Qué
tenderete, ay, “Mería”, se armó. Y todo eso. Aparte de la constancia de no
estar, en absoluto, en contra de que Los Realejos pueda ser la sede en la que
se celebre el evento (y si yo fuera edil de algo, a partir de aquí repetiría la
palabra unas dieciocho mil veces más). Lo aclaro no sea que allegados,
familiares, seguidores, simpatizantes o meros curiosos puedan pensar que no
quiero lo mejor para mi pueblo. Sí, los que me achacan críticas y silencian
plácemes. Para mí, pesebristas; para el diccionario, belenistas.
Se comenta
por los mentideros políticos –qué pueblo no se precia de ellos– que la
grabación de los dos programas (a emitir las próximas fiestas de Navidades y
Reyes; sin paga extra, casi era mejor escribirlo en minúscula) solo supondrá a
las arcas municipales la cantidad de tres mil euros. Al menos dos fuentes
diferentes me lo han señalado. Yo no lo acabo de creer, pero si así se
demostrase, vaya desde ya la felicitación al político que haya realizado las
gestiones pertinentes. Pero…
No pude estar
presente en la Plaza
de Viera y Clavijo en esos dos días (viernes y sábado, 23 y 24 de noviembre,
próximos pasados) por razones que no vienen al caso, pero sí observé la
‘movida’ que tal manifestación folclórica requiere. Y conociendo algo, poco
pero algo, del cotarro, manifiesto de manera rotunda que con esa cantidad no se
lleva a cabo el despliegue que pude contemplar en el recinto en la tarde del
viernes precitado. Máxime cuando el importante montaje de sonido e iluminación
fue trasladado desde Las Palmas. Amén de unidades móviles, personal, sillas… Oye,
y la gente come. Y hay que alojarlos. Y las empresas no están para demasiados
dispendios y gratuidades. Y hay que volver a comer. Y pasar otra noche…
Una cuenta
sencilla y simple. Cuando voy con mi mujer (solo somos dos) a cualquier isla de
por ahí (de las nuestras, por supuesto), un fin de semana (dos estancias) nos
supone un buen pellizco de la pensión
mensual. Y en Realejo Alto había un batallón de operarios (vestidos con
camiseta negra) que parecía la procesión del Viernes Santo. Y camiones, y
furgones, y gorrones, y otros muchos ones.
Como la tele
emisora se halla en estos momentos regida (lo de mangoneada lo estás pensando
tú) por el Partido Popular, lo mismo Adolfo consiguió una sustancial rebaja al
tratar el particular directamente con José Manuel Soria. O un telefonazo de
Manolo a las altas esferas madrileñas (incluido González-Echenique). Porque se
sigue estilando el acudir a la capital de España (no sé si de Cataluña también)
para resolver asuntos locales. Ahí tienen a Cristina Tavío echándole una mano a
Bermúdez. Más tenderetes.
Si a estas
alturas estás coligiendo que vivimos en una país de locos, debo darte la razón.
En un mundo interconectado, en el que ni siquiera hace falta levantar el auricular
del teléfono, sigue despilfarrándose el dinero a manos llenas. Y cuando se les
acaba, no importa, a seguir viajando a costa de los de siempre. Hemos alcanzado
el paroxismo total. Y esos mismos que practican el enchufismo en grado sumo,
son los que, en otras esferas, demandan ecuanimidad. A este paso, mucha paja
deberemos separar para hallar cuerdos en política. No se valoran méritos y
necesidades, se impone el ser correligionario. Iba a plasmar que la justicia
social brilla por su ausencia, pero lo mismo no me van a entender. Ellos,
ustedes no, que ya saben de qué pata cojeo.
Ni que decir
tiene que en las dos grabaciones aludidas hubo los minutos de gloria para el
marketing y el autobombo. ¿Del pueblo? ¿Tú eres bobo o estás arreglando los
papeles? Eso, sigue pellizcando los cristales. Lo mismo se te enciende la
bombilla. Aunque para tal acción sí tenemos partida presupuestaria. Viva Radio
Realejos.
No iba el
titular por los dos programas a emitir. No, ese ha sido uno de los tenderetes.
El otro guarda relación con la propuesta de IUC para que se dote de una partida
económica destinada al arreglo de Rambla de Castro. Como soy uno de los tantos
sufridores directos de esta política del recortable, me gustaría que primero
sumaran todas las cantidades inyectadas en el paraje desde el instante en que
pasó a ser propiedad municipal. Porque han sido tantas las ocasiones en que se
han publicado inversiones en la casona y alrededores, que el montante deberá
suponer una buena purriada de billetes.
Y muchas de las acciones realizadas en la zona de bien poco han valido. Podría
señalar el número de veces que se han realizado plantaciones que han acabado,
al poco tiempo, convertidas en un erial más lastimoso aún. Pero ha sido un
despropósito continuo, un botar dinero a mansalva. ¿O no, Wladimiro? ¿Dónde
están ahora los ecologistas que tanto reivindicaron en un pasado no tan lejano?
Han ido enmudeciendo casi a la par de las sequías que soportaron hasta su
inanición total tantas palmeras y dragos que iban a ser la esperanza de un
vergel impresionante. Pesebristas, los califica el vulgo. Belenistas, a decir
del diccionario. Al margen, el burro y la vaca. ¿O esto ya lo dije antes?
Por ello, y
siquiera sea para intentar aprender de los errores, me gustaría que, junto a la
proposición indicada en el párrafo anterior, se cuantificara la ¿inversión?
habida, y sepultada, en el entorno. Al tiempo, recordar que el paraje natural,
o paisaje protegido, o como demonios quieran llamarlo, es mucho más amplio que
lo que siempre se ha querido vender desde el ayuntamiento, sin pretender, por
ello restar un ápice de su valor al fortín, cañones, playa y demás. Pero
reivindicando La Fajana,
Gordejuela, Callao de Méndez, la
Cueva del mármol, Charco de las lisas…
Y mañana es
jueves.
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