Comprobado está que les interesa más el puesto bien
remunerado que solucionar problemas en las islas. Y me apena que los
rebajadores del IGIC no sean capaces de ofrecer otros mimbres. Pero como del
nacido en Venezuela y licenciado en Wyoming ya he escrito bastante sin que note
mejoría aparente –me atrevo a decir que el deterioro es asaz notorio–, no me
queda más remedio que intentar convencer al capitán del barco a la deriva para
que aparte de manera fulminante al segundo de a bordo. Aunque me da que…
Si debo recurrir al diccionario –ejercicio siempre
recomendable–, creo que el término exacto para definir a quien se ha dedicado a
viajar –qué bueno es hacerlo gratis– porque entiende que la solución al problema
de los negros que nos llegan en pateras y cayucos se halla lejos de Canarias,
es el que luego te diré. Y nada más lejos de la realidad. El quid de la
cuestión está bien cerca, a tu lado. Por ello, y sin que se tome esta consideración
como ofensa a las capacidades personales de cada cual, me permito utilizar un
calificativo cariñoso y que los nacidos en este tierra sabemos usar al tiempo
del afectuoso consejo con palmada en la espalda.
Estimado Fernando: eres un tolete. Quizás, muy fuerte
tolete. Manolo te engaña cada tres por dos. Incluso cuando se pone delante de
una cámara. Ejercicio, por cierto, que le encanta tanto como dar besos en
cualquier superficie comercial. Y tú piensas que es diferente de los populares
de allende los mares. Son la misma cosa. Falsos e hipócritas. Y cuando tú
entiendes que se mueve ante los que desde allá lo mangonean –cuando no lo
ningunean–, está llevando a cabo su teatrillo particular. Cueste lo que me cueste. Pura pantomima. Me pondré de rodillas si fuera necesario. Cinismo a la enésima. El
PP seguirá mareando la perdiz. Porque su objetivo, y obsesión, es Sánchez. Se le importa un carajo la situación de
Canarias y el abultado número de menores que se encuentran recogidos en centros
por todas las islas. Es más, si pudieran –que se queden donde están– hasta la
gomera Meloni se les queda corta.
Y cuando tú viajas –ya dudo que lo hagas convencido de querer
aportar alguna luz– y lo dejas al mando del navío atlántico, no solo se estalla
de risa sino que se vanagloria de sus hazañas al tiempo que aplaude tus vanos intentos. Pues el manual de instrucciones dictado
desde Génova cada mañana, aunque no lo especifique con todas las letras, te
está indicando que eres un tolete.
Escojo las dos primeras acepciones (la tercera no viene al
caso y la cuarta, ¡madre mía!) del diccionario de la Academia Canaria de la
Lengua:
1. adj. Tonto,
simple. U. t. c. s. Ella es lista como
una tea, pero el amigo es un tolete. 2. adj.
Vanidoso, ridículo. U. t. c. s. El tolete
ese se cree más que nadie.
Y la séptima del de la RAE: 7. adj. despect. coloq. Can., Col. y Cuba. lerdo (tardo y torpe
para comprender). Apl. a pers., u. t. c. s. Con sus sinónimos correspondientes:
lerdo, zote, cazurro, tonto, dundo.
Uno (tú) haciendo el tolete con la mochila al hombro. El
otro (más tunante todavía) creyéndose pavo real, de autoestima inflada.
¿Narcisista? También. O ególatra, vanidoso, presumido, fatuo…
Cuando ya acabo, mejor cambio de opinión: ¡fuertes dos
toletes! Con el cariño y expresión dulce que los canarios ponemos. Los nacidos
y criados entre fincas y molleros algo sabemos.
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