Gobernaba en
España un gallego, pero regía los destinos del país una alemana. Y cada vez que
tenía lugar una reunión de alto ‘starling’ (palabra autóctona criada y
ensolerada por cierto concejal tinerfeño) allá en La Europa, decidieron los
comensales (personas que viven a la mesa y expensas de otra) chapurriar (¿no la has oído?; también es
vernácula) sus conversas en la lengua de Shakespeare. Por todo ello, y visto
que se hallaba cual pulpo en un garaje y más aislado que Zapatero, decidió,
motu proprio, el susodicho compostelano meterle mano, ipso facto, a la lengua
inglesa, único medio factible para salir del atolladero. Y se lo dijo, en
primer lugar a Obama, quien no pudo contener demasiado la risa bajo el temor de
quedarse negro. Sobre todo tras la confidencia de que utilizaba los libros de
sus hijos, con los que hacía las tareas. Ya se sabe, por lo de los recortes.
Bien avanzado el curso, y allá por la trigésima tertulia, atreviose el
estudiante a poner en práctica los conocimientos adquiridos en expresión oral.
Quién mejor que el primer ministro inglés, David Cameron, para que nos diera el
visto bueno, el OK, el progresa adecuadamente. O no. Y soltole aquello de It´s very difficult… todo esto.
Afortunadamente, el buen amigo David suele veranear en España. Además, su
viceprimer ministro, Nick Clegg, por razones de matrimonio (Miriam González,
Olmedo, Valladolid), se desenvuelve en la lengua cervantina como pez en el
agua. En definitiva, lo entendieron, tú. Fueron capaces de captar el profundo
(de calado) mensaje que Rajoy quiso transmitir.
Lo malo es que el Financial Times aprovechó que el Pisuerga pasaba por
tierras pucelanas para señalar que ojalá fuera únicamente el idioma y calificó
al bueno de Mariano de ‘incompatible con la política moderna’. Eso, quiérase o
no, son palabras mayores. Porque si la disyuntiva europea es mayoritariamente
de índole económica, no quedó mejor parado un tal Luis de Guindos (aquel al que
casi ahorcan), ya que lo definieron como el peor del continente entre todos los
ministros del ramo. Manda trillos.
Yo, al contrario que mi presidente, estoy aprendiendo, que no
practicando, griego. Creo que nos va a hacer mucha más falta. Es –será– como un
retorno a nuestros orígenes. Por cierto, en esto de regresar al pasado nada
mejor que la ocurrencia de cierto militante popular al que se le subieron a la
cabeza. Al menos eso pude vislumbrar en una foto. Uno había escuchado aquello
de ‘se me pusieron en la garganta’. Pero este, no conforme con tal nimiedad, se
dijo que más arriba, para que todo el mundo los vea bien. Y chorreando. Menudos
ciervos están hechos. Que junten al consejero balear, Carlos Delgado, con Juan
Carlos y acaban con la labor de Rodríguez de la Fuente en menos que canta
un urogallo.
Vamos con la segunda parte: periodistas. Hay una sección en Diario de
Avisos (creo que se menta ‘Yo, tú, ella’) en la que entrevistan a jóvenes, y
preparadas, profesionales. Traigo a este post dos frases de otras tantas
presentadoras televisivas. “El periodista nunca se puede olvidar de la calle”
(Toñi Galván, Antena 3). Como Toñi estudió conmigo en La Pirámide, sabe que no le
hago la pelota cuando me manifiesto rotundamente de acuerdo con su aseveración.
Y aunque no he trabajado siempre sino a mi aire, por libre (que no Aire Libre),
entiendo que muchos periodistas se han acomodado y esperan bien sentados que
les llegue a la redacción las informaciones que los múltiples gabinetes creen
oportuno. Salvo las consabidas ruedas de prensa, siempre interesadas y con los
sesgos de rigor, el periodista ya no va en busca de nada, se olvidó de la
calle. Ahora se cuenta a la gente lo que al medio le interesa.
“Tengo ganas de dar una buena noticia ya” (Pilar Rumeu, redactora de
Videoreport, empresa concesionaria de los informativos de la tele canaria). Me
temo, estimada Pilar, que no va a ser posible. Fuerte lucha, perdida de
antemano, llevo con el modus operandi que ha trazado ese medio con respecto al
tratamiento de las noticias. Harto difícil será que veas cumplidos tus deseos.
En esa casa, bajo los dictados de no sé quién, priman sucesos, accidentes
macabros, asesinatos, juicios con morbo y un amplísimo elenco de crónicas más
negras que los sobacos de un grillo. No difieren mucho esos informativos de
cualquier reality de Telecinco. A mi
modo de ver y entender. Háganme ver (ya me repetí) que estoy equivocado.
¿Cómo va la tormenta por ahí? Hasta mañana.
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