martes, 4 de junio de 2013

Error de bulto

Ayer por la mañana fui al centro. Es curioso, cuando vivía en La Longuera siempre decíamos “voy pa´l Realejo” (bueno, si me apuras, Rialejo) cada vez que te trasladabas a Realejo Alto, Realejo Bajo o San Agustín. Y ahora que tengo mi residencia a escasos cien metros de donde naciera Viera y Clavijo (aprovecho que estamos en año de celebraciones), vengo a mentar centro, como antes te señalaba, la zona de la plaza, iglesia, ayuntamiento… Tú me vas entendiendo.
Me encontré con un  viejo militante socialista y hablamos largo y tendido. De política, por supuesto. Establecimos comparaciones –siempre odiosas, pero desgraciadamente recurrentes–, dirimimos pareceres contrapuestos, aportamos, a nuestra manera, soluciones, y menos mal que caímos en la cuenta de que cada uno había ido a hacer un mandado. De lo contrario, es probable que a estas horas ya estarían solventados todos los problemas del pueblo. Qué digo, de todo el mundo mundial. Amén del lógico enfado, que no cabreo, de quien nos había hecho el encargo. ¿Dónde te metiste? ¿O a ti no te han hecho la pregunta?
Hubo dos temas que marcaron la pauta en la amena conversa: la conveniencia o no de que el PSOE nacional definiera desde ya la estrategia de futuro e idéntico planteamiento a nivel local. Y surgió todo ello porque coincidimos en la aparente semejanza entre los resultados obtenidos en las elecciones locales de mayo de 2011 y las generales de noviembre del mismo año. A saber: debacle.
Como mi interlocutor continúa en la militancia orgánica (lo aclaro porque quizás sea más correcto expresar que sigue siendo afiliado) y quien estas líneas suscribe abandonó la nave en el lejano 1987, no establecimos pactos de silencio ni lo que comentamos iba a estar sujeto a las reservas del off the record periodístico. Dado que él goza de entera libertad para dar a conocer el contenido en el foro que considere conveniente, a mí solo se me ocurre insistir en que mi parecer acerca de a continuidad o no de Rubalcaba ha quedado plasmado en diversas ocasiones en este mismo blog, en mi desahogo personal. Que sigue sin variar un ápice. Pero como hay miedo a poner las cartas boca arriba, el estigma sigue su progresión geométrica. No comprendo las estrategias que dejan crecer el quiste hasta extremos insospechados.
Mi opinión en el ámbito local, que también es sabida en círculos bien cercanos a la Ejecutiva realejera, no difiere en gran manera de la esbozada en la escala superior. Y un hecho muy difundido en estos últimos días –la obra del saneamiento en La Cruz Santa, cuya licitación fue publicada el pasado 29 de mayo en el BOP por parte del Cabildo Insular– no hace sino ratificarme en que los socialistas, y perdón por la espontaneidad, mean por fuera de la bacinilla. Dado que tengo buenos amigos en La Carrera y soy asiduo seguidor de las actividades que su inquieta Asociación de Vecinos programa, cojan al señor Valbuena y llévenlo a su local social porque aún siguen esperando bastantes respuestas. Y si tan bueno es, que se le vea un detalle.
Ahora que a CC también le ha correspondido formar parte de la oposición en el ayuntamiento, propongo a Oswaldo que tiene ante sí la oportunidad de que se haga realidad aquella lluvia de millones que prometió en su época de alcalde. Basta que hable con Melchior, antes de que se vaya, y que comience, por ejemplo, con el alumbrado de la variante de Toscal-Longuera, con arreglo de los múltiples desperfectos existentes en la rotonda de La Gorvorana. Yo quisiera pensar que el alcalde será comprensivo cuando todas esas obras se inauguren y permita utilizar al menos cuatro tijeras. Espabílate Jonás, o no sales en la foto.
Vaya dos años (un poquito menos) nos esperan con los posicionamientos para las elecciones de 2015. Alguno ya lo declara abiertamente. Qué suerte tengo en llevarme bien con todas las opciones del espectro político.
Las opiniones son libres y en consonancia con el aserto manifiesto que es un error de bulto, pero allá cada cual. Ni así, ni con Facebook, se obtienen más réditos. Es mi parecer y ni falta hace que me digas que no sirve para nada.

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