El 23 de
noviembre de 2002 (sábado) fue el día en que acudí a la última manifestación. Y
cuando concluyó aquella jornada me vine rápido para el pueblo porque me tocaba
mudanza. Puede que sea esa la causa de que se me haya quedado grabada la fecha.
Y desde aquel entonces: “Más nunca”. Se consiguió que no ubicaran unas torretas
de electricidad en los montes de Vilaflor, pero nos adornaron otros paisajes
sureños con unos adefesios encantadores. Se pitó a determinados políticos que
pretendieron subirse al carro de las oportunidades y Fumero escenificó la
salida del PSOE para embarcarse en otras aventuras. Como las de ese portento
llamado Nacho González, líder del CCN, concejal santacrucero y diputado de
Teobaldo Power, quien ve órgano inútil el parlamento europeo. Y lo hace sin el
recato de buscar la fotografía en la que come con una indigente en cierto
centro benéfico. Bergantes.
Este pasado 7
del presente, también sábado, las calles de las islas se convirtieron en otros
ríos humanos. Había que protestar contra las prospecciones petrolíferas que
Repsol piensa llevar a cabo ahí al lado. Justo en el otro costado de una línea
imaginaria (como los paralelos o meridianos), a la izquierda si miras hacia el
norte o a la derecha si te enfocas hacia el sur, que establece los linderos
entre aguas españolas y marroquíes. Pero es que en el patio del vecino ya se
pincha el fondo marino en busca del combustible. O del gas, que no se sabe cómo
expedirá. Y ahí, justo en el lugar que se perfora, comienza mi dilema.
Que hay que
apostar por energías renovables, nadie lo duda. Que Canarias posee los
elementos necesarios para que tal producción sea todo un éxito, no se podrá
discutir. Que el pulso Soria-Rivero (con la comparsa socialista) viene desde la
anterior ruptura gubernamental, ponle el cuño. Pero nos olvidamos del país
alauí. Porque la raya en cuestión no constituye barrera alguna para que el
posible vertido se venga para los interiores oceánicos. Y nos quedaremos igual
de negros. Quizás no en 48 horas, pero sí en 49 o 50.
Me encantaría
que el entendido de turno me aclarara el porqué de las protestas sin que se
haya elevado voz alguna en contra de lo que ya se viene realizando unos metros
más allá. Y a lo peor con menos garantías. A las oportunidades “políticas”, el
recelo consiguiente. Y como todos, salvo el PP, se han apuntado a la romería,
mis consabidas reticencias. Dada mi edad, bastante provecta, no me da la
realísima gana de que nadie se apunte tantos a mi costa. Muchos de los
retratados en las concentraciones habidas en las islas me recuerdan a los
ecologistas que se oponen a cualquier infraestructura y luego son los primeros
en utilizarlas. O los que fomentan la agricultura teórica sin que jamás hayan
sufrido los inconvenientes de los callos provocados por una guataca.
Canarias, una
sola voz. La calle ha hablado. Clamor contra el petróleo. Sí a las renovables.
Varios cientos de miles... En unos días esteremos todos ‘drogados’ ante el
televisor y sumergidos en la vorágine del mundial brasileño. Y cuando la figura
(o el figura) contribuya al realce del espectáculo con un gol antológico, nos
olvidaremos que a escasos centenares de metros demasiados brasileños se mueren
de hambre. Y abriremos un largo paréntesis en las reivindicaciones. Si por
casualidad España, ese odioso país que tanto maltrata a estas ínsulas
periféricas, alejadas y vilipendiadas, alcanzara la final, el éxtasis nos
embargará y mandaremos el petróleo a tomar viento fresco. Nada te cuento si ganáramos
con otro tanto de Iniesta. Seríamos capaces de justificar los 720.000 euros que
cada ‘rojito’ se embolse por la obra y gracia.
No se atisba
seriedad por lado alguno. Cada vez se halla más presente el quítate tú para
ponerme yo. Los aspirantes, e Internet es fiel termómetro del acontecer, hablan, o escriben de intereses “espúreos”
(debe ser que lo oyeron de pasada algún lejano día) sin alongarse a un
diccionario. Leo que se piensa exigir el título de periodista para ocupar
puesto en los denominados gabinetes de prensa. Ese lugar paradisíaco en el que
vegetan allegados sin arte ni parte, cuyo único mérito es haber sido militante
disciplinado y fiel, y que no se recatan en utilizar el verbo “conveniar”. Pero
que saben bloquear comentarios que puedan ponerles la cara colorada por errores
gramaticales de los de bulto.
A los que
ayer mismo –hace apenas unos minutos– argumentaban las excelencias de las
prospecciones en sus programas, a los que utilizan el coche para ir a tirar la
bolsa de la basura, a los que despotrican de las antenas pero no dejan el móvil
ni para ir al baño (a hacer sus necesidades)… ¿tanto cuesta ser consecuente y
no tomarnos por idiotas? Si la calle ha hablado y toda la razón está de la
parte de los que se manifiestan, deberá ser así siempre y en todo lugar y/o
circunstancia. ¿No lo crees, Paulino? ¿O es que pretendes ahora hacerte el
gracioso?
No estoy a
favor del petróleo, pero no me fotografié detrás de una pancarta. Para muchos
estas aglomeraciones son meros efugios para el selfie. En los próximos años, cuando CC gobierne Canarias mediante
el pacto de rigor, pueden visitar este blog y estoy convencido de que seguirá
idéntica línea editorial (ños, qué bonito). Que levanten la mano y expongan sus
argumentos innumerables sujetos (nuevos, lavados con Perlán, viejos, obsoletos,
repetidos, caducos y prestidigitadores) que viven por y para el escaparate.
¿República o
monarquía? Otro día. ¿Abdicación o divorcio? Otro día. ¿Ónega o Anguita? Otro
día. ¿…? Otro día.
Si los
políticos –los que ejercen un cargo, no, los que se apropiaron de él– sintieran
alguna curiosidad por husmear en las hemerotecas… las quemarían. CC olvidó lo
que sostenía cuando gobernaba con el PP (el otro día). El PSOE, ídem cuando era
oposición (el otro día). En La
Gomera, patético contemplar detrás de las pancartas a quienes
hace unos meses escasos no entendían cómo se podía estar en contra de las
prospecciones. Eso, nos toman el pelo. Y si tú, como yo, no fuiste a la Avenida de Anaga a
inmortalizarte digitalmente es que te pusiste de parte, como yo, de los amigos
del piche. Que viva el chapapote.
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