Seguimos de
fiesta en mi pueblo –qué raro– y no por ello –qué descortesía– se ha
interrumpido la campaña electoral. Difícil, y mucho, lo tiene mi alcalde que no
ha debido dormir en estos últimos días más de cuatro o cinco horas. Apenas
pegar un ojo, que se dice. Demasiados compromisos y mucho caldero que atender. Y
yo espero, como realejero que contribuyo al aporte correspondiente en la caja
de caudales del consistorio, que renuncie a cobrar en este mes de mayo los días
que no ha trabajado en el puesto por el que recibe generoso sueldo. Tanto que
excede las cantidades que su propio partido establece. Para los demás, por lo
visto. Porque siempre hay una disposición adicional o transitoria para soslayar
los inconvenientes que el resto de mortales, se incluyen los jubilados, no
puede saltarse a la torera.
Nos está
vendiendo el partido popular de Los Realejos un proyecto europeo para Rambla
de Castro (no se olviden que el paraje
llega hasta la playa de Los Roques). Han entregado al candidato Cañete –ese
portento humano que come de todo, y así le va cuando eructa– un amplio dossier
(informe o expediente) para que el espacio protegido lo esté para siempre jamás
y por los siglos de los siglos, amén. Y nos preguntamos –al menos mi mujer y
yo– si no se hallaba presente allá en la Europa en estos últimos años un tal Gabriel Mato
–muy aficionado a pasar la pelota por encima de la red– a quien ya le pudieron
haber remitido, o entregado en mano, la petición. Porque olvida con mucha
facilidad el equipo gobernante en el edificio de la Avenida de Canarias que ya
tuvieron responsabilidades, y bastantes, en el mandato 2003-2007. Por lo que tiempo
han tenido. Y no esperar a estos precisos instantes en los que podemos pensar
que la campaña electoral posibilita milagros.
Porque en Rambla
de Castro –y culpables hay muchos de 1987 para acá– se han sepultado muchísimos
millones. Que se sembraron alegremente y no fueron posteriormente regados y
abonados. Fueron pastos fáciles para sequías y cabras locas. Todos miramos para
otro lado porque los dineros corrían cómodos y ahora, en época de vacas flacas,
recurrimos a operaciones de pura mercadotecnia para salir en la foto con el de
los yogures caducados. Algo, por otra parte, que todos (políticos) practican. Y
basta darse un garbeo por las redes sociales y comprobar la avalancha de
retratos en cualquier acontecimiento (baile de magos, por ejemplo) en el que se
concentre un nutrido grupo de bípedos y algún que otro cuadrúpedo. Así que, en
resumen, tonterías las justas. Que ya está bien de tomarnos el pelo con burdas
jugadas.
Y no queda
todo aquí. Al arriba mencionado señor Mato (hermanísimo de la ministra
sanitaria) también se sumó a la fiesta y va a llevar a Estrasburgo, Bruselas o
donde haga falta, un plan (otro) que impulse el turismo en Canarias. Algo que
no entiendo si todos los sectores, incluido el ministro del ramo, que bien
deberá conocer don Gabriel, se jactan de lo bien que vamos, de las numerosas
visitas que recibimos y de las decenas de miles de puestos de trabajo que
estamos creando. Lo dicho: se carcajean en nuestras narices. Y lo que es peor,
nos dejamos.
El sábado por
la noche estuve viendo un fisco –mi capacidad de aguante televisiva se halla en
marcado retroceso– ese nuevo programa de la tele de Willy: Noche de Taifas. Más
calcos, más repeticiones, más parrandas canarias y más bodegas de Julián, en
suma, más de lo mismo. Con aderezos políticos ‘made in Paulino’. Marcos Brito,
en su línea (curva) de siempre. Y el portuense (de toda la vida y casado en la Peña de Francia) Carlos Alonso
apostando por la malagueña. Para llorar. Que horas antes se había presentado en
La Vera para
anunciar el inminente arreglo del puente peatonal. Otra maravilla sobrenatural,
otro de los hechos divinos que bajan, como el Espíritu santo o el maná del desierto,
en los días previos a una cita con las urnas. ¿El programa? Eché en falta a
Pepe Benavente y Jaime Marrero. A no ser que aparecieran en la parte que yo no
vi porque no aguanté. Mis escasas dotes neuronales no son suficientes para las
altas capacidades de los responsables de este portentoso vehículo comunicativo,
hábilmente dirigido por el doctor honoris causa.
Y concluyo en
la costa. En el sector oriental, más allá del Bollullo, en Los Patos. Donde el
ayuntamiento villero ha esperado para dar comienzo a un nuevo acceso a que el
verano se nos echara encima. Se iniciarán las obras en junio (arranque estival)
y las concluiremos, de no producirse demoras (algo improbable en cualquier obra
pública que se precie), cuando el otoño toque en nuestras puertas. Estarás
pensando que esto no es normal. Pues no, estás equivocado, tú lógica, nuestra
lógica no es su lógica. Aunque te parezca ilógico.
Tenemos una
semana por delante para reflexionar. Es recomendable un paseo costero cada día.
La brisa marina pone en orden nuestras ideas. Respiremos salitre y yodo. Y con
aromas de musgos, algas y líquenes –qué dominio– alcanzaremos el domingo 25 en
la selva de un bosque termófilo. Fecha en la que hemos suprimido la
multitudinaria romería de San Isidro y permutado por otra… Ya está, haz lo que
te dé la gana.
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