28 de diciembre de 2025

Qué callado se lo tenían

Desde La Corona, a 28 de diciembre de 2025: crónica surrealista.

Fuentes dignas de todo (des)crédito aseguran que los movimientos telúricos habidos en Tenerife estos últimos meses no se han debido a choques de placas tectónicas ni a reiterados flujos de magma a escasos kilómetros de la superficie terrestre. Tampoco han alcanzado estos lares los estertores del Tajogaite, como cuando los sonidos del bicho en el Barranco de Godínez se relacionaron con la erupción del Teneguía. Y mucho menos, me confirman, guarda algún tipo de relación con los efectos del cambio climático.

La causa principal –cuando no la única– se hallaba mucho más cerca: en la Avenida de Canarias realejera. Y no es que allí existan oquedades subterráneas –tipo Cuevas de los Verdes o del Viento– que se desmoronan (desgorrifan, en canario) con estrépito por las humedades causadas en los abundantes aguaceros habidos en este diciembre generoso. Les aseguro que puesto en contacto con Javier Dóniz, realejero destacado y homenajeado por el Círculo Viera y Clavijo en la noche de ayer, para que me aclarara el quid de la cuestión, me confiesa que se encontraba preocupado por el inusual acontecer.

Pero, claro, las voces altisonantes que se propagaron, cual ondas expansivas, por cada vericueto de la Villa del ilustre polígrafo (cuando se celebra el 294º aniversario de su nacimiento), exactamente igual a los rifirrafes de años idos entre dos gerifaltes socialistas disputándose un puesto de relevancia, vinieron a sacarnos de dudas. Y el secreto quedó desvelado.

Aquellos que han tenido la oportunidad de visitar las dependencias municipales del Consistorio –a un servidor no lo han invitado aún, así como tampoco a la rehabilitación de la Casa de La Gorvorana (que contará con una elegante cafetería)– describen la sala donde tuvo lugar la conflagración como un espacio diáfano, con mobiliario funcional (pero no de Ikea) y sin elementos decorativos que puedan ser utilizados como armas arrojadizas. Menos mal. Aunque las pataletas y zapateados causaron tales estrépitos que los sismógrafos detectaron elevados grados de calentura (energía liberada, según la escala de Richter).

En cónclave, que se intuía cordial por celebrarse en tan señaladas fechas, se dieron cita los dos sujetos de la foto (los que cortan el bacalao) amén de Noelia, Darío y José David. ¿Y los otros? Ni se enteraron. Lo más seguro es que ahora los componentes del remanente se hallen leyendo esta información y tan sorprendidos como el más común de los mortales.

“Las palabras son tan fuertes que al buen rey ponen espanto”. Pues sí, me acordé del juramento que tomó el Cid al rey Alfonso en Santa Gadea de Burgos. Y es que las mayorías absolutas acaban por provocar disidencias internas. Los segundones, por aquello de la (in)sana envidia y el todos queremos más, aspiran a subir un peldaño. Máxime cuando se sienten marginados hasta en las sesiones fotográficas. No siendo la primera vez que alguno de los mentados en el párrafo anterior, por ocupar una concejalía de menor visibilidad externa, incrementa los decibelios para hacerse oír.

No reproduzco la algarabía conversacional por si me leen mis nietos y no vayan a pensar que el abuelo traspasa lindes con su vocabulario. Pero puedo prometer, y prometo, cual palabrita del Niño Jesús, que los gruesos calificativos excedieron el recinto de la ¿conversación? Hasta una copa de cristal –iban bien servidos, no te creas– no soportó tanta vibración y se hizo añicos.

Como  no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista, tras un largo e intensísimo intercambio de mandobles verbales, hubo de adoptarse una solución intermedia (¿de consenso?; no, más bien de disenso):

Manolo, aquel que promulgaba la limitación temporal de los mandatos (¿o es que no lo recuerdas?), cortó por lo sano (ya lo decía mi padre que seccionando huevos se aprende a capar) y prometió un puesto de salida al actual alcalde para que pueda ir a lucir palmito en los madriles. Y Adolfo, contento como un chico menudo el Día de Reyes, salió disparado para San Agustín. Por fuera de Almacenes Siverio está aún bailando sobre una pata sola.

Noelia consiguió, por fin, no sin antes sellar las paces con Darío, ir en el número uno de la candidatura al ayuntamiento, pero con la condición de ceder la poltrona al segundo de la lista en el ecuador del mandato. Así, el crusantero vería colmadas sus viejas aspiraciones, mientras ella, como Mazón, seguiría manejando los hilos desde la sombra (del ciprés es alargada).

¿Y José David, el piquito de oro? Hombre, ni lo disimuló. Expuso que el Realejo se le quedaba chico y necesitaba ampliar horizontes. Directamente al Parlamento Europeo. A su favor, el haberse matriculado en la Escuela de Idiomas en una nueva modalidad trilingüe (francés, inglés y alemán), que junto a sus ya altos conocimientos de italiano y romanche, le posibilitaría fijar la residencia en Ginebra, porque el ser puntual (como el reloj suizo) era casi tan perentorio como su lenguaraz verborrea.

Que se haya dado a conocer el afer el día en que nació mi hija, 28 de diciembre, me congratula sobremanera. Debe ser que uno es muy inocente y piensa que en política los aconteceres guardan esa lógica que uno intenta sopesar en sus actuaciones diarias.

Bueno, como hasta el próximo año no pienso molestarles con más fake news, no se excedan en el condumio que luego la sal de frutas no hace milagros. Sean felices y pongan una sonrisa en sus vidas.

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