Longuísimo
rato estuve pensando qué titular pondría a este post. Y tras mucho meditarlo me
decanté por este. Debe ser porque estoy realmente enfadado. Y aunque me temo
que peque de reiterativo, debo volver a un tema que he tratado en bastantes
ocasiones. Pero no me resigno, no me da la realísima gana de enterrar la pluma,
no dejaré que nadie me parta el pico. Me da lo mismo que con esta batalla solo
consiga que me lean los cuatro incondicionales. No creo que con ello se
resientan las ventas ni desciendan mis ingresos publicitarios. De igual manera
que ya la edad no será traba para ingresar en la policía autonómica (algo que
le vendrá muy bien a Paulino cuando CC lo jubile –por qué te ríes– y pasará a
ser, directamente, el jefe de uno de sus dos juguetes preferidos; del otro lo
será su mujer, que para eso estudió Ciencias de la Información), seguiré
tecleando con mis dos índices hasta que la artrosis me lo impida, momento en el
que recurriré a cualquier ayudante del hogar del pensionista donde me halle
alojado para dictarle mis pareceres y opiniones. Hasta que el magín responda.
Ya saben
ustedes que el pasado viernes desalojaron Cho Vito. Y allí estaba, cómo no, la
tele canaria. No para informar, que eso ni lo saben hacer ni les interesa lo
más mínimo. Allí, como a otros tantos lugares, se va a explotar el morbo, a
grabar lloronas, pataleos y declaraciones fantasmagóricas. Que personajes
fantasmas sobran, parece. Todo para presumir de audiencias e intentar
justificar gastos y despliegues indecentes que ponen en entredicho, incluso,
aquellos avatares de los que se jactan –eso nos venden– en dar a conocer en sus
repetitivos telediarios.
Cometo una
imprudencia temeraria en la redacción de este párrafo, pues peco gravemente al
garabatear unas líneas demasiado subjetivas. Gastó un servidor casi toda su
vida activa en el campo de la docencia. Pero tuvo tiempo, además, para concluir
la licenciatura en Ciencias de la Información (como la del Jalea de Menta; ya,
traduzco: Ángela Mena). Y creyéndose apto o capacitado para seguir un fisco más
con este entretenimiento, realizó los dos cursos de doctorado, alcanzó la venia
o suficiencia investigadora, se sumergió durante dilatados periodos en la
prensa de años idos, elaboró –y defendió– un proyecto de tesis doctoral con lo
que alcanzó el título de doctor por la universidad lagunera.
¿Y? Y ello me
da pie a rebelarme contra las demasiadas maneras espurias de hacer periodismo. Lo
de perro no come carne de perro me resbala. Porque me satisface no estar sujeto
a dictados ajenos. Y el paradigma de los desatinos es esa lacra que mentan ‘la
canaria’, y que constituye, amén de un fraude, un desembolso económico que,
junto a la guanchancha, no puede ser justificado bajo ningún concepto. Máxime
cuando se simultanea con los lloros riverianos ante la escasez de recursos y la
marginación que sufrimos en las aportaciones que nos deben llegar desde Madrid.
Se me ha
quedado corto el calificativo vergonzoso. O escandaloso. O cobarde. O
indecente. No, estas acciones rayan la golfería. Y me cabrea que los socios
gubernamentales sigan tragando sapos y comulgando con enormes piedras de
molino. Alguno estima que con alegar no ver esa cadena pública (mejor, privada
del entorno presidencial), queda el particular zanjado, olvidado. No, si es que
pretenden hacer creíble esa campaña de ‘Hacer PSOE 2015’. Por cierto, casi
coincide con ‘Mucho PSOE por hacer’, de Chacón. ¿Comienzan ahora a arrepentirse
de aquel proceso que pretendía marcar el final de la era Zapatero? Ya no basta
con el no estoy de acuerdo o no lo comparto, que esgrimen por lo bajini los
Pérez y los Spínola, para seguir subidos, eso sí, al carro de los despropósitos.
