viernes, 27 de febrero de 2015

Ancianos

Tengo 66 años. Transito por mi sexto curso en calidad de jubilado. Ayer por la mañana estuve en Las Abiertas (los inconvenientes de que mi hijo se haya comprado un pequeño terreno, con un chozo), donde algún día de la semana me entretengo con unas plantas que sembré el año pasado (orejas de burro, rosales, flor de mundo, geranios…). Como ha llovido bastante, la hierba se adueña de cada resquicio con una velocidad pasmosa. Y allí estoy yo, al acecho, para intentar lograr que los brotes primaverales no se vean eclipsados por las especies vegetales invasoras. En fin, que todavía hago algo y me meneo. Qué les voy a contar cuando hay miles de funcionarios en las mismas condiciones. Algunos se pasan tanto tiempo dedicados a la agricultura que ni encienden el ordenador. Ellos se lo pierden. Bobones. Con lo fácil que es coger las papas en el supermercado.
Los medios de comunicación (lo de la tele autonómica ya es de siquiatra) se han recreado en el terrible asunto de dos personas que fueron rescatadas de su domicilio por los bomberos en unas condiciones tan lamentables que fallecieron a las pocas horas en el hospital.
Permíteme el inciso, por favor. Ya que nombré el establecimiento sanitario, indicarle al presidente insular del PP que no debe olvidar todos los años que su partido ha gobernado en Canarias. Porque sus declaraciones del centro icodense debería haberlas meditado profundamente. Y, al tiempo, recomendarle la lectura de mi post anterior. No le digo más. ¡Ah!, para este realejero sí que es una tomadura de pelo el que mi ayuntamiento levante un bloque (has leído bien, un bloque) para que la tierra no invada determinada acera y se movilice el gabinete de prensa para trasladar la buena nueva de la construcción de un muro de contención. Menos mal que el hipódromo se quedó en promesa incumplida.
De la triste noticia que veníamos comentando, me llamó poderosamente la atención el que a la señora (de 68 o 69 años, que ambas versiones leí) se la denominaba como una anciana. Sin caer en la disquisición de que se puede ser viejo a los veinte y no tanto a los ochenta (para ópticas, cristales a la patada), creo que en los tiempos actuales estamos casi todos de acuerdo que el calificativo de anciano queda mucho más lejos que la línea que se marcaba décadas atrás.
Tanto que el propio diccionario establece alguna idea al respecto. Veamos:
Anciano (dicho de una persona): De mucha edad.
Viejo: Se dice de la persona de edad. Comúnmente puede entenderse que es vieja la que cumplió 70 años.
Mayor (dicho de una persona): Entrada en años, de edad avanzada.
Al ritmo que vamos y con los avances médicos y tecnológicos, me apuesto lo consabido para intuir que dentro de dos o tres ediciones la RAE incrementará esos 70 años y establecerá un nuevo límite con el añadido de unas cuantas unidades. Lo que servirá, asimismo, de baremo para que la jubilación se siga retrasando. Lógico, de otra parte, porque cada vez se accede más tarde al mercado laboral. O a la emancipación familiar.
Así que los periodistas harían bien en calibrar el uso de los vocablos pertinentes. Con las excepciones que fueren menester, por supuesto. Sigo, pues, tranquilo en mi mayoría de edad, sabiendo que aún me restan unos cuantos para llegar a viejo. Lo de anciano, ni te cuento. Si todo se redujera a un mercado numérico, tendríamos que preguntarnos qué demonios hace un Diputado del Común (debería chochear con su casi 80 años) recibiendo quejas ciudadanas.
Usado, lo que se dice usado, va a ser que sí. Tanta actividad acaba por desgastarte, no vamos a negarlo. Pero es preferible morirte realizado que tener la piel cual culito de crío, y palmarla también.
Oye, que sigo con la décima diaria y mañana, que concluye este febrero frío, ya iremos por la 59. Bola que se cantaba, cuando tiempo atrás jugábamos a la lotería (lo de bingo vino después), como Manuel, el peludo. No, que no lo sé.
Y remataremos el mes con unas presentaciones (tres) de las fotos gomeras que capturé (jolines, qué moderno) durante la semana de carnavales perdido allá en Las Hayas. Así que mañana toca descanso lector, pero podrás relajarte con parajes y paisajes de unas islas que no se merecen estos políticos, puesto que bla, bla, bla.
Hasta entonces. Sean Felices.

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