martes, 17 de junio de 2014

Enorme confusión

A pesar de que el Mundial se halla en plena salsa, los aconteceres ciudadanos no han remitido de manera significativa. Puede que sea debido a la tremenda paliza que sufrió la pandilla (equipo) del noble Del Bosque, con lo que los españoles han visto decaída su euforia campeona (ay, la que nos aguarda con Chile) y se han dedicado a pensar en cosas más serias.
Ayer por la mañana, tras el desayuno informativo de marras, pude percatarme de que mucho tendrá que aportar el sustituto de Rubalcaba al frente del PSOE para que en este país disminuya considerablemente esa sensación de impunidad que parece rodear cuanta actividad guarde algún tipo de relación con lo público. Y lo manifiesto en el convencimiento de que no ha sido ajeno el Partido Socialista a este tipo de componendas. Por lo tanto, bastante habrá que arreglar para que desaparezcan las etiquetas del todos son iguales o la nueva modalidad de la casta.
Vamos con un pequeño muestrario de lo bien que estamos gestionando un dinero que se dice de todos, pero que, y a los ejemplos me remito, parece que no es oro todo lo que reluce:
En Arona, y en el transcurso de once años, nada menos que unos 92 millones de euros se han gastado de una manera supuestamente ilegal. Es decir, contaban con algún informe negativo. Y uno se pregunta si al Secretario o Interventor les basta con emitir el juicio pertinente o debe ir más allá al estimar que los políticos persisten en continuar con sus desmanes. Se supone, de otra parte, que la contabilidad municipal tiene que estar sujeta a los controles de organismos superiores, llámese Tribunal de Cuentas o como demonios sea. Pero da la impresión, por el montante económico que se presupone mal gestionado, de que las perras estaban en una gaveta a disposición del que metiera la mano.
Don José Manuel Soria tiene un hermano llamado Luis que fue consejero en el gobierno autonómico cuando el ministro estaba aliado con los chicos de Coalición Canaria. Parece que el popular y fraternal pariente se halla ahora encargado de vender a los consistorios determinadas empresas para cuando se nos vaya la luz en la calle, es un ejemplo, nos ¿escuchen? desde la Península. Y con cuatro operarios atiendan a todos los ayuntamientos que opten por la privatización de los servicios. Como en mi pueblo. Gobernado por el presidente insular del PP y que ya, entre otros, ha recibido la visita de Soria II (quien ya tuvo sus jaleos en su etapa pública) para interceder por unos amigos (de la familia) y que se presenten al concurso por el que Manolo despedirá a los electricistas del pueblo, los de toda la vida, y los cambiará por otros de más bajo consumo. Corren más que los electrones. No se les ve el plumero ni nada.
Un hijo de Gallardón, el ministro encargado de impartir Justicia, puede que bajo la influencia de sustancias que suelen subirse a la cabeza, conducía, como Aguirre, por los Madriles de sus amores. Y algo sospechoso debió hacer porque la policía lo caló. Y este del amor filial, aguijoneado por las enseñanzas de quien fuera presidenta de la Villa y Corte, tomó, como aquella, las de Villadiego y dejó a los agentes con tres palmos de narices. Los entendidos, y a ellos les sobra, saben perfectamente que todo se dilucida con un simple juicio de faltas y la carcajada cuando el juez le estipule la multa a pagar se escuchará en el Palacio de la Marquesa de la Sonora, allá por la calle de San Bernardo.
No hay nada como ser militante del partido que gobierna en cualquier lugar. Ya que estábamos con don Alberto, el que es más de derechas que su propio padre (dicho por él, que no por mí), declarar que tienen una muy particular manera de aplicar la medida de gracia del indulto. Ahora le ha tocado el turno a cierto guardia civil por el mero hecho de ser el hijo de un dirigente popular. El cual, condenado por grabar una agresión sexual mientras reía a mandíbula batiente, seguirá descojonándose (el pronominal descojonarse figura en el DRAE, con el significado de desternillarse o troncharse de risa) de todos nosotros porque papi puede mucho. Tan valiente es el magallote que fue a esconderse a la casa (del padre). Iría a confesarse. Y arrepentirse.
Y un añadido: La justicia (ahora en minúscula) empeñada en seguir estableciendo diferencias entre pobres y ricos, pudientes y pobres diablos. Y los periodistas, normalmente vendidos al pesebre más surtido, en vez de contar la realidad con total asepsia se dedican a confundir el tocino con la velocidad y los chorizos de Teror con las morcillas de Sotopalacios. Viene esto último a cuento de una información que leí acerca de la presentación de Eduardo Madina, uno de los candidatos socialistas. Que la llevó a cabo en un pasillo del Senado junto al busto de Ramón Rubial. Puede que el plumilla de marras ya se haya decantado por alguno de los contrincantes del vasco, porque no sé a cuento de qué vienen expresiones como las que te transcribo a continuación y que parecen querer indicarnos las excelentes dotes de psicólogo, cuando no de adivino. Debió molestarle muy mucho que el joven aspirante no se dirigiera a la opinión pública con una sonrisa de oreja a oreja, que venía dispuesto a comerse el mundo y que, en lógica consecuencia, bailaba un aurresku con soltura inusitada. Por ello no me explico lo de gestos ajenos, mirada perdida, impropios titubeos, hombre indeciso, tal vez pusilánime, cara de asustado, rostro desencajado… Demasiados calificativos para adornar la información de un hecho. Como los comentaristas deportivos. Intuyo que al susodicho le hubiese encantado algo más andaluz. Para gustos, colores, pero no vituperemos más aquellos sagrados conceptos de la imparcialidad, neutralidad y… Hasta mañana.

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