jueves, 2 de enero de 2025

Año nuevo, nuevas ilusiones

Comienza la cuesta. Como cada año. Con una carga tal de promesas que lo mismo no cumpliremos. Incluso los kilos de más de turrones, polvorones y mazapanes puede que hayan venido para quedarse. Las servidumbres que debemos pagar. A incluir en el incremento de tasas e impuestos. Pero nada nuevo bajo el sol. Porque si echo la vista atrás y rememoro andanzas de colaborador periodístico, observo que la vida es una permanente repetición. Y así, hace 37 años, cuando en El Día me publicaban unas croniquillas Desde La Corona, sostenía:

“Se fue el 87 y, como quien no quiere la cosa, sin apenas avisarnos, se nos ha colado el 88. A pesar de las cuatro gotas caídas en la noche del 31 de diciembre, han seguido días espléndidos, con un sol radiante. Días que invitan a proezas propias de otras estaciones, haciéndonos olvidar que el invierno está con nosotros.

Con la llegada del nuevo año, vaya la lícita pretensión de querer vislumbrar un futuro pleno de ilusión y anhelo. Esperanza de lograr una sociedad mejor, con un amplio horizonte de optimismo. Dejemos, por esta vez, que las penas hayan fenecido con el extinto 87 y partamos de cero con el ánimo dispuesto a intentar alcanzar grandes metas en este 88, que ahora comienza, queriendo demostrar su buena voluntad al ofrecernos un día más (bisiesto), para que los logros sean mayores, para que la meta pueda estar veinticuatro horas más lejos, pero con bagaje superior. Y en este barco con destino común, cada cual tiene su misión. No sería, pues, buena medida el intentar echar la zancadilla al contrario porque nos retrasaríamos todos.

En el inicio de esta nueva singladura pidamos éxito en su gestión a todos los que rigen los destinos del municipio. A todos, sin distinción de ideologías, suerte en esta nueva etapa. Prueben a olvidar viejas rencillas y luchen, codo con codo, por intentar alcanzar grandes logros para Los Realejos. Olviden zancadillas y boicots y dedíquense a trabajar por quienes tuvieron a bien colocarlos en el Ayuntamiento; seguro que no querrán, bajo ningún concepto, que ellos se sientan defraudados.

Deseemos suerte inmensa a cuantos colectivos pretenden trabajar con desinterés por el bienestar de nuestros ciudadanos; a las asociaciones de vecinos para que salgan del ostracismo, casi generalizado, en el que se encuentran sumidas y logren constituirse en el nexo de unión entre los vecinos y nuestros representantes en los diferentes organismos oficiales; a las asociaciones de padres para que sigan bregando con ahínco por mejorar la calidad de la educación de nuestros hijos como pilar básico y fundamental de un futuro mejor y de un progreso armónico y consecuente; a los diferentes colectivos profesionales, sindicatos, partidos políticos, sociedades culturales, recreativas y de ocio, y a toda la sociedad en general, para que cada cual, en el puesto que la vida le haya deparado, aporte su sapiencia y no regatee esfuerzos para, entre todos, lograr el bienestar de la comunidad.

Critiquemos sí, pero aportemos al mismo tiempo soluciones. No sería, de manera alguna, buena táctica comenzar el año aprovechando cada uno su particular situación para seguir desprestigiando al contrario según usos y costumbres.

Seamos, pues, capaces de tener ilusión y esperanza. Lo contrario, mala señal sería”.

No, no me vale aquello de que eran otros tiempos. Fue el otro día. Puede que solo haya cambiado lo que yo atisbaba en el contexto local por el panorama nacional. Donde uno prevé que ni en los mensajes navideños, tan tópicos y tan típicos, somos capaces de bajar decibelios, reducir la tensión. Bien podría haberse ahorrado el Partido Popular resaltar los de SÁNCHEZ, DIMITE. Si no basta con la gresca parlamentaria, echen mano de los recursos democráticos para alcanzar el poder. Si Feijóo ya quiere –parece ser que cambió de opinión– y emula a quien hablaba catalán en la intimidad, consigan los apoyos necesarios e invoquen el artículo 113 de la Constitución. No hay más. Eso es democracia: saber articular mayorías. Lo demás, zarandajas del tres al cuarto. Y no persistan en la cantinela de dictaduras y estados de opresión. Porque si así fuere, ¿podrían abrir la boca para soltar tanta estupidez? Seamos serios.

Vamos a ponernos a trabajar que restan muchos asuntos por resolver. Con diálogo, mesura y sin aspavientos. ¿Es mucho pedir para este 2025?

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