Cuando el
curso académico 1978-1979 declinaba, un entusiasta grupo de madres y padres de
alumnos de la entonces Agrupación Escolar Mixta Longuera Toscal, así como otros
amigos que decidieron motu proprio sumarse a la aventura y subirse al carro de la
ilusión, acordó fundar una asociación que encauzara el devenir de la educación
de sus hijos.
Como el
verano estaba a la vuelta de la esquina planificaron actividades de toda índole
con el fin de recaudar el máximo de fondos posible para que los chiquillos
dispusieran al inicio del curso siguiente los libros de texto y resto del
material (cuadernos, bolígrafos, lápices, gomas…). Algunos calificaron aquella
hazaña de imposible, cuando no de locura. Y no solo alcanzaron el objetivo sino
que también acondicionaron el polideportivo que se hallaba en unas condiciones
lamentables, después de que el ayuntamiento lo inaugurara (última corporación
antes de las primeras elecciones democráticas) y lo dejara cerrado a cal y
canto. Con lo que la juventud, huérfana de instalaciones donde poder ejercer la
necesaria actividad física, hizo, y deshizo, a su antojo en la cancha (sin el
más mínimo material deportivo) y en los vestuarios, convirtiendo las
dependencias en zona de conflicto
bélico.
Se limpiaron
baños (bien de mierda se sacó), se pusieron rejas metálicas que protegieran los
cristales, se ubicó una pequeña oficina, se organizaron festivales, se levantaron
los muros, se pintaron y adecentaron los jardines, se llevaron a cabo
campeonatos de fútbol sala… Y pasados los años, cuando el deterioro del
pavimento era más que patente, se realizó una singular campaña para su
asfaltado. Tras la solicitud del pertinente presupuesto, se dividió la cantidad
entre los metros cuadrados de la superficie que se debía acondicionar. Y se
colaboraba con la aportación económica de equis metros cuadrados, según lo que
la economía de cada cual permitiese de manera voluntaria. Y se consiguió. Todos
aquellos que en nuestra juventud no habíamos tenido sino carencias y
necesidades, nos volcamos para que la situación cambiase. Se dedicaron horas y
horas a tan nobles tareas… Me causa estupor leer cómo el PP propone en su
programa hacer un banco de libros. Lo nuestro, 35 años antes, debió ser un
aborto de la naturaleza.
Hace unos
días me encontré una libreta en casa con unas anotaciones de aquella época. La
primera reseña es del 23 de junio de 1981. La Asociación (más tarde
ya se denominó APA, luego AMPA) celebraba asamblea que coincidía con los dos
años de funcionamiento. Como curiosidad no se pudo elegir Junta Directiva (hoy
se diría en primera convocatoria) porque muchos de los consultados debían
pensárselo. Era frecuente la respuesta de yo no sé para eso o no tengo tiempo.
Siempre se superaba tal inconveniente, afortunadamente, y el colectivo fue un
ejemplo que cundió en el resto de colegios (algunos de matrícula más elevada) y
que culminó en la fundación de la Federación Godínez, de la que tuve el honor de
ser su primer presidente.
Te señalo
unas curiosidades de la libreta en cuestión. No sin antes indicar que me
provoca cierta desazón declaraciones de ahora mismo en torno a infraestructuras
municipales y de los quebraderos de cabeza que sufren los cargos públicos para
su mantenimiento. No me hagan reír que se me parte el labio. Vamos allá:
24 de junio
(miércoles): Fregado de las escuelas prefabricadas, traer madera y bidones (en
un furgón prestado) para montaje del escenario (festival de fin de curso).
25 de junio
(jueves): Ir a La Laguna
con un concejal para ver aparatos (un tobogán, un medio punto y dos balancines)
del posible parque infantil a montar en las escuelas de La Puntilla; preparar la
exposición de trabajos manuales; barrido (tengo los nombres de los ‘operarios’)
del polideportivo.
26 de junio
(viernes): Ir al ayuntamiento a recoger la llave de la amasadora (después te
digo para qué); ensayo general del festival; traer refrescos y fritolay;
atezado (aclarado lo de la amasadora) parte alta del patio de recreo de La Puntilla (los maestros
también echaban una mano); reunión a las nueve para nombrar la Directiva.
27 de junio
(sábado): Regar el atezado de La
Puntilla; decorar el escenario; festival de fin de curso
(largo pero bien), en el descanso, vender (¿cogiste lo de los refrescos y el
fritolay de antes?); pagar altavoces (megafonía se llama ahora): 5.000 pesetas
(las otras 5.000, la escuela); desmontar decorados; subir las sillas.
28 de junio
(domingo): Regar nuevamente el atezado reseñado.
29 de junio
(lunes): Devolver refrescos (excepto 1 c/ cerveza Mas y 1 C/ Schweppes que
estaban sin terminar); desmontar escenario y llevar tablas y correderas al que
nos las había prestado; recoger y barrer; hacer balance (4.500 pesetas de
beneficios).
30 de junio
(martes): Regar atezado y poyos; recoger y traer a la oficina libros de dos
clases; llevar bidones y tablas del escenario (dos viajes en furgón prestado);
hablar con fotógrafo (dos opciones con las fotos del festival: el 10% de las
que se vendan o comprarlas todas a 150 pesetas y vender luego a 200).
1 de julio
(miércoles): Ordenar las fotos en la secretaría de la Asociación.
2 de julio
(jueves): Vender fotos; reunión a las ocho y media (nueva directiva al
completo) para tratar: Clases de guitarra a comenzar el día 13, los lunes,
miércoles y viernes a partir de las ocho y cuarto de la tarde; pronta colocación
(lo hicimos nosotros) de los aparatos del parque infantil de La Puntilla (abierto al
público pues un socio se encargará de abrir, vigilar y cerrar –“igualito que
ahora”–); se organiza un baile para el día 18 de julio a partir de las nueve de
la noche, se rifará una hartanga, precio del número: 10 pesetas; se anunciará a
partir del día 4 con altavoces (insisto, ahora megafonía); el precio de las
entradas queda pendiente y sujeto a lo que nos cueste la orquesta, que está aún
por confirmar [sería la Osiris,
según apuntes de días posteriores]; se planifica una excursión con Transportes
Vimar (Las Lajas y Los Cristianos) para el 2 de agosto; y se le confirma –a eso
se le llama antelación– a la asociación de vecinos de Punta Brava nuestra
participación en la organización de la Cabalgata de Reyes (e íbamos a La Escalona para alquilar
los camellos)…
En fin,
siguen más notas de salidas con altavoces, lista de las compras, precios de las
entradas (125 pesetas los hombres y 50 las mujeres)… Y nos deja el baile unas ganancias
de 30.907 pesetas…
Hoy, los
sufridos concejales se ‘liberan’ a cambio de sustancioso sueldo y, normalmente,
para decirte que no a casi todo. Para escribir otro libro. Hasta mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario