martes, 12 de enero de 2016

Proyectos

Leía una queja en estos días pasados de un ciudadano realejero dirigida a la manía fotográfica de los dirigentes populares en el municipio. Sabido es, y este blog puede ser fiel testigo, que aprovechan cualquier oportunidad para ponerse delante de una cámara, aunque el motivo no valga cinco euros. Lo mismo nos venden una baldosa de cualquier acera, que la sonrisa ingenua de un niño al que se le concedió un diploma por ganar una partida de parchís. Cualquier estudio podrá detectar en sus genomas unas cadenas con 24 pares de cromosomas. El extra lleva adherido una tarjeta con muchísimos gigas.
Este grupo de gobierno no ha hecho más que cualquier otro anterior. Porque vender como éxitos la gestión diaria de cualquier ayuntamiento es viva muestra de un quehacer anodino, nada novedoso y, en suma, más de lo mismo. Ahora bien, debemos reconocer a Domínguez y compañía que se tienen montada una campaña de publicidad y propaganda de un buen par. Con unos incondicionales, que tiran de manual cual avezadas cacatúas, a prueba de bombas.
Los medios de comunicación nos traían este pasado fin de semana la noticia de que se iba a presentar un proyecto a la Unión Europea para el adecentamiento del barrio de La Montaña. Y me vino a la memoria el entregado en mayo de 2014 al cabeza de lista a las elecciones europeas, Miguel Arias Cañete, para la recuperación medioambiental de la Rambla de Castro. Del que Manolo y Adolfo presumieron durante toda la campaña, sin que, hasta el momento, nada se haya sabido. ¿Habrá caducado, como los yogures?
Ignoro si en el caso que ahora nos atañe ha habido acuerdo de algún órgano de gobierno para la solicitud o ha sido una mera justificación al sueldo del nuevo concejal de Relaciones Institucionales y Grandes Proyectos (manda otro par). Como lo deberá llevar en mano a la mismísima Bruselas, que rebusque entre los que por allá puedan existir de restauración de históricas casonas, residencias o lugares de nacimiento de ilustres realejeros, antiguos cines o teatros y otros similares, para ver si somos capaces de imitar a otros pueblos que con menor presupuesto que el nuestro han sabido llevar a cabo magníficas iniciativas. Y puede que con no tanto liberado.
El importante núcleo poblacional se merece esos cinco millones presupuestados y mucho más. Pero no estoy de acuerdo en lo que leí acerca de su estigmatización y exclusión. No sé si el comentario se debe al periodista o ya se insinuaba algo desde la nota de prensa remitida desde el Consistorio. La Montaña dejó se ser un barrio marginal desde que Manolo (el bigotes) tomó las riendas, décadas atrás, de su Asociación de Vecinos y le dio un vuelco fundamental. No se cuelgue nadie medallas que no le corresponden. Por supuesto que se debe remozar. Y bien que se lo merece. Pero como otros tantos.
Las alharacas premonitorias no son buenas en faceta alguna de la vida. Muchos menos en política. Y a la alegría parecen sumarse otros coros. Observen estos dos titulares:
“Los Realejos solicita 5 millones a la UE para mejorar La Montaña”.
“Un proyecto sostenible de la UE renovará el barrio de La Montaña”.
Con estos regocijos contagiosos, me gustaría que algún estudioso investigador realizara un recorrido por informaciones de tal guisa habidas en este pasado inmediato (pongamos tres décadas) en torno al Paisaje (o Paraje, me da lo mismo) Natural de Rambla de Castro. Con la vista puesta, fundamentalmente, en los números del boletín informativo ‘La Voz de Los Realejos’.
Porque si estos ánimos de vender motos se hubiesen plasmado en tangibles realidades, no habría necesidad de recuperar el litoral y el ecosistema costero, regeneración y ampliación del bosque termófilo, generación de un humedal y rehabilitar elevadores, acondicionamiento de parcelas y recuperación de los distintos caudales hidrológicos. No, estaría ya todo flamante y no con las penurias actuales, pues los parcheos apenas taponan los deterioros más evidentes. Dicho en román paladino, que los remiendos no dan avío a los desconchados.
Queda muy bonito, viste bien el que se manifieste que “una restauración ecológica debe crear las condiciones para que sea la naturaleza la que tome de nuevo las riendas de los procesos ecológicos que devolverán el lugar restaurado al estado original”. Perfecto, aunque desconozco si las cabras forman parte consustancial de esa naturaleza aludida.
Ahora que se ahogan lamentos de cabalgatas, que se invoca a pactos de salvaguardia nacional por pulsos que desembocaron en situaciones de esperpento, mala táctica es, entiendo, persistir en métodos apriorísticos. Este pueblo –me temo que todos– está harto de promesas. Ya no nos basta con soportar programas electorales paridos para incumplirse, sino que debemos aguantar estoicamente mandatos en los que los dirigentes intentan lucirse, más que hacer brillar infraestructuras de todo tipo, aun con el recurso de la venta de humo no ya en minúsculos frascos sino en botellas de gas butano.
Sin embargo, en aras del progreso y la modernidad, ojalá el proyecto referenciado, y todos los que menester fueren, se hicieran realidad en un futuro no muy lejano. Por el mejor porvenir de los realejeros de cualquier rincón, sería capaz de estar tres meses alimentándome en cada una de las comidas diarias con las fotos de los presidentes insular y local del Partido Popular. A los que se unirían varias concejalas (por mantener las apariencias más que la paridad) y, sin lugar a dudas, el superconcejal proyectista.
Seguiremos en la próxima, si la justicia y el tribunal examinador de la Avenida de Canarias me lo permiten. Sean felices. Nos vemos.

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