No, es
menester dar unos buenos moquetes sobre la mesa. Y si hay que dejar a Paulino
en minoría, solo ante el peligro, hágase ya. Porque un partido que se dice de
izquierdas, que pretende pasar de la filosofía a la acción, de las palabras a
los hechos, que quiere acometer una urgente modernización, una renovación
ideológica, no puede continuar un minuto más avalando con sus silencios una
línea periodística –llámala editorial, si te place– de autobombo que raya la
desfachatez y pone en entredicho la labor de quienes se dicen profesionales del
ramo. Y no me refiero a los mandados e intrépidos reporteros a los que solo les
reta la opción del sí, wana.
Qué pena de
partido socialista canario que hace no ha tanto argumentaba que Willy no daba
la talla. Y un fisco más atrás ni siquiera estaba de acuerdo con la creación de
esta máquina trituradora de billetes. Con tales actitudes, jamás saldrán del
pozo. Y con la inestimable ayuda de la señora Trujillo (la que se quedó sin
alma socialista, Valenciano dixit), me dirán. Ya he dicho por activa y por
pasiva cómo y dónde expresan sus diferencias.
Hoy no tocaba
escribir de Cho Vito. Puede que lo haga un día de estos. Y metamos en el saco a
portavoces vecinales marineros con políticos, populares o no, sin escrúpulos
que sacan tajada cual avezados carroñeros. Porque se pretende obviar un
expediente, que viene desde los años ochenta, para reducirlo al espectáculo
circense de estos últimos acontecimientos. Con el añadido de los buitres
pulitzerianos. Y entiendo que mucho más culpables que los Daswani, García y
Rivero son aquellos que los sostienen, siquiera por omisión.
Me queda la
esperanza –y por qué debo perderla–, y a ello estoy plenamente dispuesto a
echar las dos manos, de que desde las agrupaciones locales, en un proceso de
abajo hacia arriba, se ponga algo de cordura en tanta desazón. Para que de una
vez por todas sean las bases, los currantes –los agentes que ahora se quieren
inventar para poner las causas sobre el tapete– quienes ostenten el poder
decisorio. El desapego social se produce por el endiosamiento, la altivez de
los líderes. Los problemas cotidianos no ascienden hasta sus pedestales. Y cuando
bajan al ruedo, cada cuatro años, se percatan de que existen más barreras que
en la ocasión anterior y de que las distancias con los espectadores es mucho
más considerable. Pero se redimen con un mero propósito de la enmienda del que
se olvidan a los quince segundos.
No dudo de la
certeza de la siguiente declaración: Rubalcaba se siente unánimemente apoyado
por la dirección. ¿Y de ahí hacia abajo, qué? Aquí en Canarias, los
responsables regionales están demasiado ocupados y entretenidos en ser soportes
de CC y asumir estoicamente los caprichitos y despilfarros. En Tenerife, tras
el capítulo de buenas intenciones habidas en el discurso de Fumero, se lo tragó
la tierra.
Lo dicho,
solo atisbo la posibilidad de una revolución desde las agrupaciones locales.
Abran las puertas y escuchen al pueblo. En la disparidad de criterios, en
armonía y sin los navajazos acostumbrados, deberá estar la salida a esta crisis
mucho más profunda que la económica que también padecemos.
Amén del
montaje televisivo hubo también, como no podía ser menos, el debate profundo,
racional, consecuente y de calado en las redes sociales. Donde los osados de
siempre, ante lo que yo considero comportamiento exquisito de los cuerpos y
fuerzas de seguridad del estado, proclaman que se suspendió la democracia, que
se avergüenzan de ser españoles y otras lindezas más. Pero de Cho Vito, del
cómo se llegó a esta final, si nos apetece, hablaremos –escribiremos– otro día.
Hoy se me acabó el espacio. Incluso me excedí. Lo mismo voy a descansar unos minutos
en el poblado marinero del Roque Chico donde adquirí una pequeña parcela en la
que, si a bien lo estiman mis familiares, junto con otra que poseo en La Corona, serán esparcidas, a
partes iguales, mis cenizas. Cuando toque, nunca antes.
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