Ayer tuve un
día ajetreado. Por la mañana temprano me fui hasta Las Abiertas para comprobar
cómo iba el ‘negocio’ de mis plantas (orejas de burro y flor de mundo,
principalmente). Van, pero hacía un pelete que me vine más rápido que
queriendo. Luego tuve que ir al taller para que el mecánico comprobara si el
nivel de aceite hidráulico (no sé si se dice así) era el correcto después de
cambiarle una manguera que hacía aguas, perdón, perdía aceite (qué mal suena).
Tras echarle
una visual a los digitales y comprobar que las obras en la Avenida de Canarias y la
calle Tomás de Iriarte marchaban a buen ritmo, pude contemplar algunas fotos en
las que siempre hay más espectadores que operarios. Me pregunto qué está
pasando con los proyectos del ayuntamiento que se socavan demasiado rápido. La Avenida de Canarias, por
ejemplo, lleva desde la época que era alcalde José Vicente. Y cada vez que este
equipo de gobierno acomete acciones para mejorar, al poco tiempo se le hunde el
terreno. Guarden este comentario porque en un tiempo no lejano ya verán que el
asfaltado de la zona de El Toscal tenderá a bajar unos centímetros. ¿Y de los
aparcamientos? Lo dejamos, vale.
Por la tarde
me fui a un centro médico y me enchufaron en un brazo un esfingomanómetro (de
no ser correcto, me perdonas) para registrar la presión arterial durante 24
horas (Holter). Así que cuando llegué a mi casa, no tenía demasiadas ganas de
escribir, máxime cuando los miércoles comen mis hijos en casa (y ya se sabe que
los nietos ocupan mucho). También coincidió en que el menor de los vástagos
cumplía 38 años y tocaba tarta, chocolate y más. Y nació el otro día.
Cuando yo
hice la mili en Hoya Fría (prácticas de alférez de complemento), existía la
denominada visita al hospital. Un día de cada semana, un oficial acudía al
recinto hospitalario para charlar un rato con los soldados allí ingresados. La
remembranza me condujo a las actuales inspecciones políticas de las obras que
acometen los ayuntamientos. Bueno, una es de la alcaldesa de Güímar, que parece
cantarle a los superiores una sentida y emotiva malagueña. O una saeta, que de
andanzas peninsulares sabe la tira. Amén de rayas azules. Así que inserto unas
cuantas recientes (te indico el medio del que fueron obtenidas) y aunque,
obviamente, me sugieren un comentario, las dejo a tu consideración por si te
apetece plasmar cualquier frase.
Y antes de
que me olvide, mil gracias por las dedicatorias al post 1800 (el de ayer).
Intentaré seguir en la brecha. Próxima meta: los 2000. A ver.
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