lunes, 9 de junio de 2014

La calle

El 23 de noviembre de 2002 (sábado) fue el día en que acudí a la última manifestación. Y cuando concluyó aquella jornada me vine rápido para el pueblo porque me tocaba mudanza. Puede que sea esa la causa de que se me haya quedado grabada la fecha. Y desde aquel entonces: “Más nunca”. Se consiguió que no ubicaran unas torretas de electricidad en los montes de Vilaflor, pero nos adornaron otros paisajes sureños con unos adefesios encantadores. Se pitó a determinados políticos que pretendieron subirse al carro de las oportunidades y Fumero escenificó la salida del PSOE para embarcarse en otras aventuras. Como las de ese portento llamado Nacho González, líder del CCN, concejal santacrucero y diputado de Teobaldo Power, quien ve órgano inútil el parlamento europeo. Y lo hace sin el recato de buscar la fotografía en la que come con una indigente en cierto centro benéfico. Bergantes.
Este pasado 7 del presente, también sábado, las calles de las islas se convirtieron en otros ríos humanos. Había que protestar contra las prospecciones petrolíferas que Repsol piensa llevar a cabo ahí al lado. Justo en el otro costado de una línea imaginaria (como los paralelos o meridianos), a la izquierda si miras hacia el norte o a la derecha si te enfocas hacia el sur, que establece los linderos entre aguas españolas y marroquíes. Pero es que en el patio del vecino ya se pincha el fondo marino en busca del combustible. O del gas, que no se sabe cómo expedirá. Y ahí, justo en el lugar que se perfora, comienza mi dilema.
Que hay que apostar por energías renovables, nadie lo duda. Que Canarias posee los elementos necesarios para que tal producción sea todo un éxito, no se podrá discutir. Que el pulso Soria-Rivero (con la comparsa socialista) viene desde la anterior ruptura gubernamental, ponle el cuño. Pero nos olvidamos del país alauí. Porque la raya en cuestión no constituye barrera alguna para que el posible vertido se venga para los interiores oceánicos. Y nos quedaremos igual de negros. Quizás no en 48 horas, pero sí en 49 o 50.
Me encantaría que el entendido de turno me aclarara el porqué de las protestas sin que se haya elevado voz alguna en contra de lo que ya se viene realizando unos metros más allá. Y a lo peor con menos garantías. A las oportunidades “políticas”, el recelo consiguiente. Y como todos, salvo el PP, se han apuntado a la romería, mis consabidas reticencias. Dada mi edad, bastante provecta, no me da la realísima gana de que nadie se apunte tantos a mi costa. Muchos de los retratados en las concentraciones habidas en las islas me recuerdan a los ecologistas que se oponen a cualquier infraestructura y luego son los primeros en utilizarlas. O los que fomentan la agricultura teórica sin que jamás hayan sufrido los inconvenientes de los callos provocados por una guataca.
Canarias, una sola voz. La calle ha hablado. Clamor contra el petróleo. Sí a las renovables. Varios cientos de miles... En unos días esteremos todos ‘drogados’ ante el televisor y sumergidos en la vorágine del mundial brasileño. Y cuando la figura (o el figura) contribuya al realce del espectáculo con un gol antológico, nos olvidaremos que a escasos centenares de metros demasiados brasileños se mueren de hambre. Y abriremos un largo paréntesis en las reivindicaciones. Si por casualidad España, ese odioso país que tanto maltrata a estas ínsulas periféricas, alejadas y vilipendiadas, alcanzara la final, el éxtasis nos embargará y mandaremos el petróleo a tomar viento fresco. Nada te cuento si ganáramos con otro tanto de Iniesta. Seríamos capaces de justificar los 720.000 euros que cada ‘rojito’ se embolse por la obra y gracia.
No se atisba seriedad por lado alguno. Cada vez se halla más presente el quítate tú para ponerme yo. Los aspirantes, e Internet es fiel termómetro del acontecer,  hablan, o escriben de intereses “espúreos” (debe ser que lo oyeron de pasada algún lejano día) sin alongarse a un diccionario. Leo que se piensa exigir el título de periodista para ocupar puesto en los denominados gabinetes de prensa. Ese lugar paradisíaco en el que vegetan allegados sin arte ni parte, cuyo único mérito es haber sido militante disciplinado y fiel, y que no se recatan en utilizar el verbo “conveniar”. Pero que saben bloquear comentarios que puedan ponerles la cara colorada por errores gramaticales de los de bulto.
A los que ayer mismo –hace apenas unos minutos– argumentaban las excelencias de las prospecciones en sus programas, a los que utilizan el coche para ir a tirar la bolsa de la basura, a los que despotrican de las antenas pero no dejan el móvil ni para ir al baño (a hacer sus necesidades)… ¿tanto cuesta ser consecuente y no tomarnos por idiotas? Si la calle ha hablado y toda la razón está de la parte de los que se manifiestan, deberá ser así siempre y en todo lugar y/o circunstancia. ¿No lo crees, Paulino? ¿O es que pretendes ahora hacerte el gracioso?
No estoy a favor del petróleo, pero no me fotografié detrás de una pancarta. Para muchos estas aglomeraciones son meros efugios para el selfie. En los próximos años, cuando CC gobierne Canarias mediante el pacto de rigor, pueden visitar este blog y estoy convencido de que seguirá idéntica línea editorial (ños, qué bonito). Que levanten la mano y expongan sus argumentos innumerables sujetos (nuevos, lavados con Perlán, viejos, obsoletos, repetidos, caducos y prestidigitadores) que viven por y para el escaparate.
¿República o monarquía? Otro día. ¿Abdicación o divorcio? Otro día. ¿Ónega o Anguita? Otro día. ¿…? Otro día.
Si los políticos –los que ejercen un cargo, no, los que se apropiaron de él– sintieran alguna curiosidad por husmear en las hemerotecas… las quemarían. CC olvidó lo que sostenía cuando gobernaba con el PP (el otro día). El PSOE, ídem cuando era oposición (el otro día). En La Gomera, patético contemplar detrás de las pancartas a quienes hace unos meses escasos no entendían cómo se podía estar en contra de las prospecciones. Eso, nos toman el pelo. Y si tú, como yo, no fuiste a la Avenida de Anaga a inmortalizarte digitalmente es que te pusiste de parte, como yo, de los amigos del piche. Que viva el chapapote.

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