viernes, 18 de diciembre de 2015

El puñetazo

Último día de una campaña sosa, anodina, insustancial. De la que, a pesar del título, no pienso escribir una sola línea del tristemente célebre puñetazo. Que no será el último, soy consciente. Porque desde aquel “te pego, leches”, muchos supermanes se han escudado en triquiñuelas miles para artimañas tales.
Lo que circula por Internet cada vez que se produce un hecho lamentable, ofrece menos credibilidad que una misa oficiada por un servidor. Pero los medios de comunicación tradicionales parecen sumarse al jolgorio y comentaristas del yomelosétodo no contribuyen al necesario sosiego. La sombra de Zapatero volvió a extenderse por escenarios mediatizados. Penoso. Patético.
Que nadie saque conclusiones políticas de este hecho aislado, vino a decir el agredido. Pero no hubo tiempo material de incluirlo en el argumentario, con lo que numerosas lenguas se dispararon para atacar en la dirección establecida.
Solo tengo claro que los castigos se imponen en el lugar adecuado. Y apenas quedan unas horas para colocar las cosas en su sitio. Ahora sí toca. Y nos toca acudir en masa. Cuánto hemos escuchado en estos cuatro años la expresión “cuando toque”. Pues ya está aquí, invitándonos a ejercer el más sublime de los derechos ciudadanos: quitar y poner a nuestros representantes. Cada cual con sus convicciones. La mía quedó expresada el viernes pasado en el siguiente artículo: http://pepilloyjuanillo.blogspot.com.es/2015/12/decidido.html. Porque este medio (qué iluso, este cuarto u octavo, si me apuran) no se debe sino a la neurona que aún me funciona.
Te lo resumo en esta décima (la número 352 de este año, 18 de diciembre):
Puñetazos por doquier
demos todos el domingo,
queden atrás los respingos
como asunto del ayer.
Nuestro voto debe ser
el hecho que memorice
las acciones que yo quise
protestar y nunca pude,
así que a la cita acude
y nadie por ti organice*.
(O improvise, o analice, o…: ventajas canarias del seseo).
Tampoco me apetece gastar un minuto de mi tan preciado y apreciado tiempo en comentar algo de la droga denominada ‘Superman’, que no sé si guarda relación con aquel traje de Ruiz Mateos para protestar por la expropiación de Rumasa. La que se ha introducido en Canarias y las autoridades alertan de sus consecuencias letales. Tan traicionera es que la tardanza de sus efectos conduce a seguir consumiendo hasta que das el estampido. Qué perversa es la sesera de los que trafican con estas armas de destrucción masiva.
No es mi intención, asimismo, detenerme en el análisis de la condena, por asuntos relacionados con las sustancias mentadas en el párrafo anterior, del candidato de Podemos por esta provincia al Congreso de los Diputados. Porque habría de preguntarme cómo es posible que la bandera de la honestidad, moralidad, ética y buenas costumbres, alejados de esa casta corrupta y perversa, ondee con los vientos de la duda. ¿Recuerdan lo de la mujer del César? Pues lo mismo digo.
Tengo el convencimiento de que en torno a Pepillo y Juanillo se ha ido creando una red clientelar: mis incondicionales. A los que me atrevo a indicarles que vayan todos el domingo a su colegio electoral a depositar en la urna aquella papeleta que estimen oportuna. Entiendo que nos jugamos mucho. Un servidor, parte activa del gremio de pensionistas, también. No nos quejemos el lunes de lo que se pudo haber evitado. Busca, compara, y si encuentras algo mejor, ya sabes, en tus manos está el cuatrienio que se avecina. Yo, como no soy masoquista, no pienso esperar casi hasta 2020. Y también deduzco que don Mariano se merece, por caridad, volver a su notaría para que dé fe, porque esperanza no creo.
Cuando retome este blog el próximo lunes ya tendremos el resultado. Después vendrán los pactos, de cuya cultura carecemos (que no ‘se adolece’). Es menester aprender para que otros horizontes se abran. Hasta entonces, reflexionen, mediten y obren con mucha ecuanimidad. Sean felices.

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