viernes, 29 de enero de 2016

El senderismo, un atractivo turístico

En repetidas ocasiones hemos tenido la oportunidad de hablar­les sobre el tramo del sendero tu­rístico de la costa de Los Reale­jos que va desde el complejo hotelero de Acapulco (Hotel Mari­tim) hasta la Urbanización Romántica II. En ellas –y aho­ra lo reiteramos– abogábamos para que se tuviera muy en cuen­ta su mantenimiento. Desgracia­damente todo ha caído en el saco del olvido. No obstante, da­mos aquí por reproducidas cuan­tas anomalías detectábamos en aquella –o aquellas, que ya no sé– ocasión.
Gran amigo de la mar –¿qué isleño no lo será?–, me encanta pasar largos ratos dedicado, simplemente, a su contempla­ción. Y es que la brisa en sus orillas deleita sobremanera. Ha sido, precisamente, en uno de esos frecuentes viajes cuando me he dado cuenta de la ingente cantidad de turistas que mero­dean por estos contornos. Con­tornos –los de la costa realejera– que ofrecen belleza sin par e invitan a la meditación. Desde jóvenes hasta mayores, con bastantes años a sus espal­das, cámara fotográfica en ristre, intentan plasmar cada rincón del recorrido. En una y otra direc­ción se cruzan mil lenguas como en una Babel.
Atractivo sería, sin duda, que esta posibilidad que se ofrece fuese ampliada hasta la total con­secución del proyecto original, es decir, poder visitar la costa completa de la villa de Los Realejos. A buen seguro que todos aque­llos que hayan pasado sus vaca­ciones en el Hotel Maritim, o en las Románticas, apoyarán incon­dicionalmente la medida de solicitar a la Consejería de Turis­mo que se moje en esta posi­ble realización. Teníamos cono­cimiento de que existía subvención para un nuevo tramo, pero hasta la fecha nada de nada.
Sr. alcalde: tráigase a don Blas Rosales, dele un paseo por la ori­lla de la mar y refrésquense am­bos las ideas. Que es sano ejer­cicio hacerlo de vez en cuando.
Quiero imaginarme lo conten­to que se pondría mi buen ami­go don Enrique Talg, acérrimo defensor donde los haya del sen­derismo como oferta turística de primera calidad. No todo –y más en el norte de la isla– pue­de ser sol y piscinas. Eso lo sa­ben bien los hoteleros que viven diariamente la brutal competen­cia que el Sur ha establecido.
Pero, aun a sabiendas de que el proyecto reseñado es costoso –tanto económicamente como en su realización, recuérdese lo acantilada que es esta costa–, nuestras pretensiones deben ser mayores. Efectivamente, existen en el Valle de La Orotava grandes ru­tas que, con un mínimo de ade­cuación, bien podrían servir para excursiones organizadas, donde no solo el visitante de turno pue­da contemplar nuestra flora y tal vez escasa fauna, sino que, bajo la experta batuta de personal es­pecializado, puedan recibir ma­yores conocimientos sobre ese particular.
¿Y qué decimos de nuestros escolares? Les estamos introdu­ciendo gran cantidad de conceptos que podríamos denominar bárbaros –entiéndase, extranjeros–, sin saber lo que tiene a su lado que conviven con él, aunque no se haya dado cuen­ta o no se le haya prestado la de­bida atención. Da realmente pena el compro­bar el deterioro de la escasa señalización existente en nuestros montes. A título de ejemplo, aquella que se des­trozó por la apertura de la tro­cha o cortafuegos cuando el incendio del 83, luego de haber pa­sado cuatro años, no ha sido repuesta.
Senderos como el que des­de la Piedra de los Pastores –en la pista forestal que desde la caseta Sventenius va a la casa fo­restal de Los Realejos– descien­de hasta el Chanajija, se encuen­tra a la ventura de Dios.
Si mi modesto consejo de algo pudiese servir, propondría a la Dirección General de Medio Ambiente, y a su recién nombra­do Director General, que no de­dique tanto obrero a las pistas en exclusiva y detraiga algunos para ir acondicionando –poco a poco– estos senderos; como manera práctica de establecer clases de Naturaleza, que buena falta nos están haciendo.
Lo de las pistas lo decía por­que me da la impresión de que lo único que se está consiguiendo es que, cada vez con mayor fre­cuencia, se estén introduciendo en nuestros montes auténticas caravanas motorizadas –sobre todo de determinadas casas de alquiler de vehículos– que es­tán deteriorando, aún más, nues­tros ya esquilmados y escasos re­cursos.
Esperemos que no sea dema­siado tarde cuando vengan a dar­se cuenta del desaguisado y ocurra algo así como lo del Cono del Teide con el invento del Teleférico.
Hoy es 29 de enero de 2016. El texto anterior fue publicado en El Día (Desde La Corona) el 17 de enero de 1988. En este intervalo de 28 años, afortunadamente, mucho de lo expuesto ha mejorado. No tanto en el sendero de la costa cuanto en los otros aludidos. El que atraviesa el Paisaje Protegido de Rambla de Castro sigue siendo asignatura pendiente. Ojalá no haya que esperar otro tanto para que este activo turístico ofrezca todas las garantías a los miles de visitantes que a lo largo del año transitan por él. No perdamos la esperanza.
Se acaba enero. Los jubilados ya hemos cobrado y nos han sumergido en el terrible dilema de qué hacer con todo ese incremento. Como me lo gaste en cortados, al igual se me vuelve a disparar la tensión arterial.
Y ya que la semana también finiquita, y quedamos para el lunes, te cuento que estas apariciones entrecortadas (lunes, miércoles y viernes) se deben a un nuevo garbeo por estas islas maravillosas que la naturaleza ha ubicado en medio de la mar océana. Habrá constancia fotográfica. ¡Ah!, espero que Isidro me perdone el ‘robo’ de la que ilustra este post.
Hasta el próximo lunes. Que será febrero. Y bisiesto.

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