viernes, 9 de diciembre de 2016

Y 2000

Concluye una singladura. Con profunda satisfacción y sentido orgullo. No me tracé metas en su inicio, pero entiendo que dos millares es bonita cantidad. Tanto que si hubiese seguido con artículos semanales en la prensa isleña, habría necesitado 38 años y medio para culminar este logro. Creo, por lo tanto, que ha valido la pena. Y, como comentábamos hace unos días en una red social con el amigo Luis Febles, autónomo como la brisa (con tecla libre, fue la expresión exacta), sin ataduras ni cortapisas. Porque nunca es tarde. Tomando debida nota de maestros en esto del periodismo –sí, así lo considero este quehacer bloguero– como el entrañable amigo y portuense de pro, Salvador García. Y con agradables sorpresas, como la de quien fuera alumno en el colegio público del barrio Toscal-Longuera años atrás, Moisés Grillo, hoy en El Día TV, quien me confesara que de vez en cuando se alongaba a mi Pepillo y Juanillo para captar sentires de este Norte. Jamás mi pretensión fue tanta, pero si he logrado despertar alguna conciencia o que unos cuantos esbozaran ligera sonrisa ante las locuras de mente calenturienta, cierro el negocio con el agrado del deber cumplido.
Arrancamos en octubre de 2009, con la jubilación recién estrenada, y siete años después el barco atraca de manera definitiva. Pero ya otro velero se halla dispuesto para la partida. Y de esos nuevos vientos tendrán constancia ustedes en breve. Porque es menester un pequeño reposo para el repaso. No se preocupen, no obstante, apenas unos días y “Desde La Corona”, donde quedará instalado nuestro observatorio, escudriñaremos horizontes no tan lejanos, vigilaremos los quehaceres de los cargos públicos por si son acreedores de reproches e intentaremos seguir en la brecha. Consciente de que quienes se sitúen en el punto de mira se pasarán todo el día refunfuñando y, con toda probabilidad, manifestando ‘qué necesidad tiene el jubilado ese de estarse metiendo donde no le llaman’. Pues sí, la tengo. Y me temo que coinciden bastantes con mis apreciaciones. Que uno no es bobo y echa una visual al numero de visitas. Al menos los incondicionales no me han fallado. Y por ellos, y para ellos, irá la segunda aventura. A buen seguro que voy a contar con su inestimable ayuda. Si me abandonan, habrá toque de atención.
Alegra, también, que algunos se tomen la molestia de compartir estos comentarios en Twitter o en Facebook. Porque uno ha intentado ponerse al día en esto de las nuevas tecnologías, aunque siga reacio al teléfono móvil. ¿Morretudo? ¿O séase, testarudo o terco? Pues sí, y a mi edad, qué gusto produce. Tanto como eso que estás pensando, no.
A estas alturas de la vida, ya no me debo. Ni pretendo que me deban. Pero que no nos cercenen la opinión. Quede claro que detesto populismos, cachanchanes, chanchulleros y cantamañanas. Prácticas de quienes gritan pero nada dicen, de lo que bien poco tienen que ofrecer en un mundo necesitado de bases y argumentos. Que se amparan en la libertad de expresión para ejercer a mansalva el no protegido constitucionalmente derecho al insulto. Les llegará su San Martín. Tiempo al tiempo.
Los chicos, mis chicos, Pepillo y Juanillo, se toman unas vacaciones, que entiendo bien merecidas. Si estuviéramos en la época del servicio militar obligatorio, diríamos que se van al cuartel. A hacerse hombres, ¿te acuerdas? Y si un poco más atrás nos vamos, a trabajar en Alemania. Que de todo hubo en aquellas hornadas que salimos de la vieja escuela de La Longuera.
En fin, amigos, no pierdan las mañas. El 2001 está al caer. Será otra experiencia que espero tan satisfactoria como esta que hoy finiquita. Haré todo lo posible para que cuando te levantes cada mañana sigas con la costumbre de pensar en qué se habrá entretenido este hoy, con qué me sorprenderá. En suma, que Desde La Corona pueda convertirse en otra rutina (práctica, tradición, usanza, querencia, rito, automatismo) como lo haya podido ser Pepillo y Juanillo.
Me apetece (qué consentido está el niño) que hoy te sumes al comentario que el amigo Juan José plasmará como de costumbre. O a la décima con la que el tipógrafo perdomero, José Herrera (Pepe), me va a sorprender. O a compartir esta última entrega como han venido haciendo de manera incondicional Oswaldo, Santiago y algunos otros. O, dado que en este no me he ‘metido’ con los políticos, Esther se sumará con sumo gusto a la fiesta del hasta luego y lo mismo me dedica una foto. O los propios cargos públicos harán una excepción y me felicitarán aconsejándome que en la próxima travesía sea más condescendiente con sus actuaciones. Difícil lo tienen, pero ustedes no dejen de intentarlo.
Y con esto y un bizcocho… C´est fini.

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