Ayer se
concedió el Premio Nobel de Física. La Academia de Ciencias sueca valoró el trabajo del
japonés Takaaki Kajita (experimento Super-kamiokande) y del canadiense Arthur
McDonald, quienes, en investigaciones paralelas, han descubierto que los
neutrinos oscilan y poseen masa. Grosso modo.
De la Wikipedia copio: Los neutrinos
(término inventado por el científico italiano Enrico Fermi, que en italiano
significa ‘pequeños neutrones’) son partículas subatómicas de tipo fermiónico,
sin carga y espín 1/2. Desde hace unos años se sabe, en contra de lo que se
pensaba, que estas partículas tienen masa, pero muy pequeña, y es muy difícil
medirla. La masa del neutrino tiene importantes consecuencias en el modelo
estándar de física de partículas, ya que implicaría la posibilidad de
transformaciones entre los tres tipos de neutrinos existentes en un fenómeno
conocido como oscilación de neutrinos.
No comiences
a pedirme explicaciones técnicas porque yo soy más de letras. Dentro de un
ratito verás por dónde van los tiros.
Me voy a
quedar con dos párrafos de la información periodística consultada:
Los neutrinos han sido las partículas más
misteriosas del universo. Cada segundo, billones de ellos atraviesan nuestro
cuerpo, nuestras casas y el resto del planeta sin dejar rastro alguno, lo que
les ha valido el apodo de fantasmas.
Los descubrimientos de ambos físicos
explicaban que estas partículas no desaparecen, sino que oscilan entre tres
formas o identidades diferentes a las que los físicos llaman sabores, un
fenómeno basado en la mecánica cuántica.
Debo
respetar, sin duda, la labor de tales eminencias en el campo del saber. Pero si
algún joven sobradamente preparado, que los tenemos pero emigran, se hubiera
dedicado a estudiar en profundidad ciertos especímenes políticos (en las islas
hay bastantes), sus movimientos, sus desapariciones, en suma, sus oscilaciones,
a buen seguro que llegarían a conclusiones similares a las de los físicos
galardonados. Por lo que podrían ser dignos acreedores a cualquiera de los
premios que se sortean por el Día de Canarias, según le dé el aire al
presidente autonómico.
Ahora mismo
continúa el Boletín Oficial de Canarias escupiendo nombramientos casi diarios. Y
vaya si hay neutrinos. Que se comportan de manera análoga a las partículas
subatómicas, y cuyos vaivenes (oscilaciones) les hacen ostentar cargos
diferentes, a pesar de su imponente masa corporal, apenas correspondida con la
que actúa como motor de la máquina. Desde Rodríguez Zaragoza a Melchior
Navarro. Los hallamos circulando por el mundo (político) a velocidad pasmosa
sin dejar rastro alguno. Como los fantasmas. Es más, son fantasmas. Se subieron
al acelerador de partículas cuando aún no se había concluido el ensamblaje de
las últimas piezas (buenas piezas sí están hechos) y ahí permanecen girando y
girando. Ni se marean. Se transforman, lo más. Valen para todo. Entienden de
todo. Lo mismo son agricultores que consumados ingenieros de caminos, canales y
puertos, con el subapéndice de anillos, túneles y galerías.
Los
científicos (más atrás lo pudiste leer) llaman sabores a las diversas identidades
o formas (fenómeno, dicen, de la física cuántica) entre las que se mueven los
susodichos neutrinos. Pues no vean ustedes cuánto se han saboreado (se han dado
gusto) en su dilatada trayectoria estos otros neutrinos públicos. Que también
atraviesan nuestro cuerpo (y de qué manera) y nuestras casas sin dejar huella. Y
cuando la dejan, agárrate del sablazo.
El señor
Kajita (debe ser chiquito, entiendo), de haber asentado su laboratorio en
cualquier dependencia del gobierno canario, se hubiese ahorrado el tener que
fabricar ese supercamión (cuando lo leí, así lo pensé). Y le habría bastado con
una cámara con la que grabar andares, decires, poses y aspavientos. Lo mismo se
me ocurre para con McDonald. Porque estos neutrinos papafritas a los que me
refiero, bien se atiborran en tales establecimientos de buenas raciones de
comida rápida.
Bien es
cierto que las mentalidades japonesa y canadiense, tan distantes de las que
pululan por estos lares, no estaban al cabo de saber lo que se cuece bajo los
dominios de Echeyde. De haber tenido conocimiento de que restan propiedades por
descubrir en ese universo de los átomos, quizás se habrían aventurado a indagar
en cualquier tubo volcánico (donde hay menos interferencias) por si restasen
elementos que sacar a la luz, tanto en el núcleo (duro o no) como en las zonas
orbitales.
Después, para
un posterior estudio, toca indagar la conducta de los gorrinos. ¿O estos nada
tienen que ver con el tema objeto del post? A veces me formo un cacao. ¿Estaré
haciendo méritos para ingresar en el club de los selectos? Deja ver cómo acaba
la película del anillo. En singular, no como la otra.
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