Es lo que se
ha venido escuchando durante toda esta pasada semana. Con imágenes de playas
abarrotadas y declaraciones de los responsables hoteleros que valoraban muy
positivamente los índices de ocupación alcanzados. Al tiempo, un extraño
titular periodístico nos señalaba que los comedores escolares también abrirán
en estos cortos periodos vacacionales, amén de la época estival, para que
ningún niño se quede con el estómago vacío.
Podríamos
denominar este fenómeno como una de las tantas incongruencias que se producen
en la actual coyuntura económica. Pero me es bastante difícil casar ambos
conceptos. Porque si estas paradojas se han convertido en el pan nuestro de
cada día, algo, o mucho, está fallando en el engranaje social. Y los repartos
de las ‘riquezas’ fracasan de manera estrepitosa.
Se jactaba
Paulino Rivero hace unas semanas en su medio de comunicación oficial (me
refiero a su blog, del que luego se hace eco durante varios informativos la
tele autonómica) que en este año se venían creando 47 puestos de trabajo
diarios. Resultaría, pues, que cuando concluya este 2014, 17.155 personas
habrían abandonado la fatídica lista del paro.
Pero, al
tiempo, y desde el propio sector hotelero, se ha venido a reconocer que esta
avalancha de Semana Santa ha podido suponer la contratación de unos 12.000
individuos. Lo siento, lo de individuas no lo pongo. Aclararán, seguidamente,
que serán temporales. Y volvemos al gozo en un pozo.
El propio
Rivero, en uno de sus tantos discursos, insistió en lo primordial que sería un empuje
al sector de la construcción. Pues de los 130.000 puestos que brindaba años
atrás, ha retrocedido hasta unos 30.000. Y pretende que los cien mil perdidos
sean absorbidos por la cacareada renovación de la planta hotelera. Puesto que
ahora no vende la ocupación de nuevo suelo, máxime cuando toca la defensa a
ultranza del medio ambiente y las energías renovables. Algo que Coalición
Canaria (sector empresarial por excelencia) en todo su largo periodo de
gobierno, con la aquiescencia del socio de turno, se ha pasado por el forro de las
prendas íntimas.
Lo que me
parece más triste de esta etapa reciente, la del desempleo y los recortes a mansalva,
es que ya todas las administraciones públicas, culpables del desaguisado por la
mala gestión de los recursos, el arrimo al mejor postor y el olvido de aquellos
sobre los que iba a recaer el peso inexorable de las medidas restrictivas
adoptadas, se vanaglorian del superávit que sus cuentan ya brindan. Fríos
números que solo vienen a demostrar la ineptitud de los que se dicen nuestros
representantes. Porque flaco favor se hacen, y nos hacen, al confrontar esas
dos realidades bien dispares: supuesto dinero en caja y escasez en el mercado
de trabajo. Holganza y penuria. Largueza y desinterés manifiesto. Y es que,
para mayor escarnio, la culpa siempre es de la siguiente administración, de la
que se halla en el peldaño superior. Y cuando no cuela, de los que les
precedieron en la silla.
Los alcaldes,
y otros cargos de inferior o superior rango, a un año escaso de las próximas
elecciones, están más preocupados en sus peculiares y particulares campañas de
imagen que de solventar o paliar la tremenda lacra que asola los hogares. Y que
en un estado aconfesional se prodiguen los espectáculos religiosos, con un
derroche que los representados en esas imágenes repudiarían, pudiendo destinar
esos gastos a otros menesteres más perentorios, produce, al menos en un
servidor, peligrosos cortocircuitos neuronales. Y algunos de esos
representantes públicos se autocalifican de socialistas, progresistas y demos
gracias al señor. Que sí, hombre, que sí, que cada cual es libre de creencias e
ideologías, pero las treinta monedas hay que repartirlas bajo otros dictados.
“Para este
equipo de gobierno es prioritario continuar atendiendo esas demandas que los
vecinos nos hacen llegar y muchas veces suponen problemas heredados durante
décadas y que nunca se solucionaron”. Es la eterna cantinela, la excusa, la
llave maestra. Los de antes, unos rebenques. Los de ahora, unos angelitos, unos
santos. Vaya en descargo de aquellos que no habían redes sociales para que los
‘amigos’ remitieran el listado de obras a acometer. Y que estos, solícitos,
atentos y serviciales, acudirán con los cuatro bloques, cinco cámaras
fotográficas, el gabinete de prensa, el área de protocolo y la cohorte de
liberados, asesores, secretarios… Y si en la foto salen viejitos o escolares…
Yo votaría
sin remilgo alguno al que me prometiera reducir la altísima ocupación alojativa (palabreja que no existe pero
que todos usamos) en las administraciones públicas. Y que me hiciera muchas
restas de poltronas y mullidos sillones. Cuyos resultados se volcarían en
adiciones de otros currantes necesarios. Si un ‘Marrón’ se traduce en tres
policías, imagínense cuántos operarios de cualquier sector saldrían de un
concejal y los allegados de su círculo de influencia. Que multiplicado por
cinco, seis o más, equivaldría a un sustancioso producto a repartir.
Como servidor
culpable, uno más, de la corporación 1983-1987, pido disculpas por todo lo que
no se pudo acometer. Y de todo cuanto se realizó, y que bien se aprovecharon
los siguientes como mérito propio, juro solemnemente que vino de las alturas y
que, por lo tanto, deberá estar escrito en los textos sagrados, porque ni
siquiera teníamos amanuense.
¿Hasta cuándo
con la herencia? Ya está bien. El 31 de mayo de 2015 será domingo. ¿Tendremos
romería o elecciones? ¿O ambas? Ganado existe para una muy alta ocupación.
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