27 de julio de 2025

Una de cal...

…y otra de arena. El haz y el envés. Cara y cruz. Voy caminando y surge el dilema. Me asalta la preocupación por la posibilidad de que llegue el instante en que se pueda pasar del dicho al hecho. Que a pesar del trecho… Mucho miedo. No es que esté en juego el que Pedro Sánchez deba desembarcar. No, es lo de menos. El problema es quién vaya a coger el timón. O quiénes.

Viernes, 25-07-25

Hoy es día de Santiago / y Abascal está contento, / pues ambos blanden al viento / la espada que causa estrago. / No se trata de un amago / este gesto belicoso, / porque sigue ahondando el pozo / en la frágil convivencia, / ya que falla la conciencia / con un estilo tramposo.

Pero que estas actitudes / incrementen los votantes, / merecen unos instantes / de saber qué son virtudes. / Si la reflexión eludes, / te vas a quedar a expensas / de aquellos que con ofensas, / falsedades y rumores, / te abocarán a dolores / y a soledades inmensas.

Me apena la juventud / que de la historia se olvida; / van a perder la partida / en toda su plenitud. / Pues marginar la virtud / de recordar el pasado, / parece que ha dibujado / la fatal repetición: / con la falta de ilusión / el interés ha quebrado.

Los rejos que va extendiendo / la derecha montaraz, / con su discurso falaz, / grave efecto está surtiendo. / Nervioso me estoy poniendo / al poder rememorar / lo agradable que es pasar / los años de dictadura: / ¿es, por tanto, una locura / esta forma de pensar?

Que nos proteja el destino / del Alberto y del Santiago, / pues será ese día aciago / el que marque el pan y vino. / A demócratas conmino / a implicarse seriamente: / si llegan a hincar el diente, / arbitrarán los recursos / para imponer sus discursos / de manera contundente.

Sábado, 26-07-25

Sentado me encuentro ahora / al lado de Juan Marrero, / un poeta realejero / a cuyo verso se añora. / Parece que el busto implora / la lectura sosegada, / porque la mente ilustrada / es motor que no se gripa / y toda duda disipa / al calor de una velada.

Es un rato del descanso / mañanero en el camino / y aquí me trajo el destino, / a la paz de este remanso. / En tu peana me amanso / con tanto libro apilado, / aunque haya gente al lado / que sus músculos machaca: / cada cual del cuerpo saca / lo que entiende de su agrado.

En el pedestal librero, / pone proa la piragua, / con esa “Canción del agua” / en un puesto delantero. / Supo el pueblo realejero / honrarte allá en tu Montaña / y destacar esa maña / de química literaria, / que por la tierra canaria / tendiste cual telaraña.

También estará, seguro, / tu lindo “Huerto canario”, / do escribiste un comentario / que leerlo me da apuro. / Auguraste buen futuro / a aquel colaborador / que aportaba con valor / sus crónicas en El Día / y en La Corona tenía / su encumbrado mirador.

Con ánimos renovados / continúo hacia El Jardín: / del uno al otro confín, / cual piratas consumados. / Son instantes acotados / del placentero repaso, / que en el presente acompaso / con espinelas al vuelo, / un auténtico consuelo / en ese viaje al parnaso.

A modo de conclusión:

Siempre quedan los libros. No solo como consuelo –que también sino como eficaz antídoto ante el veneno que nos inoculan cada día. Y don Juan Marrero, en su parque de La Montaña, me dio cobijo para la pertinente reflexión.

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