lunes, 19 de mayo de 2014

Paseo costero

Seguimos de fiesta en mi pueblo –qué raro– y no por ello –qué descortesía– se ha interrumpido la campaña electoral. Difícil, y mucho, lo tiene mi alcalde que no ha debido dormir en estos últimos días más de cuatro o cinco horas. Apenas pegar un ojo, que se dice. Demasiados compromisos y mucho caldero que atender. Y yo espero, como realejero que contribuyo al aporte correspondiente en la caja de caudales del consistorio, que renuncie a cobrar en este mes de mayo los días que no ha trabajado en el puesto por el que recibe generoso sueldo. Tanto que excede las cantidades que su propio partido establece. Para los demás, por lo visto. Porque siempre hay una disposición adicional o transitoria para soslayar los inconvenientes que el resto de mortales, se incluyen los jubilados, no puede saltarse a la torera.
Nos está vendiendo el partido popular de Los Realejos un proyecto europeo para Rambla de  Castro (no se olviden que el paraje llega hasta la playa de Los Roques). Han entregado al candidato Cañete –ese portento humano que come de todo, y así le va cuando eructa– un amplio dossier (informe o expediente) para que el espacio protegido lo esté para siempre jamás y por los siglos de los siglos, amén. Y nos preguntamos –al menos mi mujer y yo– si no se hallaba presente allá en la Europa en estos últimos años un tal Gabriel Mato –muy aficionado a pasar la pelota por encima de la red– a quien ya le pudieron haber remitido, o entregado en mano, la petición. Porque olvida con mucha facilidad el equipo gobernante en el edificio de la Avenida de Canarias que ya tuvieron responsabilidades, y bastantes, en el mandato 2003-2007. Por lo que tiempo han tenido. Y no esperar a estos precisos instantes en los que podemos pensar que la campaña electoral posibilita milagros.
Porque en Rambla de Castro –y culpables hay muchos de 1987 para acá– se han sepultado muchísimos millones. Que se sembraron alegremente y no fueron posteriormente regados y abonados. Fueron pastos fáciles para sequías y cabras locas. Todos miramos para otro lado porque los dineros corrían cómodos y ahora, en época de vacas flacas, recurrimos a operaciones de pura mercadotecnia para salir en la foto con el de los yogures caducados. Algo, por otra parte, que todos (políticos) practican. Y basta darse un garbeo por las redes sociales y comprobar la avalancha de retratos en cualquier acontecimiento (baile de magos, por ejemplo) en el que se concentre un nutrido grupo de bípedos y algún que otro cuadrúpedo. Así que, en resumen, tonterías las justas. Que ya está bien de tomarnos el pelo con burdas jugadas.
Y no queda todo aquí. Al arriba mencionado señor Mato (hermanísimo de la ministra sanitaria) también se sumó a la fiesta y va a llevar a Estrasburgo, Bruselas o donde haga falta, un plan (otro) que impulse el turismo en Canarias. Algo que no entiendo si todos los sectores, incluido el ministro del ramo, que bien deberá conocer don Gabriel, se jactan de lo bien que vamos, de las numerosas visitas que recibimos y de las decenas de miles de puestos de trabajo que estamos creando. Lo dicho: se carcajean en nuestras narices. Y lo que es peor, nos dejamos.
El sábado por la noche estuve viendo un fisco –mi capacidad de aguante televisiva se halla en marcado retroceso– ese nuevo programa de la tele de Willy: Noche de Taifas. Más calcos, más repeticiones, más parrandas canarias y más bodegas de Julián, en suma, más de lo mismo. Con aderezos políticos ‘made in Paulino’. Marcos Brito, en su línea (curva) de siempre. Y el portuense (de toda la vida y casado en la Peña de Francia) Carlos Alonso apostando por la malagueña. Para llorar. Que horas antes se había presentado en La Vera para anunciar el inminente arreglo del puente peatonal. Otra maravilla sobrenatural, otro de los hechos divinos que bajan, como el Espíritu santo o el maná del desierto, en los días previos a una cita con las urnas. ¿El programa? Eché en falta a Pepe Benavente y Jaime Marrero. A no ser que aparecieran en la parte que yo no vi porque no aguanté. Mis escasas dotes neuronales no son suficientes para las altas capacidades de los responsables de este portentoso vehículo comunicativo, hábilmente dirigido por el doctor honoris causa.
Y concluyo en la costa. En el sector oriental, más allá del Bollullo, en Los Patos. Donde el ayuntamiento villero ha esperado para dar comienzo a un nuevo acceso a que el verano se nos echara encima. Se iniciarán las obras en junio (arranque estival) y las concluiremos, de no producirse demoras (algo improbable en cualquier obra pública que se precie), cuando el otoño toque en nuestras puertas. Estarás pensando que esto no es normal. Pues no, estás equivocado, tú lógica, nuestra lógica no es su lógica. Aunque te parezca ilógico.
Tenemos una semana por delante para reflexionar. Es recomendable un paseo costero cada día. La brisa marina pone en orden nuestras ideas. Respiremos salitre y yodo. Y con aromas de musgos, algas y líquenes –qué dominio– alcanzaremos el domingo 25 en la selva de un bosque termófilo. Fecha en la que hemos suprimido la multitudinaria romería de San Isidro y permutado por otra… Ya está, haz lo que te dé la gana.

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