viernes, 11 de marzo de 2016

Injustos

No es lo mío eso de romper muchas lanzas. Pero ya está bien. Denme una sola razón por la que Rajoy deba irse. O dar un paso atrás. O a un lado. No es justo. Y creo que ya corresponde que alguien salga en su defensa y ponga las cosas en claro, en su sitio.
Cuando los españoles depositamos nuestra confianza en el PP para que sacara al país del vagón de cola del tren europeo (20 de noviembre de 2011, 186 diputados), éramos conscientes (yo también voté a Mariano, qué pasa) de que o dábamos el paso o quedaríamos para siempre jamás sumergidos en la profunda ciénaga en la que se solazaba el ogro Shrek tras una dura jornada de trabajo. Vamos, traducido, calados de mierda hasta el mismísimo cogote.
¿Quién se batió el cobre en los foros de Bruselas, Estrasburgo, Londres, París y delante de las narices de la poderosa Merkel en Berlín? Pronto olvidamos los esfuerzos de superación de un hombre que fue capaz de olvidar sus raíces gallegas para empaparse hasta los huesos en la niebla londinense y adentrarse en los vericuetos de la lengua del Bardo de Avon. Sí, no pongas esa cara. Al igual que Shakespeare, nuestro dilecto presidente no pertenece a una sola época sino a la eternidad. El inglés fue poeta y dramaturgo ya admirado en su tiempo. Se dice que tan original y tan arrollador que da un giro de ciento ochenta grados a lo que es crear un hombre por medio de palabras.
Y ahí quería yo llegar. Nuestro hombre ha ido más allá por los menos en dos o tres grados. Nadie como él domina el idioma y juega con los vocablos. Cualquier mensaje se traduce en una tragedia de tanto calado, que ni Hamlet ni Romeo y Julieta pueden hacer sombra a disquisiciones de tal porte. No hay comparación posible.
Un vaso es un vaso. Lo que no van a hacer nunca las máquinas es fabricar máquinas. Lo único serio es ser serio. A veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión, que también es tomar una decisión. Es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde…
Y para no hacer muy extensa la lista, porque ejemplos que hacen temblar los cimientos de la RAE jalonan la trayectoria del salvador como avales de un concurso de méritos, vaya esta última sentencia que sintetiza el concepto sublime de un dirigente acerca del país cuyos destinos rige: España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles.
No hay derecho a esta campaña de acoso y derribo. El haber perdido más de sesenta diputados en las elecciones de diciembre pasado no es motivo suficiente para que ya se eleven voces desde su propio partido en el sentido de que tome las de Villadiego. O las de Santa Pola. El que se haya dedicado a limpiar las escaleras de la Capitanía General de Valencia cuando hizo la mili por tener el paso cambiado y ser de piñón fijo, no es causa de tanto desagravio. El que le haya dicho al Jefe del Estado que no se hallaba disponible ni en condiciones de buscar aliados para conformar un gobierno, no es óbice para que dejemos de reconocer los valores de un gran estadista. Que ha hecho lo que tenía que hacer y que no hizo más porque no tocaba. Así de simple debido a su complicación.
No, contra este tipo de contrariedades me rebelo y lo revelo. El Partido Popular no puede caer en la trampa que pérfidos medios de comunicación y los perversos grupos políticos que juegan a las alianzas de perdedores le tienden. Arropen al presidente (en funciones) y luchen a brazo partido. Salgan en tromba a defenderlo y recorten (que de ello saben bastante) o acoten espacios para que el adversario, que no enemigo, disponga de escasa cancha.
Tomen ejemplo de mí, por ejemplo, detractor tiempo ha pero hoy converso, y defiendan en cuanto foro sean convocados los rescates habidos. Sí, no importa, reconozcan que bancarios, como si no fueran las entidades con más crédito del país. Había que empezar por ahí. Lo demás, demagogia pura y dura. No caigan en la tentación de renunciar al manual cual ratas que abandonan el barco. Sean valientes. Con él a muerte hasta el final.
Permiso concedido para que publiciten este post de Pepillo y Juanillo como valor añadido. Cámbienle el nombre, si les apetece. Bautícenlo como Marianillo y Manolillo, verbigracia, para dar una consistencia a prueba de bombas. Me han convencido y mira que era reacio. Seguiré los consejos de algún exalumno. Y voy más lejos: a cambio de nada. Ni fotos, ni invitaciones, ni entradas a festivales y cuchipandas. Como hacen con uno por el que siento lástima pues le toman el pelo al derecho y al derecho.
Mariano, cuenta conmigo. Pégate como una lapa. Sé fuerte. Por el bien de nuestra querida patria, aguanta… Me ha saltado una lágrima y tengo que dejarlo. Pero que conste: No hay derecho. ¿O izquierdo, en este caso?
Posdata: Tu resistencia, ojalá, puede ser la excusa para que los otros se pongan de acuerdo. Sí, ya sé que no lo entiendes. Déjalo en cosas mías. Tengo días desde que alguien definió mi estilo como inconfundible, directo, socarrón y sugerente. Surge el ingenio, siempre, con el añadido de unas pizcas de ironía. A modo de sal.
Y otra apostilla: Admito indicaciones acerca de si me habré ganado con esta loa el favor de los dirigentes populares de mi pueblo. Es que me contaron que habían encontrado unos doblones de oro en el socavón de la Avenida de Canarias de la época de Vicente Quintero, en la que sí había dinero para publicar. ¿Cómo? Vale. Ya se verá.

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