. O al menos ya no es lo que era. Tanto se ha
ablandado en sus actuaciones que en estos últimos días el juez que instruye el
denominado Caso Urdangarin se ha topado con la negativa rotunda de la susodicha
para que aporte las declaraciones de la renta de la Infanta Cristina.
Cuando su padre –el de ella– tuvo la infeliz ocurrencia, en uno de sus tediosos
mensajes navideños, de soltar la guinda de que la Justicia era igual para
todos, pudo haber ampliado el campo de acción a la controvertida figura que da
nombre al ministerio más odioso de cada gobierno.
Los
futboleros estarán muy contentos en estos días con el increíble movimiento, o
mal de San Vito, que le ha entrado a los clubes del solar patrio. Y aquí
comienza mi dilema. Según es harto conocido, los equipos de primera división
deben al fisco una cantidad tal de millones de euros, que si pagaran las deudas
contraídas lo mismo no estaríamos en la tesitura de los recortes, que, como es
notorio, siempre son bastantes propensos al ataque por el flanco más débil.
Dado que el mercado de fichajes mueve unas sumas tan astronómicas, uno piensa
que los clubes implicados deben disponer de los capitales suficientes para
acometer tamañas locuras. Y claro, doña Hacienda debería estar presta para
acudir al quite y espetarle a los florentinos
y roselles que cómo hay para una cosa
y no para la otra. Luego llega un ingenuo –tú o yo, por ejemplo– y se equivoca
en la declaración de la renta, o se te pasan dos días en pagar la contribución,
y te meten un sablazo de no te menees.
Y otros botones:
Desciende el
número de parados en España (ya saben, de Cádiz hacia el Norte). Persiste el
incremento en Canarias. La explicación se halla en el sector servicios o
terciario, y sobre todo en el turismo. En la Península y Baleares
porque se inicia la temporada veraniega. Que nos lo digan a los que ya viajamos
con el Imserso. Y en Canarias porque son los meses malos. Idéntica explicación
vale para los dirigentes políticos nacionales como para nuestro peculiar
presidente autonómico. Porque Rivero no le ha dado mayor importancia a estos
nuevos parados (él, y su familia, muy bien), pues con su enésimo plan (la
rehabilitación hotelera) va a ser tan grande el descenso, que… No tiene
solución. Y en su enfermedad –de la que no podrá sanar ni con los auxilios de su
médico de cabecera, doctorado, como muy bien saben, en la universidad de la
calle– se llevará a los socialistas para el otro barrio. ¿Cómo es posible, se
preguntaba un amigo, que las encuestas sigan dando ganador, de celebrarse ahora
elecciones, al Partido Popular? Imagínate cómo está el patio en el PSOE, y
todas sus variantes regionales y locales.
Auténtico
esperpento la fuga de la otrora patrullera británica, y ahora yate de recreo,
Defender, desde el puerto tinerfeño de Santa Cruz. Inmovilizaron la nave por
falta de no sé qué documentación y no se les ocurrió quitarle aunque sea el
timón. Es como paralizarle el coche a un conductor borracho, aparcarlo en
cualquier esquina y dejarle las llaves puestas en el contacto. Ni en los
dibujos animados.
Construimos
un puerto en Garachico, pequeño pero coqueto, dejamos que los barcos atraquen
gratis para irle dando publicidad y pasado un tiempo descubrimos que no lejos
de su entrada existe una baja peligrosa. Otro chiste más para añadir a esta
película, que ni la mejor de los Hermanos Marx, o de El Gordo y El Flaco,
supera. “La parte contratante de la primera parte será considerada como la
parte contratante de la primera parte”.
Y bien cerca,
Icod de los Vinos, donde su alcalde, Cheo Dorta, arremete contra sus compañeros
socialistas del Cabildo de Tenerife, a los que acusa de no hacer nada por su
pueblo. Pues, estimado amigo, no ocurre lo mismo por el mío, Los Realejos,
donde tus asimismo compañeros, con tres concejales en la oposición, han
conseguido que la corporación insular saque a licitación una importante obra en
el barrio de La Cruz Santa.
Fíjate qué cosas, tú gobiernas en la
Ciudad del Drago, y ni se acuerdan de ti; y aquí, en la Villa de Viera, con una
exigua representación, le hemos dado tremendo cachetón a la mayoría absoluta de
Domínguez… ¿Tú lo entiendes, alcalde icodense? Yo, de verdad, tampoco. Pero,
desde la distancia y con el mayor de los respetos, pónganse de acuerdo y no
sigan dando espectáculos gratuitos. Los pueblos –entiéndase por tal el conjunto
de sus habitantes– han madurado. Tanto o más que los que dicen representarnos.
Y a las pruebas o hechos me remito.
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