lunes, 17 de marzo de 2025

Restauración de La Gorvorana

Tampoco nos invitaron. Y estamos molestos. He sostenido desde siempre, y escrito está, que estos del pueblo no son diferentes de los que cada mañana envían el manual de instrucciones. Por mucha pátina de buenismo que nos quieran vender. A mí no me engañan, que tengo mi tino. Lo malo es que una ingente cantidad, como los ratones del cuento, van tras la notas de los flautistas.

Domingo, 16-03-25

Con enorme lucimiento / el proyecto presentaron, / de los que en ella habitaron / se olvidó el ayuntamiento. / Claro está, si yo te cuento / que no quieren sombra alguna, / creerás inoportuna / esta sincera opinión, / dictada por la pasión / de haber sido nuestra cuna.

Pero ellos se apalastran, / que son doctores en… ¡nada!, / y a este grupo no le agrada / aquellos que entienden lastran. / Tantos prejuicios arrastran / que solo atienden consejos / de seres que ni de lejos / se atreven a discrepar: / tú no debes rechistar, / porque serán tus espejos.

Me duele La Gorvorana, / pero nadie lo comprende, / porque el pepé solo entiende / y en ello bien se afana / pues es renta con que gana / de vender el humo en frascos, / mas son verdaderos fiascos / en los temas importantes / y aquellos que vienen de antes / se traducen como chascos.

La renuncia millonaria / que se tuvo tiempo atrás, / no se olvida así, sin más, / como materia ordinaria. / Me dice la pituitaria / que huele a compensación / olvidar el revolcón / con el acuerdo a tres bandas: / cómo sacan en sus andas / el dinero en procesión.

Tendremos cafetería / en la casa remozada, / la historia se queda ahogada / porque lo viejo chirría. / La tea que contenía / se traslada a los anales, / pues modernos materiales / adornarán el lugar, / nueva imagen se va a dar / con toques ornamentales.

A Bonnín colocaremos / en el cuarto de la paja, / porque su obra allí encaja / con lo que en sus frescos vemos. / En el mirador ponemos / la figura de un charrán, / símbolo de los que están / en el pueblo gobernando; / desde allí el ordeno y mando / más alto propagarán.

En el patio, las tanquillas / tendrán peces de colores / y por los alrededores / lavaderos con pastillas. / Auténticas maravillas / que el proyecto marginó / y en su lugar colocó / adefesio transparente, / para indicar a la gente / que lo antiguo se borró.

La tronja suprimiremos / no sea que lo conejos, / que pueden venir de lejos, / con escopeta cacemos. / Y a Domingo encargaremos / que acometa esa labor, / plasmada por el pintor / que tiempo atrás ilustrara / y grata dicha dejara / al inmenso corredor.

No quiero seguir contando / vivencias de años idos, / pues merecen estampidos / los que vienen gobernando. / Despeja el ir recordando, / pero marca el sentimiento / en todo lo que te cuento; / muchas familias de allí / ven reflejados aquí / secuencias de un esperpento.

A Manola, hijas, hijo; / a todos los descendientes / de las muy ilustres gentes / que allí tuvieron cobijo. / A mis hermanos, colijo, / que lo sienten, como yo; / a Chencho, que nos dejó… / el recuerdo permanece / con reproche que merece / el “ ayún” que nos obvió.

A modo de conclusión:

No, mis hermanos leerán el presente al mismo tiempo que tú. Soy tan reservado que solo les indiqué (en una de las reuniones de cada viernes por la tarde; díganme cuántas familias lo hacen) que algo iba a escribir de nuestra casa. Sí, nuestra, de Jesús Hernández Perdigón y Carmen García García. Y antes de mis abuelos paternos. Y de Juan y Consuelo (con Juanillo, Paco y Chencho). Y luego de Manola (con Juanito, Sandra y Carolina). Y de Joaquín y Carmen. Y de José e Irene (y la prole). Y de Celestina (vieja y joven). Y de Frasca. Y de Alfredo y Paca… A perdonar omisiones. Sí, nuestra, señores del pepé, que no populares. Qué suerte tienen. Deben renunciar a dos millones de euros y las gentes de Toscal-Longuera (que olvidan su núcleo originario: La Gorvorana) aplauden como borregos. ¿Si estoy cabreado? No, lo siguiente.

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