La primera:
Salir del armario, o salir del clóset (versión más americana). Que todos
sabemos que es modismo para declarar de manera pública, notoria y voluntaria la
homosexualidad. Y digo yo que son ganas de complicarse la vida. Si no los
fabricaran tan grandes, nadie podría meterse en ellos y, por consiguiente, no
habría necesidad alguna de salir.
Desde que se
inventaron los vestidores (luego nos quejamos de la crisis), y por aquella
manía de acaparar, los paseos para entrar y salir en busca de la prenda perdida
se han convertido en asunto cotidiano. Y de esos trasiegos vienen estos
efluvios. Con toda la carga de esnobismo (o exótico, quizás, mejor) que se la
quiera adherir.
En mis
tiempos solo había un ropero para todos. Y como uno fue pobre mientras vivió en
medio de plataneras, sabe de casas (de medianeros) en las que ni siquiera eso:
el cesto de la ropa, y punto. Como no había tele, las familias eran mucho más
numerosas. Y en algunas, las prendas de vestir iban directamente del tendedero
al recipiente aludido. Tú ignoras lo que costaba calentar la plancha. ¿Luz
eléctrica? Sí, en el rabo de las vacas. Que no te engaño, el fluido eléctrico
llegó a La Gorvorana al final de la década de los sesenta.
Como te iba
contando, con el inconveniente de que cada cual de la prolífica prole agarraba
los primeros calzones que le venían a la mano. Con lo que podías observar al
mayor con los “huevos retrincados”
(¿lo entendiste, no?) y al menudo con una holgura semejante a la que usan los
beduinos en el desierto. Y éramos felices, tú.
Es por eso, y
no por cualquier otro aspecto de los que se comentan por ahí, que antes nadie
salía del armario. ¿Cómo lo iba a hacer? Era materialmente imposible.
La segunda se
la debemos al señor Albiol, ese catalán barrendero que fue cabeza visible de la
candidatura del Partido Popular. Dijo que en Cataluña hay miles de hombres y
mujeres que quieren votar al PP, pero no lo saben. No me extraña que haya
obtenido tan nefastos resultados.
Yo tengo a
los habitantes de aquella Comunidad por gente inteligente. Y no solo en
cuestiones económicas. Por lo que no concibo que haya nadie que pueda ser
encuadrado es esa rara afirmación del exalcalde. ¿O lo sigue siendo? ¿Cómo es
eso de que quieren votar a una formación política y no lo saben? ¿No saben,
qué? ¿Cómo se vota o que mientras su mente le pide una cosa, el cuerpo se le
desvía a otra plancha? O todos se están volviendo gallegos o el manual de
instrucciones lo redacta directamente Mariano en sus ratos de esplendidez
meridiana. Los tiene, sí, los tiene.
Y la tercera
guarda relación con los viajes del Imserso. Oye, que cada cual defiende sus
garbanzos. No está para bromas jugar con más de cien mil puestos de trabajo.
Leí: “Los viajes del Imserso colgados del aire”. O lo que es lo mismo: Cogidos
por los bajos fondos. “Un millón de jubilados sin destino”. Que te crees tú
eso, intrépido reportero. Si no me da para llegar a Barcelona (que ya es el
extranjero), me quedo en la Isla
del Meridiano. Me mando unos higos de leche (si me pelan de los otros, también),
agarro la cámara, me voy a Orchilla, o a La Dehesa, o a…
Ahora bien, y
en serio, yo no sé de quién es la culpa en la chapuza de la adjudicación de los
tres lotes. Intuyo que la inercia de haberlos adjudicado a Mundo Senior desde
hace veinte años, debió confiar a los miembros de la mesa de contratación (me
imagino que se denominará así) y ni miraron los papeles de un serio competidor:
Mundiplan. Para subsanar el error (por cierto, no tengo conocimiento de que se
hayan tomado cartas contra los responsables), a ese último le adjudican la joya
de la corona (Islas Baleares y Canarias), pero Hidalgo, jefe supremo de Air
Europa, Viajes Halcón, Globalia y los cuartos de baño de todas sus casas,
piensa seguir recurriendo porque no está dispuesto a que le vuelen cientos de
millones de euros en otra compañía (Iberia) o se trasladen por carretera en
Alsa.
No les
quedará más remedio, pienso, que proceder a la acreditación pertinente y
comenzar el proceso de solicitudes. Los caminos de la justicia van tan lentos
que cuando se produzca el fallo, los Presupuestos Generales del Estado, tan
generosos como siempre, se encargarán de resarcir los entuertos. Y si hay que
dejar para ese entonces a unos miles de viejos mirando pa´l palomo, se hace y
santas pascuas. Que ya está bien de darse tono.
Bueno, mis
estimados. Como Patricia Hernández sigue sin nombrarme viceconsejero de la Tercera Edad, mañana,
si nada lo impide, aquí estaremos puntuales. A las seis de la mañana. De
preferir otra hora, como no pienso levantarme, háganmelo saber y dejo
programada la entrada. Sean felices.
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