Sábado, 04-01-25
Continúan los cayucos / a nuestras costas llegando, / mientras
persiste Fernando / en ocultar al farruco. / Que se las da de pituco, / con
pavoneo incluido, / siguiéndole el juego al ruido / que le dictan cada día, /
mientras va a la eucaristía / haciéndose el compungido.
La falsedad galopante / en torno a la inmigración, / ya no
tiene parangón / ante tamaño desplante. / Es un agravio constante / el juego
nauseabundo / que se extiende por el mundo / sin visos de algún entente, / como
si fuera la gente / el lodazal más inmundo.
Canarias no se merece / a políticos vulgares, / muy buenos
en malabares, / mas su gestión no aparece. / Debe ser porque adolece / de
rotunda vacuidad / –digolo con suavidad–, / un mal que se va extendiendo /
bastante, lo estamos viendo, / sin que lo cure la edad.
Domingo, 05-01-25
A los Reyes pediré / diez mil kilos de cordura, / otros
tantos de mesura, / que luego repartiré. / En el Realejo estaré / por si alguno
un fisco quiere / ─no en casa
sentado espere─ / que este
mundo necesita / más sosiego y no quien grita / como si loco estuviere.
En los años de pobreza / que los viejos padecimos, / a los
Reyes no pedimos: / lo escaso era sorpresa. / No hubo niño que se estresa /
pues no existía ambición, / nos bastaba una porción / de frutas y golosinas, /
cuando no unas pirulinas / y mucha imaginación.
¿Se ha perdido la inocencia / en fecha tan importante / por
el regalo abundante / y el juguete de excelencia? / Me ha dictado la
experiencia / que el exceso perjudica / y no es la infancia más rica / por
tenerlo todo dado, / porque es un niño mimado / vino malo en la barrica.
A modo de conclusión:
Cuando alcances esta línea, a buen seguro que habrán llegado
los Reyes. Que ya no suelen equivocarse con los regalos. Nos traen lo que les habíamos solicitado. Y más. A los negros africanos que lograron arribar a
nuestras costas, también: la posibilidad de labrarse un futuro menos oscuro que
el de sus países de origen. A pesar de nuestros políticos. Alguno genuflexo. Que
nacieron con una talega de pan bajo el brazo. Qué suerte.
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